Observador político - ¿Rabín, el salvador de Morelos?
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes
Como si fuera un pitoniso adelantándose a los hechos, sin importarle violar la ley electoral mediante actos anticipados de campaña, el oriundo de Jiutepec, ahora empleado en la nómina de la presidencia de la República, Rabindranath Salazar Solorio, afirma que él será gobernador de Morelos "porque la gente lo merece".
SU AUTODESTAPE.- Con arrogancia y un excesivo despliegue informativo y publicitario en espectaculares, fachadas y redes sociales, Rabin está empecinado en querer gobernar a los morelenses bajo la premisa de que nos lo merecemos; sin importarle su ausencia que por años del estado y que ahora, regresa poco a poco físicamente tras su lejanía no solo de la tierra de mi general Emiliano Zapata Salazar, sino de todos los problemas que padecemos y a los que nos tenemos que enfrentar quienes vivimos aquí, como ocurre con la inseguridad en todas sus formas: secuestros, asesinatos, robos de vehículos, a casas y a transeúntes, el desempleo, entre otros conflictos; temas de los cuales por cierto, en cinco años no ha emitido una sola crítica.
Sin embargo, ahora es diferente porque de la noche a la mañana las cosas están pésimas y él como adivinador, en una entrevista privada en la Ciudad de México, ¿dónde más?, con el periodista español Alberto Peláez, el actual integrante del gabinete de Andrés Manuel López Obrador, Rabindranath Salazar Solorio, rompe el silencio y proclama a los cuatro vientos lo que ya se sabe desde hace cinco años: que quiere ser gobernador de Morelos.
No fue un "destapado" como aspirante al gobierno de Morelos por el Partido Movimiento de Regeneración Nacional, sino aun “autodestape” del propio Rabín quien decide abrirse y mostrar públicamente su aspiración de contender por la candidatura de Morena. Él sabe que, casi automáticamente, quien sea el abanderado será el próximo gobernador, no por sus capacidades profesionales, su conocimiento y solución de los problemas del estado, o incluso su honorabilidad, sino gracias a que AMLO ha construido en cinco años un partido fuerte, en gran medida, debido a los apoyos económicos que ofrece a través de programas sociales como los destinados a madres de familia, estudiantes y personas de la tercera edad, así como el aumento en las pensiones, entre otros factores. Y esa es la idea de quienes hoy militan en Morena.
“VOY A SER GOBERNADOR”. - El oriundo de Jiutepec no se anduvo por las ramas, fue claro y contundente: "Voy a ser gobernador, Morelos lo merece, la gente lo merece. Necesitamos un cambio profundo, llevar a Morelos al nivel que debe estar, y tenemos todo para lograrlo", advierte Rabindranath Salazar Solorio. En esta actitud arrogante, desprecia a todos los demás aspirantes que buscan contender por la candidatura a la gubernatura de Morelos.
A pesar de su afirmación de merecer el puesto de gobernador, resulta preocupante que Rabindranath Salazar Solorio haya estado alejado durante tanto tiempo de los problemas reales que afectan a los morelenses. Su falta de críticas y propuestas concretas para abordar temas que se viven en Morelos, demuestran una desconexión evidente de la realidad que enfrentamos en el estado.
Es lamentable que Rabín utilice una entrevista privada con un periodista extranjero para anunciar sus intenciones políticas, en lugar de comprometerse con la ciudadanía morelense y ofrecer soluciones tangibles a los desafíos que enfrentamos. Parece que su estrategia se basa en el respaldo del partido en el poder y en la popularidad de su líder, Andrés Manuel López Obrador, en lugar de presentar una visión clara y convincente para el futuro de Morelos.
Resulta especialmente preocupante que Rabín menosprecie a otros aspirantes que también buscan la candidatura a la gubernatura de Morelos. Esta actitud arrogante y autosuficiente no solo denota una falta de respeto hacia sus competidores, sino también hacia los ciudadanos que esperan líderes políticos comprometidos y dispuestos a escuchar diversas voces y perspectivas.
En última instancia, los morelenses merecen un gobernador que esté verdaderamente comprometido con su bienestar y dispuesto a enfrentar los desafíos del estado de manera efectiva ante el retraso evidente en el desarrollo económico, político y social de al menos en esta década y que se ha ido agudizando para desgracia de los morelenses en los últimos años.
GASTO EXCESIVO DE RECURSOS EN MUNICIPIOS. - El uso indebido de recursos públicos es una práctica desleal que se registra en las elecciones y más aún, en los ayuntamientos en la que los ediles toda la vida se quejan por la falta de dinero, las deudas heredadas y laudos, entre otros conflictos.
Lo cierto, es que, en el actual panorama político, resulta preocupante observar cómo los aspirantes a la candidatura recurren al uso indiscriminado de recursos económicos públicos para promocionarse y fortalecer su imagen. Esta situación evidencia una clara violación a la normatividad electoral y plantea la necesidad urgente de que las autoridades competentes, como el Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana, asuman un rol activo en la regulación y sanción de estas prácticas.
Resulta lamentable constatar que el mencionado Instituto parece estar sumido en un estado de inmovilidad, donde solo actúa ante denuncias puntuales y no adopta medidas preventivas para evitar la continua vulneración de las normas electorales. Es necesario que dicha institución despierte de su "sueño de los justos" y ejerza un control efectivo sobre las campañas políticas, en aras de preservar la equidad y la transparencia en los procesos electorales.
Uno de los ejemplos más palpables de este uso indebido de los recursos públicos lo encontramos en los alcaldes, quienes destinan cuantiosas sumas de dinero para supuestos festejos populares, como el Día del Niño, el Día de las Madres o el Día del Maestro. Estos eventos se convierten en una oportunidad perfecta para promover su imagen política, aunque en realidad no son más que actos de propaganda encubierta.
En ocasiones, algunos alcaldes optan por derrochar recursos públicos con el objetivo de aparentar una gran convocatoria a sus eventos. Regalando automóviles, motocicletas, electrodomésticos y otros obsequios, logran atraer a un gran número de personas y exhibir el músculo de su popularidad. Otros, en cambio, prefieren mantener un perfil más discreto, limitando los gastos, pero inflando los precios de los festejos. Ambas estrategias persiguen el mismo propósito: fortalecer su desgastada imagen de cara a las elecciones internas para la selección de candidatos a cargos de elección popular.
Esta forma de hacer política, basada en el derroche de recursos públicos, no solo es inmoral, sino que también socava los principios democráticos que deberían regir nuestros procesos electorales. Los ciudadanos merecen contar con candidatos que compitan en igualdad de condiciones, sin distorsionar la opinión pública a través de prácticas desleales y manipuladoras.
Ante este panorama, resulta fundamental que el Instituto Morelense de Procesos Electorales y Participación Ciudadana asuma su responsabilidad y actúe de manera contundente. Debe establecer mecanismos de supervisión y control más rigurosos, sancionando enérgicamente a aquellos candidatos y alcaldes que transgredan la normatividad electoral. Solo de esta manera se podrá garantizar la integridad y la legitimidad de nuestras elecciones.
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