Breves de Abogados y Políticos - Promedio
En opinión de Alejandro Corona Markina

Decía un maestro en de la Facultad de Derecho de nuestra Universidad Autónoma del Estado de Morelos, que obtener dieces y nueves de calificación en las materias de la institución, únicamente demostraba que se era un buen estudiante, pero no necesariamente un buen profesionista.
Por su parte, el gran periodista (y abogado) Miguel Ángel Granados Chapa (qepd) afirmaba en una de sus columnas que “no se puede tratar como iguales a los desiguales.”
Lo anterior viene a colación por el escándalo de la declaración de inelegibles de 37 magistraturas triunfantes en el proceso electivo del primero de junio pasado, debido a que los profesionistas que las obtuvieron, no cumplieron con el promedio mínimo requerido de 8.0 en su licenciatura o 9.0 en la especialidad por la que compitieron, lo que ha generado un escándalo mediático.
Previo a continuar, se aclara que el que esto escribe no tiene interés alguno de defender a ni uno solo de los que han sido declarados como elegibles. Sin embargo, es preciso señalar que han sido injustamente exhibido como “burros” por no tener los promedios mencionados, siendo que muchos de ellos son excelentes profesionistas y lo han demostrado a lo largo de su trayectoria como tales.
Fieles al estilo meritocrático del neoliberalismo, algunos consejeros se han convertido en juzgadores de los aspirantes a juzgadores y son aplaudidos por una concurrencia de adictos en las redes sociales, así como algunos medios enemigos de la 4T, se han apresurado a señalar que los 37 magistrados ganadores no son merecedores de ocupar un espacio en alguno de los Tribunales de Circuito o de cualquier otra índole.
Muy a su estilo la consejera Carla Humphrey, dijo que “no se vale redondear” en los casos en donde los promedios son de 7.5 u 8.5 en adelante, subieran automáticamente a 8.0 o 9.0, para validar dichos triunfos.
Citamos aquello de que “no se puede tratar como iguales a los desiguales”, porque ciertamente las personas que ahora son críticos especializados en todas las ramas del derecho, desconocen si quien obtuvo 7.5 u 8.5, tenía que trabajar y estudiar al mismo tiempo o tenían solvencia económica para sólo dedicarse a estudiar. A eso se refiere la frase, que no se puede medir con la misma vara al joven que sus padres le pagan sus estudios y por tanto tiene mayores posibilidades de obtener una alta calificación, pues no falta a las clases, estrega exposiciones a tiempo y hace todas sus tareas, a alguien que se parte en dos para acudir a su trabajo y luego mal comido y mal dormido tiene que acudir a clases. Por cierto, muchos de esos que en su momento obtuvieron dieces y nueves, no ejercen la carrera que estudiaron, a diferencia de otros que con menores calificaciones son destacados abogados o funcionarios judiciales.
No se niega que los requisitos de la convocatoria respectiva se señalaron promedios de 8 para licenciatura o 9 en la especialidad, para acceder a la oportunidad de concursar por un espacio. Sin embargo, existió un comité que ex profeso revisó el cumplimiento de los requisitos, de allí que es posible que aquellos que queden fuera por tener 7.5 u 8.5 respectivamente en licenciatura o especialidad, acudan a impugnar su descalificación.