Observador político - Cinismo y burla de Omar Taboada a la Fiscalía Anticorrupción
En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

En un país donde la justicia suele llegar tarde —si es que llega—, el caso de Omar Taboada Nasser es un retrato perfecto del México que indigna: el de los privilegios, el cinismo y la impunidad de los de arriba; y es que el exsecretario de Desarrollo Agropecuario durante el desastre administrativo, económico, político y social que se provocó durante el gobierno de Cuauhtémoc Blanco ya que poco o nada le importa tener una orden de aprehensión por presuntos actos de corrupción, sino que también se da el lujo de pasearse impunemente por Cuernavaca, como quien desfila por su propio feudo.
SE PASEA OMAR TABOADA POR CUERNAVACA.- Así fue visto, a plena luz del día, a bordo de una camioneta de lujo por las calles de la colonia Teopanzolco, por la calle Río Balsas, sin esconderse, sin vergüenza y sin temor; por lo que anda tranquilo, disfrutando todo indica, de este periodo vacacional de Semana Santa paseándose con la soberbia de quien sabe que, aunque le hayan girado una orden de aprehensión, nadie lo va a tocar.
Y es que, es cierto, no lo toca la Fiscalía Anticorrupción, no lo toca la Fiscalía General, no lo toca nadie. ¿Por qué? Quizá porque este país y este estado, siguen siendo un paraíso para los corruptos con conexiones.
Mientras el fiscal Juan Salazar Núñez parece más un observador pasivo que un combatiente real contra la corrupción, Taboada Nasser se burla del sistema; y lo hace con una sonrisa y declaraciones arrogantes en las que asegura estar “tranquilo”, que todo es un “malentendido” y que él sigue “dando la cara” y “que siempre trabajó a favor del campo”. ¿Dónde se ha visto semejante nivel de desfachatez? ¿Cómo se puede hablar de justicia cuando alguien con una orden judicial en su contra se pasea a escasas cuadras de la Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción que lo anda, presuntamente buscando?
¿COMPLICIDAD INSTITUCIONAL? Esto no es sólo una anécdota indignante, es el síntoma de algo más profundo: una estructura de complicidades, omisiones y cobardía institucional. ¿Cuántos casos como este hay en Morelos? Y es que no es solo Omar Taboada quién se burla de la ciudadanía, sino es también el fiscal Juan Salazar, que actúa como si la corrupción fuera un fenómeno abstracto, que se combate con boletines de prensa y no con acciones firmes.
Mientras el campo morelense sigue sumido en el abandono y la precariedad, el exfuncionario acusado de lucrar con insumos agrícolas —en bodegas de su propia familia— sigue libre; por lo que no hay justicia para los campesinos que nunca recibieron el apoyo, pero sí hay impunidad para quienes convirtieron esa política pública en botín privado.
A pesar de todo, es urgente insistir en que sin justicia no hay transformación posible, y no se puede hablar de regeneración política mientras los funcionarios corruptos sigan blindados por redes de poder, es decir, no basta con indignarse y por ello hay que señalar a los responsables, exigir la ejecución de las órdenes judiciales y construir un sistema que funcione no solo para castigar, sino para prevenir el uso del poder como herramienta de enriquecimiento personal.
El caso de Taboada no es un hecho aislado, es una llamada de atención y una muestra de que la corrupción no solo está viva, sino que pasea, sonríe y se burla de todos nosotros.
TEQUESQUITENGO: LA PLAYA PRIVADA DE LA IMPUNIDAD.- Por décadas, el pueblo morelense ha tenido que lidiar con el abandono institucional, la inseguridad y el deterioro de los servicios públicos, en la cúspide del poder se libra una batalla silenciosa pero profundamente reveladora, como es la de los predios adquiridos en situación ilegal y con presuntos actos de corrupción en Tequesquitengo.
El ”Mar de Morelos”, es un paraíso de aguas cálidas que, lejos de ser disfrutado por las mayorías, se ha convertido en el botín de unos cuantos funcionarios —y exfuncionarios— que con cinismo y sin rubor alguno, se apropiaron de terrenos a precios de regalo, como si fueran herederos legítimos del estado.
Dolores Álvarez Díaz, recientemente nombrada titular de la Consejería Jurídica del gobierno de Morelos, tiene ante sí un desafío que va más allá de lo jurídico, ya que tiene que demostrar si el aparato legal puede usarse para desmontar el abuso de poder o si, una vez más, será usado para encubrirlo.
Y es que el caso es escandaloso: la adquisición de terrenos en la zona del Lago de Tequesquitengo por parte de servidores públicos durante el gobierno de Cuauhtémoc Blanco se hizo bajo esquemas que hoy son, al menos, moralmente indefendibles.
“UN LLAMADO A MISA REGRESAR LOS TERRENOS DE TEQUES.- Por un lado, escrituras entregadas con irregularidades, precios absurdamente bajos, y una actitud de burla por parte de quienes hoy deberían estar explicando, devolviendo o rindiendo cuentas, como pudiera ser el caso del político prófugo como Dionicio Álvarez —ex titular del Filateq—y con orden de aprehensión, mientras por otro lado se ofrece una recompensa de 100 mil pesos por información sobre su paradero.
Es inaudito que, a tres meses de que el ahora fiscal Edgar Maldonado Ceballos dijera que había intención de devolver algunos predios, no sepamos quiénes sí, quiénes no, ni en qué condiciones los regresaron, si es que en realidad lo hicieron.
Por un lado, está el caso de Sandra Anaya, empresaria y actual diputada federal, es ilustrativo del desprecio con que algunos de estos personajes tratan la legalidad: Ella compró cuatro lotes con una extensión aproximada de mil metros cuadrados en total —cuando era secretaria de Administración del gobierno— y ha dejado claro que no piensa devolver nada. Que para ella, la petición del gobierno fue “como un llamado a misa”.
Este no es un asunto menor, más porque es el espejo de cómo se gobierna, de cómo se usa el poder, y de qué tan real es el discurso anticorrupción que los gobiernos estatales dicen abrazar; porque si no hay consecuencias —ni siquiera administrativas— para quienes se apropiaron de terrenos públicos a precio de risa, el mensaje para la ciudadanía es brutal: la ley no aplica para todos por igual.
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