Serpientes y escaleras - Caballo de Troya
En opinión de Eolo Pacheco

Lo que parecían errores por inexperiencia ahora se ven como acciones maliciosas
Caballo de Troya
En la épica griega los troyanos celebraron la aparente rendición de sus enemigos al refugiar un caballo de madera dentro de sus murallas. Hoy el escenario político morelense emula con inquietante fidelidad aquella historia con una estratagema implementada por una figura aparentemente aliada, encargada de una de las áreas más sensibles de la administración; desde ahí se socava la confianza pública y se desarticula la coordinación entre dependencias. ¿Ya se dio cuenta la gobernadora?
Emulemos aquella epopeya en dos bandos actuales: los cuauhtémistas y los margaritos: unos fueron expulsados, son repudiados, salieron entre gritos y reclamos, acusaciones de corrupción y señalamientos por supuestos vínculos con grupos de la delincuencia organizada. Los otros llegan con un halo de honestidad, prometiendo tiempos mejores y renovando la esperanza de la gente.
Pero a diferencia de la historia griega, donde los grupos estaban perfectamente identificados, en el escenario actual no son tan claras las fronteras, porque muchas figuras que pertenecen al lado contrario o que en la elección pasada apostaron en contra la hoy gobernadora, se encuentran incrustadas en puestos claves de la administración estatal.
Pero la parte más delicada de esta historia no se ubica en las dependencias que han abierto espacios laborales a quienes en el pasado reciente lucharon contra Morena y vilipendiaron a Margarita González Saravia; eso está mal y se ve mal, representa una traición al proyecto y una falta de respeto a la gobernadora, pero no es lo que en este momento está llevando al gobierno a una crisis interna.
Quizá por inocencia o buena fe, la gobernadora invitó a su equipo a una figura cercanísima a Cuauhtémoc Blanco, alguien que formó parte de su gobierno y durante seis años se mantuvo dentro del primer círculo del futbolista; esa persona se ha convertido en un punto de crisis interno, alguien que ha unificado al gabinete en su contra porque implementa acciones y maniobras que erosionan el ánimo y la moral de quienes siguen los lineamientos de la gobernadora. Ese tipo de movimientos, además, laceran la confianza pública en un gobierno que recién comienza.
Al principio parecía que se trataba de una historia de ineficiencia, como otras que también están presentes en el gabinete estatal, pero con el transcurrir de los meses lo que se veía como un error o una falta de habilidad comienza hoy a lucir como una estrategia bien planeada, diseñada para entorpecer la marcha del gobierno y hacer quedar mal a Margarita González Saravia con su pueblo.
Las excusas sobran: en los hechos es secreto a voces que las cosas no marchan bien en el ejecutivo, que el gabinete se encuentra molesto por la forma como los tratan y los recientes lineamientos que les ordenan prácticamente bajar la cortina a la mitad del año. Las decisiones que debieron hacerse con transparencia y tomando en cuenta la opinión de los titulares de las áreas, se imponen sin consultar a nadie y en perjuicio directo de las dependencias.
La moraleja del mito griego resuena hoy con fuerza en el gabinete estatal: no basta con vigilar los portones de entrada, ni es suficiente estar alerta de lo que ocurre allende las fronteras del gobierno, urge supervisión interna, decisiones firmes y un golpe de timón que impida que el barco se hunda.
Ya no hay tiempo que perder, se ha superado la mitad del año y el gobierno no marcha, todo se va en eventos y discursos que prometen salvación eterna, pero no logran aliviar los problemas del día a día. Cada retraso injustificado, cada discrepancia en las prioridades y cada abuso de poder debería ya haber encendido las alarmas de la gobernadora y de su primer círculo, para darse cuenta de que están ocurriendo cosas al interior del gabinete que apuestan al debilitamiento de la administración.
La fortaleza de un régimen no reside en la legitimidad democrática, ni en la buena imagen de su titular, sino en su capacidad y firmeza para detectar y neutralizar con prontitud y rigor los problemas sociales y las fisuras internas. Mientras la gobernadora no ponga atención a lo que está ocurriendo frente a sus ojos y escuche las voces de su propio equipo, quienes están padeciendo el fuego amigo, no podrá evitar que su administración se corroa desde adentro, ni podrá superar el desafío de transformar las cosas en Morelos. El tiempo ya dejó de ser un aliado.
Los riesgos para Margarita González Saravia, si no toma cartas en el asunto pronto, son enormes, porque lo que parecía una falta de experiencia y de capacidad profesional, se ve hoy como una estratagema que apuesta al fracaso temprano del gobierno morenista. Tantos errores y tantas acciones en contra de los propios secretarios no son casualidad.
El gobierno estatal vive desde hace meses una especie de parálisis administrativa, enfrenta problemas muy serios en materia presupuestal, lo que impacta la realización de obras y la implementación efectiva de programas sociales. Proyectos estratégicos que interesan a la gobernadora y acciones que impulsa su administración están en el limbo, se han retrasado y/o obstaculizado de manera sistemática desde el propio gabinete.
Esta dinámica ya pegó en el ánimo de varios funcionarios y lo observa la ciudadanía; internamente los secretarios (as) han entrado a una fase de descontrol, de enfado, de desesperación e impotencia que les obliga a replantear objetivos o de plano abandonar acciones, porque saben que no contarán con los recursos para trabajar. Lo que hoy es un hecho visible, tangible y que comienza a ser perceptible, en breve se convertirá en un discurso opositor y estará presente en los discursos de las próximas campañas.
Luego de dos gobiernos estatales desastrosos la ciudadanía observa con lupa el actuar de sus autoridades e identifica casi de inmediato cuando hay conflictos internos. Los rumores sobre el sabotaje al gabinete desde el propio gabinete crecen exponencialmente, afectan la agenda oficial, generan desconfianza entre la gente y fortalecen a los opositores. Lo que hoy es un problema latente, en breve se transformará en crisis de estado.
Un gobierno que no muestra cohesión interna difícilmente convencerá a los demás de su voluntad de cambio.
· posdata
Escribir sobre la situación de seguridad en Morelos no es sencillo, porque siempre habrá alguien que no esté de acuerdo; para no meterse en problemas el camino fácil es resaltar lo malo, replicar la violencia y destacar la falta de resultados.
Y hay elementos para seguir en ese camino: Morelos enfrenta un problema muy serio en ese sentido desde hace al menos veinte años, las últimas cinco administraciones estatales se vincularon con grupos de la delincuencia organizada y perpetraron actos ilegales en perjuicio de la ciudadanía.
Los ciudadanos tienen todo el derecho para estar enojados y desconfiar de las autoridades, sobran razones para decir que a pesar del discurso oficial las cosas no van bien y que en muchos casos son los propios gobiernos quienes propician los problemas.
Eso y que, además, la impunidad ha caminado de la mano de inseguridad y de la corrupción a lo largo del último milenio. Como si la violencia y la comisión de delitos no fuera suficiente, la gente ha aceptado que en Morelos no se castigan ni a los delincuentes ni a los corruptos. La llamada “puerta giratoria” es real, existe y permanentemente permite a quienes violan la ley salirse con la suya. El último caso es el del exalcalde Antonio Villalobos.
¿Con tantos elementos en contra cómo se puede defender el trabajo de las autoridades?
Lo digo en primera persona: cada vez que escribo sobre el tema, recurro a cifras oficiales y estadísticas públicas aparecen comentarios en contra, que descalifican, agreden y aseguran que hay dinero a cambio de un buen comentario.
Aún así reitero: en la numeralia las cosas no van tan mal como antes (lo cual no quiere decir que estemos bien): la fiscalía y la secretaría de seguridad reportan permanentemente acciones en contra de grupos de la delincuencia organizada, operativos exitosos, implementación de órdenes de aprehensión, cateos, captura de generadores de violencia, decomiso de armas y drogas, detención de asesinos, desmantelamiento de narcolaboratorios, desarticulación de bandas delicadas al robo de autos, casas habitación, autopartes y negocios. A pesar de ello la percepción sigue siendo negativa.
El esfuerzo para cambiar la forma como la ciudadanía ve a Morelos en términos de pacificación es enorme, permanente y llevará tiempo. Las ruedas de prensa son importantes, pero insuficientes; el reto para el fiscal Edgar Maldonado y el secretario Miguel Ángel Urrutia es gigantesco, tiene que ver con el trabajo cotidiano se su equipo, las tareas de investigación e inteligencia, persecución y captura de delincuentes, pero también necesita de un mejor trabajo de comunicación propia y acciones que acerquen a las dependencias y su trabajo con el ciudadano común.
Atender a las barras de abogados y los grupos de feministas está bien, pero se trata de los mismos de siempre, de las personas que acuden a todos los eventos y reiteran su apoyo y reconocimiento al gobernante en turno, sin importar su nombre. Esos que hoy aplauden a los funcionarios, son los mismos que ayer aplaudieron a sus antecesores y mañana lo volverán a hacer con quienes entren en su lugar.
Acercar el trabajo institucional a la gente no es tarea menor, se debe hacer desde diferentes ángulos y demanda de las autoridades de seguridad una visión más amplia de las cosas.
Personalmente veo en Edgar Maldonado y Miguel Ángel Urrutia a dos buenos funcionarios, comprometidos, que dan resultados, pero que también enfrentan un reto muy grande y en solitario, porque ante un panorama tan complejo como el que se vive en el estado y en el país, se requiere de un esfuerzo integral, multidisciplinario y completo para que la percepción cambie.
Aunque se enojen: no estamos bien en materia de seguridad, pero estamos mejor que antes. El trabajo de pacificación no se aprecia en toda su dimensión, y de eso el ciudadano no tiene la culpa.
· nota
El congreso tiene en puerta varios nombramientos importantes y en la praxis, estos derivarán de los acuerdos políticos entre las representaciones partidistas. Siempre ha sido así.
En la carrera por la CEDH los exgobernadores Graco Ramírez y Cuauhtémoc Blanco tienen candidatas: Nadxielli Carranco y Penélope Picazo, respectivamente; no hay nadie relacionado directamente con la gobernadora Margarita González Saravia, pero sí algunas figuras con solvencia moral y experiencia profesional que podrían cambiar la cara de la institución.
De lo que los diputados decidan en este tema depende el rumbo de la protección de los derechos humanos en los próximos años. ¿Qué queremos? ¿Una institución politizada, guiada por objetivos y ambiciones personales, como ha ocurrido con la CEAV? ¿O una dependencia profesional e imparcial, como la que no hemos visto en muchos años?
· post it
El metro cuadrado de terreno en el exclusivo fraccionamiento El Mascareño, en Cuernavaca, varía dependiendo del lote y la ubicación específica, pero oscila entre $11,400 y $12,000 pesos mexicanos por metro cuadrado, según anuncios de agencias inmobiliarias. Distintos portales refieren que hay lotes disponibles con precios que van desde $7,068,000 hasta $13,332,000 pesos mexicanos. No cualquiera vive en ese lugar.
Cuentan en los pasillos de poder que una figura de primer nivel compró dos lotes que suman 800 metros cuadrados y está construyéndose una propiedad de lujo cuyo valor final rondaría los 50 millones de pesos. ¿Saben quién es?
· redes sociales
El PRI se perfila para competir en solitario en Cuernavaca en el 2027; en la pasada elección lograron diez mil votos, insuficientes para ganar, pero hicieron la diferencia en el 2024 para que Morena perdiera.
¿Cómo les iría si su candidata fuera Lucía Meza?
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