Nuestra identidad en los pueblos de Morelos
En opinión de Rodrigo Abelardo Botello Martín
Los cambios radicales que sufrieron los pueblos morelenses durante las primeras décadas del siglo XX por la Revolución Mexicana, transformaron la vida de sus habitantes a tal grado, que muchos de ellos decidieron abandonar a sus familias y sumarse al movimiento armado. En nuestro estado, dicho movimiento social tuvo el liderazgo del general Emiliano Zapata Salazar, sin embargo en esas décadas no existía la claridad que tenemos hoy en día de la unidad del movimiento en pos de los ideales que ahora conocemos y distinguimos con claridad. En aquellas épocas hubo muchos movimientos que parecían dispersos, pero fueron encontrando sus coincidencias a través del tiempo bajo el lema de Tierra y Libertad, que correspondía a los ideales de Emiliano Zapata.
En estos años surgieron diversos caudillos y movimientos que en ocasiones llegaban a enfrentarse entre sí. Asimismo, surgió la llamada leva, nombre que alude al reclutamiento forzoso de ciudadanos para engrosar las filas del ejército y combatir los movimientos revolucionarios en todo el país con la finalidad de devolverle a la nación, la tan deseada paz. Un paso importante en la consecución de dicho ideal fue la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en 1917, promovida por Venustiano Carranza, la cual según algunos expertos, contenía los más altos ideales de la justicia social.
A pesar de que a partir de este año identificamos históricamente el fin del movimiento armado revolucionario, la pacificación del país llevó todavía mucho tiempo para ser una realidad. De hecho, fue después de este acuerdo constitucional, en el que se sucedieron muchas muertes de caudillos del movimiento, con el antecedente de haber sido traicionados.
Es importante mencionar que esta historia de acción, guerra, traición y asesinatos se escenificó en nuestro estado y entre nuestros antepasados, ¡entre nuestra gente!. Así, podemos afirmar que muchos morelenses fuimos afectados en nuestra vida familiar, en nuestras, tradiciones, en una palabra, en nuestra identidad. Esos espacios en los que, antes de la guerra, trascurría la vida tranquila de nuestra progenie, son nuestros pueblos, nuestras comunidades. ¡Los pueblos de Morelos!
Sabemos por la historia que en muchos pueblos de nuestro estado se instalaron cuarteles de generales revolucionarios y que durante la revuelta, la mayoría de las haciendas existentes en ese tiempo, que eran más de doscientas, quedaron destruidas. A este respecto, el Ing. Juan Devanar en su libro Las Haciendas de Morelos menciona que de la gran cantidad de haciendas existes antes de la revolución, escasamente treinta de ellas han sido restauradas para el turismo y usos particulares.
Cuernavaca, la capital del estado, tampoco se libró de sufrir grandes pérdidas: no sólo de sus tradiciones, sino también de parte de su infraestructura colonial, como es el caso del hotel Moctezuma, ubicado en el centro de la ciudad que no escapó de haber sido cuartel militar de los Zapatistas, ¡Usos tan distintos a los que hubiéramos aspirado los morelenses!
Quise abordar también el sufrimiento y las grandes pérdidas que tuvieron nuestros hermanos morelenses que viven en el interior del estado, porque también dentro de ese rescate de nuestra identidad, debiéramos incluir la reivindicación del paisaje urbano de los pueblos, los cuales tienen grandes valores históricos y culturales. Debemos convocar a la sociedad y al gobierno a trabajar en conjunto por este rescate histórico del paisaje del estado.
Lamentablemente cuando llegamos a visitar un municipio de Morelos, lo primero que vemos es una decoración recargada en los muros disponibles, de propaganda de todo tipo de artículos sin mayor compromiso con la imagen del pueblo. Aunque no omitiré reconocer que existen lugares en los que se ha logrado grandes avances en la regulación y unificación del paisaje de acuerdo a características propias de nuestra identidad.
La reconstrucción de nuestra identidad es algo que nos corresponde a todos los que formamos este mosaico multicultural que se llama Estado de Morelos.
Estoy consciente que estas líneas sólo se manifiestan en el sentido de señalar cuál es el problema, sin mencionar el cómo solucionarlo. Sin embargo, existen muchas organizaciones que, con la coordinación de las autoridades, estoy seguro que encontrarán alternativas de acción para potencializar nuestra cultura colectiva.