Las epidemias en la historia. Los zapatistas frente a la influenza española de 1918.

En opinión de Aura Hernández

Las epidemias en la historia. Los zapatistas frente a la influenza española de 1918.

“... Este es un libro acerca de unos campesinos que no querían cambiar y que, por eso mismo hicieron una revolución”

 

John Womack, en Zapata y la Revolución mexicana.

 

En su magnífica obra Zapata y la Revolución Mexicana,  John Womack cuenta que al entrar el invierno de 1918, cuando el zapatismo se reorganizaba para enfrentar y tratar de derrotar al carrancismo, una nueva preocupación se añadió a los muchos “quebraderos de cabeza” que tenían los zapatistas: la influenza española que azotaba al mundo en esa periodo también hizo estragos en la población de Morelos.

La influenza española apareció en el mundo también en un contexto de profunda conflictividad, la Primera Guerra Mundial. Se  le llamó gripe española, precisamente porque fue España el país que la dio a conocer al mundo al no encontrarse sujeta a la censura que implicaba a muchos países por su participación directa en el conflicto bélico. Lo cierto es que esta epidemia fue devastadora para la Europa de 1918 y por supuesto para el planeta.

Los efectos que un pandemia puede tener en el devenir histórico del mundo ha sido estudiados por infinidad de historiadores profesionales y han sido estudiados también los efectos que, para regiones específicas, han tenido las enfermedades masivas según las condiciones específicas de sus sociedades. Las pandemias no son cosa nueva la historia de la humanidad.

Casi al finalizar la segunda década del siglo XX México sufrió la llegada de una epidemia letal cuando en una buena parte del país se desarrollaba una guerra civil, y esa situación, con todas sus implicaciones en la sanidad, en la economía, en la pobreza tuvo efectos devastadores para algunas regiones en guerra como lo era el estado de Morelos.

Para el zapatismo significó un desastre, en el plano político, en el de la sanidad pública, en el económico, pero sobre todo en el plano militar.

En su obra clásica, Womack señala que la epidemia de gripe apareció en la Ciudad de México a principios de octubre de 1918, en un momento clave de la reorganización de los rebeldes surianos y que se propagó de inmediato al sur entre otras cosas por la movilidad de personas que había entre la capital del país y el estado de Morelos.

De acuerdo con el historiador, en ese momento las condiciones de la región y de los zapatistas eran sumamente idóneas para la propagación de la epidemia: “la fatiga prolongada, las dietas de hambre, el agua mala, los continuos traslados. En las montañas donde se encontraban los campesinos más pobres y donde muchos jefes tenían sus campamentos, el duro frío invernal quebrantó  la salud de miles de hombres. En los pueblos y ciudades los cadáveres se acumulaban más rápido de lo que se los podían enterrar”.

Ya para diciembre, sigue Womack, zonas como Cuautla o Cuernavaca habían perdido a una gran parte de su población y “en el campo, en chozas hechas a las carreras, hombres, mujeres y niños se estremecían de fiebre durante días sin medicinas o alimentos hasta que morían unos tras otros. Supervivientes avisados abandonaron a sus muertos y huyeron hacia Guerrero a climas mejores del sur del río Balsas”.

Como la guerra continuaba y el zapatismo vivía entonces una etapa de gran afectación política y militar, los federales que patrullaban en varias zonas del estado encontraron a su paso pueblos enteros literalmente abandonados, era la paz de los sepulcros, afirma Womack. Y en la ciudad de México, medios de comunicación afines al carrancismo llegaron a cabecear su primera plana con a frase “la influenza española continúa su obra pacificadora en Morelos”.

Y era esa una realidad inobjetable, pues Morelos perdió con motivo de la influenza española en 1918 la cuarta parte de su población, pero ni esa cifra superó el número de muertos ocasionados en 1914 por los embates de Victoriano Huerta.

De acuerdo con Womack, aunque no enfermaron muchos jefes zapatistas el número de soldados que contrajeron la influenza si fue considerable, lo que sin duda afectó a la organización militar de los sureños y tal vez definió muchas de las decisiones que más adelante se tomaron.

Las afectaciones de la influenza española en el territorio morelense no hubiera sido la misma en tiempos paz, y posiblemente, el desenlace del zapatismo en la revolución mexicana como una de las facciones perdedoras del movimiento armado, no hubiera sido igual sin la aparición devastadora de la epidemia de gripe española que diezmó a la población del estado, pues “todo Morelos era zapatista”.

Del mismo modo que en la Europa de 1918, la gripe española no hubiera tenido la letalidad que registró de no haber encontrado una población diezmada por la guerra, con infinidad de problemas para la sobrevivencia y con una movilidad producto del conflicto bélico. Se calcula que en ese año murieron millones de personas por la pandemia.

Por ello, aún con las guerras económicas que se viven ahora, con la globalización y sus múltiples consecuencias en el mundo, aun cuando la pandemia del coronavirus covid 19 tomó al mundo entero por sorpresa tenemos que pensar como ya lo apuntan algunos historiadores del presente que hay sociedades que salen fortalecidas de las catástrofes, esperamos que este sea nuestro caso.

Y que la epidemia de hoy nos cambie para bien.