Juego de Manos - Plomo y pólvora
En opinión de Diego Pacheco
El conflicto armado entre Ucrania y Rusia ha llamado la atención de la agenda pública nacional e internacional. Videos, fotografías, testimonios y opiniones inundaron las redes sociales, los medios de comunicación y los discursos públicos conforme se alerta sobre las posibles consecuencias que podría tener el arranque de esta guerra, incluida la alerta de una posible antesala para la Tercera Guerra Mundial.
En este contexto, nuestro país ha sido cauteloso en cuanto a su comunicación, llamando al diálogo entre las naciones involucradas y condenando la violencia de todo tipo. En diferentes condiciones, esta comunicación sería pasada por alto; no obstante, dada la cercanía de uno de los actores principales, Estados Unidos, se están mirando con recelo los movimientos que realiza el Gobierno de México. La precisión, prudencia y estrategia diplomática cobran especial relevancia.
Hasta el momento, las repercusiones que enfrenta Rusia son económicas y políticas, con el bloqueo de sus cuentas y las condenas internacionales como única acción visible y relevante. La Organización de las Naciones Unidas brilla por su ineficiencia y el derecho al veto demuestra una vez más que la incapacidad institucional de actuar de manera relevante parte, en gran medida, desde sus reglas de operación.
Ahora, en el mar de opiniones concordantes y encontradas, hay algo que vale la pena observar: la enorme visibilidad que se está teniendo del conflicto. La guerra en el contexto de las redes sociales nos permite observar, para bien o para mal, el detrás de escenas del campo de batalla y los enfrentamientos.
A partir de ello es que hemos podido observar a las milicias y al ejército en posición de combate, el estallido de las bombas y los destrozos; pero también el rostro de quienes lucha, el testimonio de quienes se enlistan y el proceso de entrega de armas. Estamos viendo el conflicto superficial de manera transparente, inmediata y en alta definición.
En este sentido, la construcción de historias y narrativas ocurre de manera acelerada. Independientemente de los antecedentes al conflicto y las injerencias internacionales en el mismo; la historia está, en su mayor parte, acordada en la opinión pública: Ucrania es la víctima del villano supremo, el gobierno ruso de Vladimir Putin. De nueva cuenta se demuestra que los conflictos ocurren en el plano físico y digital, y que la batalla por la opinión pública ocurre en paralelo con el intercambio de plomo y pólvora.
Teletrabajo y migración
En redes sociales se abrió un debate en torno a la gentrificación dentro de la Ciudad de México, ello a partir de que una usuaria recomendara el teletrabajo desde la
Ciudad de México por su atractivo turístico y costos accesibles (para una población extranjera). A partir de ello, la conversación en torno al turismo y la migración irresponsable y sus consecuencias para la población local dio inicio. La gentrificación es un fenómeno que, en los casos más graves, puede hacer inaccesible la vida de las personas dentro de sus propias comunidades, forzándoles a migrar a otros espacios o vivir en precariedad. Esta es la crítica que se hace hacia las y los nómadas que ven a México y a América Latina espacios de trabajo atractivos lejos de la oficina.
Este fenómeno toma particular relevancia en el contexto actual porque, cómo bien se señaló al inicio del debate, el trabajo a distancia comienza a tomar fuerza alrededor del globo, debido a que es una manera práctica —para personas empleadas y empleadoras— de realizar actividades reduciendo costos y, si bien no es una alternativa para todos los trabajos, puede ser aplicada para una gran parte del trabajo de oficina. Dicen por ahí que el fin de la pandemia podría estar cerca, a partir de la ola de contagios por la variante Ómicron en todo el mundo, pero los cambios que esta contingencia trajo a nuestro estilo de vida estarán, como el virus, presentes de aquí en adelante.
Por cierto
La semana pasada se contabilizaron 4 posibles feminicidios en la Ciudad de México en menos de una semana. El lunes, los cuerpos de Anahí Michelle, Marcela y Brenda Isela fueron hallados sin vida; el jueves, el cuerpo de una mujer desconocida de entre 25 y 30 años fue encontrada en la pista de canotaje de Cuemanco. Estos hechos, aunque aislados entre sí, posiblemente formen parte de un mismo fenómeno violento que acecha a nuestro país, por lo que se activó el protocolo correspondiente para su investigación e, idealmente, procesamiento.
Hay quienes señalan que estos casos se explican por un incremento de la violencia de género conforme se acerca el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo; sin embargo, hay que tener claro que las agresiones por cuestión de género ocurren día con día, en todos los espacios y a lo largo de todo el espectro de gravedad. En este sentido, queda claro que un día al año (13, si le sumamos los 12 días naranjas) es insuficiente para alzar la voz en contra de este tipo de violencia. Es importante reiterar, reflexionar y formular nuevas acciones que, idealmente, logren erradicar esta problemática que ha trascendido administraciones, ideologías y personajes de manera cotidiana.
Como cada año, este 8M podemos esperar manifestaciones que se extiendan tan lejos como lo hace la violencia de género, es decir, a lo largo y ancho del país. Con el conocimiento anticipado de ello, valdría la pena reflexionar los hechos desde una perspectiva diferente a la que acostumbramos, con una mirada al fondo sobre la forma y, a su vez, con un esfuerzo por detectar los inicios de estas agresiones en nuestros entornos.
Ni una más hoy, mañana y siempre: