Juego de manos - Los números no lloran

En opinión de Diego Pacheco

Juego de manos - Los números no lloran

¿Qué tuvieron en común el secuestro, y posterior homicidio, de Norberto Ronquillo y Leonardo Avendaño en la Ciudad de México? De acuerdo con la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, que estos se tratan de casos aislados “No es un tema de crisis sino de llamado de atención a la Jefa de Gobierno y a las autoridades”; de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) y con la asociación Alto al Secuestro, son dos casos que le dan rostro a un problema que ha aumentado abruptamente en lo que va del año. Entonces, sí, un llamado muy, muy fuerte a Claudia Sheinbaum. Un altavoz al oído que, quizá, grita “crisis”, pero definitivamente no es una crisis.

            Según cifras del (SESNSP), órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobernación, de enero a abril del 2019 el número de secuestros aumentó un 371% en comparación con el mismo periodo del año pasado. Por su parte, la asociación Alto al Secuestro, sostiene que la CDMX está entre las 5 entidades federativas con mayor incidencia de este delito, que en su conjunto suman el 68% de los casos en el país. En conferencia de prensa, su presidenta, Isabel Miranda de Wallace, señaló que el ilícito en la capital ha aumentado 103.4% comparado con los primeros 5 meses del 2018, y que en lo que va de esta administración se han registrado 68 raptos, lo que equivale a un promedio de 11 secuestros por mes. Finalmente, el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal señala que por cada crimen que se denuncia, hay otros 5 que no, es decir, que de ser así no estaríamos hablando de que 11 personas son privadas de su libertad al mes, sino que son 66 las personas que son víctimas de este delito mensualmente.

Entonces, tanto una Asociación Civil como un órgano desconcentrado de una dependencia federal refutan lo señalado por la Jefa de Gobierno, pues señalan que hay un incrementó altísimo en el número de secuestros que ocurren en la Ciudad de México, y si toman en cuenta los delitos que no se denuncian, las cifras de este crimen podrían elevarse hasta el cielo. Vaya, parece ser que esta llamada de atención llegó demasiado tarde.

Cuesta trabajo dimensionar un problema si no se le pone un rostro a las víctimas, no es hasta que se humanizan las cifras que estas se vuelven llamativas. Cuando se le da nombre y vida a las víctimas del secuestro es que da cuenta que tan solo un rapto debería ser motivo de atención. Es por eso que el caso de Norberto Ronquillo y Leonardo Avendaño son tan importantes, pues han sacudido las redes y tomaron gran parte de la agenda de la semana pasada.

Norberto estudiaba la licenciatura en Mercadotecnia Internacional en la Universidad del Pedregal, tenía 22 años cuando se le fue arrebatada su libertad el 4 de junio, y fue esta la edad con la que murió, 7 días después de su secuestro, su cadáver fue abandonado en un paraje en Xochimilco; su familia pagó un rescate por él que nunca se concretó.  Leonardo, de 29 años, había terminado una maestría en la Universidad Intercontinental, su cuerpo fue encontrado en su coche el 12 de junio; en este caso no hubo ninguna exigencia de rescate y su cuerpo fue hallado con indicios de tortura.

La madre de Norberto, Norelia Hernández, dijo a los medios que la tragedia de su hijo no es un tema político, y quien escribe esta columna no está de acuerdo con ello. Esto es un tema político porque representa un problema al que no se le ha podido dar solución desde hace demasiado tiempo; que tiene un alcance nacional, sí, pero que concentra el 68 por ciento de los casos en tan solo cinco entidades federativas; porque mientras hay familias de luto y ciudadanos en constante alerta, la Jefa de Gobierno se refiere a ello como una mera llamada de atención, nada de qué preocuparse. Este no es un tema nuevo, ¿que ya se nos olvidaron los secuestradores que pretendían ser novios de chicas en el metro?

El primer paso para resolver un problema es aceptar que este existe y dimensionarlo. La capital del país, así como muchos otros estados, enfrenta una crisis de inseguridad, y concentra gran parte de los secuestros que ocurren en la república. No hace falta llamar la atención de Claudia Sheinbaum, ella ya debería estar consciente de esta situación y actuando para resolverla, es ridículo que a casi 7 meses de haber iniciado su administración comience a darse cuenta que los secuestros son un problema al que vale la pena prestar interés. Las cifras son públicas y vienen de fuentes gubernamentales y no gubernamentales, es momento de actuar para enfrentar el problema de manera efectiva, porque este no se va a resolver solo.

Quizá, la normalización de los secuestros ha llegado hasta la esfera política, y tener por lo menos 11 secuestros al mes no resulta alarmante. Quizá el problema de inseguridad ha llegado a un punto tan crítico que tanto ciudadanos como servidores públicos prefieren, si tienen que irse por uno, mirar las cifras sin profundizar en las víctimas. Porque los datos duelen menos y los números no lloran.

¡Ojo!

Hay un caso que comienza a hacer ruido y al que hay que ponerle especial atención: Ana Karen García, una mujer de 28 años, fue secuestrada el domingo 9 de junio a las afueras de su edificio en Polanco, en la Ciudad de México. El plagio fue captado por una cámara de seguridad, y fue presenciado por varios testigos que decidieron no intervenir en defensa de la víctima. Los resultados de este delito aún no salen a la luz, así que solo queda esperar que todo resulte bien para Karen, que las autoridades capitalinas hagan lo necesario para que su desenlace no sea como el de Norberto o el de Leonardo, y que pongan manos a la obra para darle una solución pronta a este problema. El tiempo, en este caso, son vidas, y no hay tiempo que perder.

 

Entonces, ¿crisis o llamado de atención?:

diegopachecowil@gmail.com