Juego de Manos - Irresponsabilidades

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos  - Irresponsabilidades

La semana pasada fue muy costosa para el presidente. La imagen inmaculada que pudimos observar durante los primeros meses de su gobierno y su capacidad casi infalible de desviar las críticas que le lanzaban hacia los gobiernos anteriores, los conservadores, o cualquiera de sus opositores se está agotando.

El pasado jueves, López Obrador se encontraba de gira por el estado de Guerrero, en su recorrido por el municipio de Ometepec. Ahí, fue interceptado por el casi-protocolario conglomerado de personas en el exterior de su hotel, quienes buscaban acercarse para tomarse fotografías, abrazarlo, saludarlo y, como es costumbre, el presidente se adentró a la masa para interactuar con ella.

Dentro de las imágenes de esta convivencia, hubo un momento que captó la atención de los espectadores: al presidente le entregan a una niña de 4 años para que lo salude, a lo que responde tomando a la niña, besándola y mordiendo/succionando su mejilla izquierda. Este momento fue bautizado en Twitter como #AMLOpedofilo y sería el inicio de una gran ola de molestia en torno a la manera indebida en que el presidente toca a la pequeña.

Ante la marea de críticas que cayó sobre el presidente, el padre de la niña lanzó un video a redes sociales en el que defendía al Ejecutivo Federal —o el más amado y querido por todos los mexicanos, de acuerdo con su perspectiva— señalando que, tanto él como su hija, estaban muy entusiasmados por ver a Andrés Manuel, que la actitud de la niña fue culpa de la  multitud que se encontraban en el lugar, todo eso combinado con el deseo de la menor de saludar al presidente; por lo que debemos ignorar el rostro de la pequeña de 4 años en las imágenes “malintencionadas” que circulan, pues ella estaba muy contenta, solo que estaba nerviosa. Vemos.

Asimismo, en redes sociales se acompaña la imagen reciente de su gira por Guerrero con imágenes más antiguas en las que, de nuevo, tiene actos inapropiados con niñas pequeñas. Es decir, este no es un tema nuevo, lo nuevo es este tipo de atención.

Para comprender la gravedad de lo ocurrido hay que remitirnos como siempre al contexto en el que se dieron los hechos. Hoy enfrentamos un escenario complicado para el país. El covid-19 (o coronavirus) se está esparciendo rápidamente alrededor del mundo. México, que hace un mes no contaba con ningún caso confirmado de la enfermedad, ya tenía 14 casos a inicios de la semana pasada; para el viernes, eran 26 y, al momento en que se redacta esta columna, este número se ha incrementado a los 53. El número de casos bajo estudio es de 176. Asimismo, se rumoraba que el virus había cobrado su primera víctima, el empresario José Kuri, quién —afortunadamente— se encuentra con vida, pero en estado grave.

Sin embargo, el escenario está por complicarse aún más. Se prevé que el mayor brote infeccioso se de entre el 20 y 30 de marzo, por lo que a partir de hoy cada día será importante para controlar (o acelerar) el crecimiento del virus en el país.

Consecuencia de ello, las autoridades han comenzado a tomar cartas en el asunto. Por un lado, la Secretaría de Educación Pública ha tomado la decisión de adelantar y extender el periodo vacacional de la Semana Santa para todos los niveles educativos; haciendo que este comprenda los días del 20 de marzo al 20 de abril, con el fin de que las y los alumnos tomen estos días para resguardarse y evitar un contagio masivo en las instituciones educativas.

Asimismo, las autoridades del sector salud están considerando adelantar medidas de acción para preparar al país ante la inminente llegada de la Fase 2 del covid-19. Esta etapa, que le sucede a la importación viral (o el contagio por personas que vienen del extranjero), comprende el aumento a cientos de casos y la pérdida del origen de las infecciones. En este punto el contagio se agiliza y se deben tomar medidas más estrictas para contener los contagios comunitarios. Los saludos a distancia y la reducción de actividades en el exterior son algunas de las medidas que se toman en este momento.

Por otro lado, es importante observar que este desafortunado suceso se da a escasos días del Día Internacional de la Mujer y del Paro Nacional de Mujeres, fechas en las que se enfatizaron los diferentes tipos de violencia que sufren las mujeres a diario y se urgió a los hombres reflexionar acerca de sus propias conductas.

Sin importar las declaraciones del padre de la niña, el acto de besar a una mujer (menor o mayor de edad) sin su consentimiento es violencia. Y el hecho de que lo anterior sea protagonizado por el presidente de la República no solo abona a la normalización de estas acciones, sino que promueve su reproducción. La investidura presidencial pesa mucho, y este tonelaje debe ser manejado con cuidado. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.

Esta no es la primera ocasión en la que el presidente se ve envuelto en un problema de esta naturaleza. Desde el inicio de su administración en el que llamaba “corazoncito” a las mujeres que se le acercaban, hasta el gran debate (o gran negación) que ha tenido en los últimos meses con mujeres periodistas, quienes cuestionan su estrategia de seguridad y las medidas que está tomando su gobierno para combatir la violencia en contra de las mujeres y el feminicidio.

Es irresponsable realizar giras en el país cuando el crecimiento del virus es inminente. Es aún más peligroso cuando se toma en cuenta que el presidente forma parte de los grupos más vulnerables y de mayor riesgo frente al virus.

Del mismo modo, es increíble observar la indiferencia del presidente (que ya lleva tiempo) ante las demandas legítimas de las mexicanas por generar las condiciones sociales en las que les sea posible vivir sin violencia de género, e indignante ver que las manifestaciones pasadas y la petición de reflexión le entraron por un oído y le salieron por le otro.

Este caso trasciende lo que se podría considerar como ataques políticos hacia él (o la rivalidad del mandatario con los conservadores, la derecha, el PRIAN y los demás supervillanos del país). Es un tema de salud pública, violencia contra la mujer y responsabilidad social.

Se necesita una persona responsable que dimensione con seriedad los problemas a los que el país y su administración se enfrentan, que actúe acorde, que reflexione sobre su propio comportamiento y atienda a las necesidades de la ciudadanía. Es inaceptable que problemáticas tan grandes se tomen con ligereza. En estos momentos no necesitamos a un héroe, valiente y amoroso que pretenda que todo va bien, en la silla presidencial.

 

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