Juego de Manos - El tiempo se agota

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos - El tiempo se agota

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), publicó su sexto informe de evaluación respecto a los impactos del cambio climático durante las próximas décadas. Este documento, que parte de un análisis del pasado y presente para realizar proyecciones acerca del futuro, ha sido definido como un código rojo para la humanidad, debido a que las conclusiones a las que llega son alarmantes.

El informe prevé que, de no tomarse medidas inmediatas, será imposible evitar que la temperatura global alcance o supere los 1.5 °C de calentamiento en los próximos 20 años ¿Cómo podemos traducir estos grados de más? Bien, un aumento en la temperatura global implica la agudización de algunos de los fenómenos naturales que hoy observamos, como sequías, inundaciones, estaciones cálidas más largas y temporadas frías más cortas. Ello, evidentemente, impactaría de manera negativa la producción de alimentos y el bienestar de las personas, especialmente de los sectores en situación de vulnerabilidad.

Esta es solo una fracción del problema. Aunado al alza de la temperatura y los fenómenos naturales que impactan directamente a nuestra especie, los ecosistemas a lo largo y ancho del globo se verán fuertemente afectados, poniendo en peligro la supervivencia de especies.

Para retratar los efectos del cambio climático en los mares, la NASA desarrollo una nueva herramienta de proyección del nivel del mar del 2020 al 2150. En este programa, se puede observar que playas mexicanas como Acapulco, Manzanillo, Cabo San Lucas, La Paz, y Mazatlán —en la costa oeste—, así como Progreso y ciudad Madero —en el Golfo— podrían sufrir estragos o, inclusive, desaparecer en los próximos 130 años. El panorama a nivel mundial sigue esta misma lógica.

A todo esto, ¿tenemos tiempo para revertir estos efectos? Sí y no. De acuerdo con el pronóstico de este grupo de expertos, se deben adoptar medidas drásticas e inmediatas alrededor del mundo —es decir, un esfuerzo internacional conjunto— para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. De no lograrse esta menta, prevenir que la temperatura de nuestro planeta se eleve 1.5 o 2 grados centígrados será imposible y los daños irreversibles.

El informe señala la innegable (y evidente) influencia de la humanidad en el aumento de la temperatura. Está en nuestras manos detener o acelerar la catástrofe en la que ya nos encontramos y que, con nuestra apatía, podría agravarse a niveles nunca vistos. Las acciones individuales son valiosas, más no suficientes para frenar esta problemática. El 71% de los gases de efecto invernadero son emitidos por 100 empresas trasnacionales, cuyo principal enfoque se encuentra en los combustibles fósiles. 

En este sentido, se requiere un cambio drástico a nivel social y, a su vez, en nuestras instituciones. Se deben implementar políticas públicas para regular los gases de efecto invernadero que emiten las grandes industrias, ya que ahí se encuentra la mayor producción de dichos contaminantes. En gran medida, estas medidas deben realizarse en torno a una transición de nuestra dependencia como especie sobre los combustibles fósiles, para transitar a energías más limpias. Las medidas laxas y permisivas abonan a un futuro que, más pronto que tarde, vendrá a cobrar factura (y será difícil que le lleguemos al precio).

En el aire, esta solución no solo parece sencilla, sino lógica. Finalmente, una catástrofe medioambiental global no se encuentra dentro de los intereses de ninguna nación. Sin embargo, hay que tener presente que un cambio verdaderamente efectivo sí va en detrimento de agendas públicas y privadas, ya que involucra sacrificios. Este bien podría ser el desafío más grande que enfrentemos (hasta la fecha) como humanidad. Está por verse si estamos a la altura del reto. 

 

Por cierto

 

Hablando de retos colectivos, toca zape. Desde hace varias semanas se ha alertado sobre la llegada de una tercera ola de contagios por covid-19 en México. Al momento en que esta se anunció, nos encontrábamos en el júbilo de una jornada de vacunación que avanzaba con pasos seguros y, afortunadamente, a pesar de que se registraban contagios elevados día con día, la ocupación hospitalaria se encontraba relativamente estable. La llegada de la tercera ola, más para mal que para bien, fue mucho menos llamativa que la de sus predecesoras. 

Hoy, el escenario ha cambiado. Los contagios en el país han ido en aumento constante, los semáforos en los estados han ido en retroceso mientras y las medidas de sanidad se mantienen laxas. Nos rehusamos como nación a soltar el recuerdo del verde. La meta se logró, pero no se pudo mantener. También, se registró la cifra más alta de contagios en toda la pandemia, con 24,975 casos en un solo día. Estos, en su mayoría, son contagios de la variante Delta —de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud— la cual presenta un mayor nivel de contagio que otras variantes. 

A diferencia del semáforo, la complejidad de la pandemia se ha mantenido en su nivel más alto, mientras que las manecillas del reloj no se detienen. Poco a poco nos acercamos al regreso a clases que, de acuerdo con altas figuras del poder, se llevará a cabo dentro de las aulas. Para ello, la Secretaría de Educación Pública dio a conocer una carta compromiso que deberá ser firmada por la persona tutora del o la estudiante. Este documento fue sujeto a cambios luego de una serie de criticas (que se mantuvieron a pesar de las modificaciones) que señalan que se trata de una carta con la cual el gobierno pretende evadir sus responsabilidades para hacer que las aulas sean espacios seguros para quienes acudirán a ellas.

Finalmente, hay que tener presente que se viene la temporada de festejo tras festejo, esa en la que las tiendas departamentales y los supermercados se convierten en espacios surreales que combinan los sombreros charros con las calaveras y los Santa Claus. El año pasado, esta época nos agarró en curva y fue la detonante de una ola de contagios que, hasta ese momento, no tenía precedentes.

La tercera ola incrementa su fuerza, los hospitales se saturan y nosotros, al parecer, no entendemos. Debemos tener especial cuidado en los meses por venir, para evitar una segunda época agridulce. Disfrutemos de los festejos con responsabilidad, siguiendo las medidas básicas de cuidado de la salud. La pandemia no ha terminado y el riesgo, como vemos día con día, se mantiene muy presente.

 

*Pandemio te juzga a la sana distancia*: 

 

diegopachecowil@gmail.com