Inclusión Educativa en la UAEM - Deficiencia y discapacidad: OMS

En opinión de Eliseo Guajardo Ramos

Inclusión Educativa en la UAEM - Deficiencia y discapacidad: OMS

In memoriam a

Ana Brusco

Una argentina ejemplar en la Inclusión

 

 

Desde la primera publicación de la Clasificación Internacional del Funcionamiento de la Discapacidad (CIF) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la Organización de las Nacionales Unidas (ONU), en 1980, se diferenció entre Deficiencia y Discapacidad. Incluso, agregaban otro concepto, el de Minusvalía. Refiriéndose la deficiencia al funcionamiento orgánico corporal; la discapacidad, al desempeño individual de la persona con discapacidad en su entrono social; y, la minusvalía a la discriminación institucional o normativa que afecta a las personas con discapacidad. Hacía énfasis esta clasificación en que la discapacidad no era consecuencia de la deficiencia, sino del entorno social; esto es, del ambiente excluyente o inclusivo lo que determinaba el desempeño con o sin discapacidad. La discapacidad, es un desempeño variable y relativo en función de los ambientes de inclusión, que varían de uno a otro. En el hogar, en la escuela, en la calle, en algún paseo o recreación, etcétera. Entre los tres términos, constituyen un dispositivo sistémico. O sea, cuando se modifica alguno de ellos, se alteran los demás. Es un sistema dinámico de ajuste permanente, de equilibración y desequilibarción constante. Lo que significa más bien es que hay ambientes discapacitantes y no discapacitantes, más que personas con discapacidad.

La deficiencia, en cambio, puede ser estable e irreversible, sin cambio; es orgánico biológica, mas que social. El combate a la minusvalía se da en el frente de la normatividad excluyente. Cambiando las restricciones que institucional y oficialmente han tenido las personas con discapacidad para formar parte de grupos y ambientes de convivencia con todas las personas (sin discapacidad). A veces, se minimiza esta labor señalando que esa no es la inclusión, que solo está en el papel. Pero estas leyes y normativas le quitan la legalidad a la exclusión. Además, si de leyes se trata son el soporte para poder asignar presupuesto para fines incluyentes. Sin ley, no hay presupuesto financiero público. No es poca cosa y, efectivamente, no es la parte decisiva para la inclusión, si de actitudes se trata, ya que no puede dictarse la inclusión por decreto, a lo sumo se puede prohibir la exclusión mediante decretos y normativas para compartir espacios comunes por derecho, por Derechos Humanos.

 

Lo que sigue siendo un hecho es que entre deficiencia y discapacidad sigue habiendo confusión anfibológica. Decimos una para referirnos a otra y la tratamos como si fueran sinónimos. También, que la OMS emitió en el 2000 un nuevo CIF, en el que ya no hace una diferenciación tan esquemática entre deficiencia y discapacidad, es un concepto más complejo y amplio que implica a la deficiencia y discapacidad en el término de discapacidad. Primando el concepto social de discapacidad, esto es, no reducir el concepto de discapacidad al de deficiencia. Esto significa que debemos aplicar los términos en su justa dimensión. Por ejemplo, un aspirante en silla de ruedas que tenga todas las condiciones de accesibilidad física para presentar su examen de selección no podrá ser considerado con discapacidad para presentar su examen en estas condiciones. Por lo que no le aplicará el Artículo 6° Transitorio del Reglamento de Ingreso, Revalidación y Equivalencia de la UAEM (Que señala que el puntaje no aplica a los aspirantes con discapacidad hasta que no se estandarice este examen con población con y sin discapacidad). El puntaje que obtenga por CENEVAL será el que sea considerado para su ingreso de acuerdo a la Convocatoria en turno. O sea, para este examen “no tiene discapacidad”. La sola deficiencia en este caso no propicia una discapacidad. Pero este criterio deberá estar siempre en vigilancia, para estar revisando de forma constante, en qué casos sí y en qué casos no opera una discapacidad.

Conocí a Ana Brusco y a Graciela Ricci, en marzo de 1993. Venían al emblemático evento anual de Educación Especial que organizaba Rocío Castañón en Puerto Vallarta. En este evento asistí como Director General de Educación Especial de la SEP. También, estuvo Gerardo Echeita y otros colegas que eran las directoras y directores de Educación Especial en sus países de América Latina. Eran todos egresados del Diplomado sobre Integración Educativa que ofreció la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) con sede en Madrid. Invité a todos ellos para que de regreso, estando en el D. F., acudieran a una visita a una Escuela de EE de capacitación para el trabajo. También, a mi amiga Araceli Bechara -única madre de familia con una hija con discapacidad, que fue abriendo espacio para los padres en este tipo de reuniones “técnicas”-. Esta Escuela era la heredera de lo que fue el Instituto Médico Pedagógico, que fundara el Dr. Roberto Solís Quiroga. Ahí, de forma colegiada comentamos lo que significaba la Integración Educativa en cada uno de nuestros países. Algunos recuerdan esta reunión como la reunión de la OEA para la Integración Educativa. En junio de 1994, en la Conferencia Mundial sobre Necesidades Educativas Especiales. Acceso y Calidad, en Salamanca, España, auspiciada por la UNESCO, en 1994. A la que acudimos los responsables de EE de nuestros países. Posteriormente, hubo varias reuniones educativas en Buenos Aires, unos por la Federación y otras por el Municipio. En todas estas, pernocté en varias ocasiones en casa de Ana, conversábamos con Ana y Graciela, vivamente los problemas y dificultades para implantar la Integración Educativa, siempre tan controvertida. Me tocó dar unas palabras en la inauguración de la Maestría en Integración, en la Universidad Popular Autónoma de Puebla (UPAEP) que organizó Mónica Spinka (una buena amiga cordobesa y mexicana). Fue un gusto ver el entusiasmo con el que emprendían su posgrado. Finalmente, en octubre de 2019, me acompañaron al reconocimiento que recibí del Senado, la Cámara de Diputados y la Federación de Municipios, de Argentina en el recinto del Senado, en Buenos Aires. Nos vimos previamente para desayunar en el restaurante Casa Blanca, que está en contra esquina del Congreso. Y en la condecoración, me hicieron sentir que estaba en familia. Tan fue así que ingresaron conmigo durante toda la mañana que duró la ceremonia para la entrega de preseas a los galardonados de todos los países de América Latina. Esto no quedó ahí, fui invitado a n evento académico de aniversario a dictar una conferencia. A lo largo de todos estos 30 años, he podido estar en un diálogo permanente con Ana y Graciela. No puedo hablar de Ana sin mencionar a Graciela. Este domingo pasado recibí la fatal noticia de parte de Alejandra Alcardini -una antigua colaboradora de ellas- de saber que Ana había fallecido. Mi cabeza dio un vuelco con los recuerdos de todos estos años. Q. E. P. D. Ana, era muy realista y nos hacía poner los pies en la tierra con nuestras utopías ¡Nada fue en valde con Ana!

 

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