El tercer ojo | Sobre la violencia y nuestra deshumanización (SEGUNDA PARTE)

Hace ya varios años (1982), la editorial Fondo de Cultura Económica publicó un libro de Erich Fromm intitulado El Corazón del Hombre. La idea de este texto consistió, según su autor, en la demostración de que tres de los conceptos fundamentales de la teoría freudiana (“El Complejo de Edipo”, “El Narcisismo” y “El Instinto de Muerte”) permitirían comprender y explicar la naturaleza humana y su expresión en nuestra sociedad contemporánea. Según Erich Fromm, la naturaleza propia del ser humano se hallaba explicada por estas tres categorías. El miedo, la envidia, los celos, así como el comportamiento de autodestrucción que muestra nuestro comportamiento obedecen a tal naturaleza.

Por otro lado, la editorial Paidós (2008) publicó, del mismo autor, el libro El Miedo a la Libertad; en éste Fromm aplica nuevamente los principios del psicoanálisis para tratar de explicar y comprender los rasgos y características violentas, dictatoriales y antidemocráticas en virtud de lo que en su momento Sigmund Freud expone en su obra Tótem y Tabú; es decir, en las categorías que ya trabajaba para explicar la propia naturaleza humana.

Estas dos obras tratan de mostrarnos cómo los conceptos y categorías fundamentales del psicoanálisis permiten comprender y explicar la “Naturaleza Humana”, tanto en un sentido individual, como colectivo.

Siglo XXI Editores (1971), publicó el libro Sobre la Agresión, el Pretendido Mal, de quien fuese considerado uno de los fundadores de la etología; a saber, Konrad Lorenz. Este libro, fundado en estudios del comportamiento animal, sugiere que la conducta agresiva o violenta encuentra sus raíces en la categoría biológica de “instinto”, que permite sostener que la “maldad” sirve para algo bueno, a saber, la adaptación biológica y la sobrevivencia; asimismo, trata de demostrar que lo conocemos como agresión es espontáneo en el organismo, que obedece a pautas de comportamiento cercanas a las costumbres y a las ceremonias. Ergo, más que ser valorada bajo la óptica de la ética o la moral debe ser comprendida como parte de la naturaleza humana, explicada por los instintos.

Muy recientemente el primatólogo Frans de Waal publicó (como lo hubo hecho Jane Goodall) dos sendos trabajos que abordan la misma cuestión, sin embargo, a diferencia de Fromm y Lorenz, sostiene que condiciones impuestas por el comportamiento gregario (léase el conjunto de relaciones que establecen entre sí, pares e impares, los miembros de colectividades de diferentes grupos de animales) pudiesen permitirnos comprender y explicar, más allá de la biología y de los instintos, los conflictos, la agresión, la violencia, las relaciones de poder, los ritos de cortejo y seducción, la actividad sexual y la ética. Todas estas últimas categorías, sin duda, son parte de la vida social y no de la biología y los instintos, ésto es, deben ser analizados y afrontados como fenómenos sociales y no como fenómenos biológicos o psicológicos, despsicologizando y despatologizando el comportamiento violento o agresivo.

En la Chimpanzee Politics. Power and Sex, Among Apes (1982), abordando puntos parecidos a los que propone Freud, empero considerados bajo otro punto de vista, trata de explicar, en función de lo que él denominará “Mecanismos Sociales”, el desarrollo de la personalidad entre los primates, las “Relaciones de Poder” y de “Dominio-Subordinación”, el comportamiento sexual en términos de privilegios, la presencia de los conflictos, así como las estrategias de su resolución. En este sentido, fenómenos tales como la comunicación, las relaciones sociales, las competencias para negociar los conflictos, los intereses de grupo, la política de alianzas, entre otros fenómenos, no pueden ser explicados, según nos muestra Frans de Waal biológicamente; deben ser abordados y resueltos socialmente.

En el año 2013, de Waal publica El Bonobo y los Diez Mandamientos: en busca de la ética entre los primates, texto en el cual, a diferencia de Freud, Fromm y Lorenz sugiere que también existe, biológicamente hablando, el comportamiento solidario y “bondadoso”. Más aún, explica un conjunto de principios éticos que pueden observarse en el comportamiento de los bonobos y, todavía más interesante, los mecanismos de sanción que utilizan los adultos con los infantes para formar a los mismos bajo tales principios de comportamiento. (Continuará)