Árbol inmóvil - Comparecencias a ESAF: peripatéticas

En opinión de Juan Lagunas

Árbol inmóvil - Comparecencias a ESAF: peripatéticas

El lunes y el martes pasados, tuvo verificativo - de acuerdo al argot periodístico (la turbia neolengua)- la “pasarela” de quienes aspiran a ocupar el grado de auditor de la Entidad Superior de Auditoría y Fiscalización (ESAF). La falta de transparencia en el proceso, culminó en su elemento contrario: opacidad.

            Al margen de las improvisaciones, las argucias nomotéticas se tornaron en legaloides. En el segundo día, hubo un retraso de casi tres horas. La Comisión Calificadora limitó la observación; ante esto, “Morelos Rinde Cuentas” se retiró, aduciendo “oscurantismo”.

            La presencia de los contendientes se dio ante tres fuerzas políticas: PT, PES y Morena; empero, en el segundo ciclo, se unió Rosalina Mazari, del PRI. ¿Qué razón jurídica se dio? Prevaleció el mutismo… Esa mudez con la que la 54 Legislatura se conduce, cuando no esgrimen un argumento sólido. En un principio, se estipuló que cualquier persona podría ver los actos; sin embargo, al momento se cambió una parte de las políticas. Tania Valentina camufla su devenir como congresista y, acto seguido, emite juicios –a posteriori- ataviados de una carga subjetiva que sólo la creen (por la mercantilización de la palabra) los trotaconventos de la labor reporteril.

            En súmulas: no hubo certeza ni demasiada luz. Y, bajo esa tesitura, esto (al igual que el nombramiento del ombudsman) desembocará en la penuria y falta de credibilidad. El parlamento va por hacia el lugar de la calavera, donde se precipitan los cuerpos pútridos.

            Tampoco se estructuró un escenario para una transmisión en vivo, siendo que se había prometido. ¿Qué se oculta? El caso es que, se niegue o no, los movimientos sobre la tensión superficial de los escaques están dados (premeditados). Estamos frente a una puesta en escena “ridícula”. No es digna ni de un guion teatral absurdo. Este capítulo grotesco no lo asimilarían ninguno de los siguientes dramaturgos: René Marques, Fritz Hochwälder, Alfred Jarry, Antonin Artaud, Virgilio Piñera, Eugène Ionesco, Samuel Beckett, Georges Schehadé, Jean Genet y otros.

            Por ende, ¿qué se avecina?: un auditor “a modo”. Incluso con los niveles de transparencia necesarios, la decisión está decidida. Tres ideologías extinguibles; 17 parlamentarios más en el Pleno; una posición en juego… Una “pantomima”, dijera Carlos Monsiváis.

            Luego, como acontece, no pasará nada. La nulidad de la participación ciudadana es comparsa y, hasta cierto punto, cómplice. La parte crítica, que emerge de los abogados, adquiere un dejo de estridencia (en un instante); después, se difumina, como una hoja seca en el viento… igual que la caída de una gota de lluvia (sin soberanía del agua).

Parece que todo es un mosaico de duplicidad. Una planeación estratégica –no deliberada- que culmina en la aceptación. La momentaneidad del esnobismo, en el eco mediático, se queda ahí: en la consunción. Las comunidades lingüísticas retornan a lo suyo; dan la espalda y permiten el agobio de la corrupción y sus erosiones (o sus encubridores ominosos, como la muerte y la savia). Ni alejándose hay subterfugio. Un estigma recorre los muros y las mentes de cada trabajador del Congreso (no se salva nadie): el apotegma del menosprecio.

 

ZALEMAS

            Busqué la senda de la insatisfacción. No la divisé. El ardid de la conspiración reside, con mayor vehemencia, en trazar una línea transversal en cuanto a la ocupación: comer, dormir, ataviarse de vestido, convenciones sociales y demás atmósferas innecesarias y vanas. Todo es prescindible. Juana de Ibarbourou, en “Bajo la lluvia”, hipa:

 

¡Cómo resbala el agua por mi espalda!

¡Cómo moja mi falda,

y pone en mis mejillas su frescura de nieve!

Llueve, llueve, llueve,

y voy, senda adelante,

con el alma ligera y la cara radiante,

sin sentir, sin soñar,

llena de la voluptuosidad de no pensar.

            He ahí a la muerte. El frío del agua y su ulterior sequedad. Son estados del soplo perecedero… Las soledades de la tiranía.

Un pájaro se baña

en una charca turbia. Mi presencia le extraña,

se detiene… me mira… nos sentimos amigos…

¡Los dos amamos muchos cielos, campos y trigos!

Después es el asombro

de un labriego que pasa con su azada al hombro

y la lluvia me cubre de todas las fragancias

de los setos de octubre.

            La pugna ensombrece la angustia. Ésta está ensimismada en la jaculatoria. En el sigilo que desencadena un piélago de atrocidades, como el parpadeo o los ojos abiertos frente a nadie.

            (Hasta el próximo jueves)…