El Tercer Ojo - Sobre Educación Inclusiva e Integración Educativa (Tercera parte)

En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara

El Tercer Ojo - Sobre Educación Inclusiva e Integración Educativa (Tercera parte)

A: Eliseo Guajardo Ramos

 

Abordar ahora, en esta tercera colaboración del Tercer Ojo, el asunto de los denominados “Modelos de atención a las personas con discapacidad” (“Modelo asistencialista”, “Modelo médico-rehabilitatorio”, “Modelo social-educativo” y ahora el “Enfoque histórico-crítico”) demanda un ejercicio de precisión y claridad.

 

En principio debo expresar que siguiendo el Glosario de Términos en Psicología, y Neuropsicología, contenido dentro del libro Temas Selectos de Psicología y Neuropsicología con un Glosario de Términos en Psicología y Neuropsicología, de mi autoría (en prensa), entenderé por “Modelo”:

 

 “(…) el conjunto de Sistemas de Representación de lo Real, estructurados jerárquica y lógicamente y contrastables empíricamente, de manera tal que el sujeto cognoscente disponga de referentes que le permitan orientar su actividad –interpretativa, explicativa y comprensiva— dentro de los segmentos de lo real en que actúa, con cierto grado de confianza y certidumbre; asimismo, éstos permiten tomar decisiones y actuar con respecto a ellas, orientando su actividad hacia propósitos deliberados y explícitos. Es necesario destacar el hecho de que estos Sistemas de Representación de lo Real no se corresponden con calcos estáticos e inamovibles de lo real; dado que la realidad es dinámica y cambiante, en consecuencia, éstos también deben ser cambiantes y dinámicos. Finalmente, los Sistemas de Representación de lo Real cobran relativa independencia con respecto a los creadores de los mismos, de modo tal que éstos pasan a formar parte del conjunto de conocimientos científicos que posee la humanidad”.

 

Es decir, estos “Modelos” son en esencia “Modelos Teóricos”, “Modelos Explicativos” o, todavía más, “Sistemas de Representación y explicación” que permiten justificar una serie de prácticas o decisiones en la realidad.

 

Considero conveniente manifestar que la comprensión y explicación de la atención –educativa y terapéutica—de las personas con discapacidad, en sentido historiográfico-cronológico o en sentido histórico, es la fuente o el hontanar de la organización de estudios y publicaciones que han dado pie a la entrada de los famosos “Modelos de atención a las personas con discapacidad” como categoría conceptual y analítica de tales prácticas. Ahora bien, debo señalar que otras categorías han sido utilizadas para el mismo fin, entre estas puedo referir: “Paradigmas de Discapacidad y Exclusión Social”.

 

Para el estudio y la comprensión de la discapacidad, en los últimos años, se han considerado dos tipos de intervención paradigmática; por un lado, el “Paradigma médico-rehabilitatorio” y, por el otro, el “Paradigma de los Derechos Humanos”.

 

En este momento es necesario diferenciar nítidamente la noción de “Modelo” del sustantivo “Paradigma” en virtud de que para muchos de quienes se han abocado a investigar y escribir sobre esta cuestión, parece nimia tal distinción.

 

Siguiendo también el Glosario de Términos en Psicología, y Neuropsicología, antes referido, y recuperando las ideas del físico y filósofo de la ciencia e historiador estadounidense, Thomas Samuel Kuhn, en su libro La Estructura de las Revoluciones Científicas un “Paradigma” es:

 

“«El conjunto de realizaciones científicas, universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a interrogantes científicas aceptadas por una ‘comunidad científica’». Los paradigmas, como modelos explicativos de lo real, para cierta época, suelen atraer o convocar a un grupo de partidarios que durante un tiempo conforman la comunidad científica que, con base en el paradigma dominante, plantean problemas, hipótesis y modelos de investigación científica

 

Esto es, un “Modelo” es un Sistema de Representación de lo Real, sea o no dominante para cierta época, en cierto lugar; mientras que un “Paradigma” es necesariamente dominante y aprobado y bendecido por una “Comunidad Científica” para los usos que se le den en ciertos lugares y tiempos.

 

Visto bajo esta lógica conceptual pareciera que sería más propio hablar de “Prácticas paradigmáticas de atención a las personas con discapacidad”, en ciertos momentos de la historia y en ciertas regiones, de manera tal que éstas se colocan en una dimensión cronológica y en otra topológica.

 

Tales prácticas, como “objeto de análisis” que pudiera ser tratado bajo varios y legítimos “niveles de análisis”, dentro de un “campo empírico”, han requerido diversos “marcos conceptuales o teóricos” que faciliten el análisis e interpretación de dicho “objeto de análisis”, así como la construcción, ahora sí, de “Modelos comprensivos y explicativos”, a lo largo de la historia, de las “Prácticas paradigmáticas de atención a las personas con discapacidad”.

 

Luego entonces, ¿han existido diversos “Modelos de atención a las personas con discapacidad”? o, más bien, los “Modelos” son los sistemas de representación que derivan del estudio e investigación de las “Prácticas paradigmáticas de atención a las personas con discapacidad”, como realidad social.

Las “Prácticas paradigmáticas de atención a las personas con discapacidad” no derivan de los “Modelos de atención a las personas con discapacidad” ni estos últimos justifican las prácticas.

 

“A toro pasado”, las primeras han sido subsumidas dentro de los “Modelos” que eran, o son, herramientas conceptuales y teóricas para comprender y explicar, otra vez, a las prácticas.

 

Bajo estas consideraciones no puedo eludir otro asunto.

 

La elaboración teórica que ha construido una serie de “Modelos” no es, necesariamente la verdad. Es imprescindible e irrefutable la necesidad de contrastar la validez y pertinencia de estas categorías como herramientas comprensivas y explicativas de las prácticas que a lo largo de la historia se pretenden documentar.

 

Hasta la próxima.