El Tercer Ojo - Algo sobre la estrategia de comunicación ante COVID-19

En opinión de J. Enrique Alvarez A.

El Tercer Ojo - Algo sobre la estrategia de comunicación ante COVID-19

Nadie duda que hemos asumido el rol de “fiscales, jueces y verdugos” del comportamiento de “los otros” (los otros que no son “nosotros”, “los otros que no son “Yo”, “los otros” que no son “migo” o “ese otro” que me acompaña como objetor, “alter ego”, ‘socius’, o “Súper Yo”).

 

Ahora que cualquiera cambia su máscara y uniforme --de opinador—para súbitamente percibirse a sí mismo como “experto” en cuestiones de epidemiología, virología, comunicación, políticas públicas en salud y educación, etcétera.

 

Ahora que, además, se nos ha presentado, oportunamente, la coyuntura y la ocasión de tornarnos en “objetores de conciencia” (desde luego la conciencia de “los otros”), para responsabilizarlos, de lo que algunos leen como “fracasos”, “engaños deliberados”, “mentiras”, “aciertos”, qué sé yo, de las formas (estrategia y tácticas) que se han confeccionado e instrumentado para afrontar la epidemia y pandemia del COVID-19 en el mundo, en nuestra América Latina y nuestro México.

 

Ubicado aquí y ahora, después de 120 días de confinamiento domiciliario, distanciamiento físico y una campaña informativa por parte del Subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell, aunado a una campaña mediática –por parte de los medios de prensa, radio, televisión y redes tales como Facebook, Twitter, Instagram, etc.— concentrada de manera práctica en un único punto a tratar: número de casos positivos, de personas estudiadas y consideradas como casos negativos, número de casos que se contagiaron, enfermaron y recuperaron y número de muertes por COVID-19.

 

Observando la “desaparición”, desvanecimiento o eliminación de la realidad que trasciende al COVID-19 –de nuestro campo perceptivo y de conciencia—, considero prudente reflexionar sobre la campaña de Información y de comunicación por parte del gobierno en esta coyuntura.

 

Ello es relevante dado que no hallamos un sendero que nos permita transitar guiados por una luz al final del túnel que ilumine los siguientes pasos hacia una “nueva”, “inédita”, “original”, “inexplorada”, qué sé yo, “normalidad”.

 

Hay quienes aún piensan y creen, juzgan y opinan que la estrategia y tácticas impulsadas internacional, regional y localmente obedecen a una suerte de “experimento psicosocial” en aras de estudiar formas de control de masas ante eventualidades sociopolíticas que se prevén. Otros más se niegan a creer que la epidemia y pandemia del COVID-19 sea una realidad objetivamente existente y sostienen que es una “realidad inventada” con fines de control sociopolítico. No dejemos de señalar aquí las ideas “conspiranoicas” de ciertas personas que atribuyen este evento a creaciones de guerra biológica entre algunas potencias.

 

Ahora bien, cuando se admite la presencia del COVID-19, también se adicionan un conjunto de creencias que van desde la exageración de su “alta prevalencia” y “transmisibilidad” y, no menos importantes, también alarmantes “mortalidad y letalidad”; se piensa que las acciones impuesta a nivel mundial tendrán consecuencias, también imprevistas, en la economía y vida cotidiana de nuestros pueblos y comunidades. Es decir, se opina que, la estrategia y tácticas han sido, en el mejor de los casos, erróneas y, en el peor, que han obedecido a la incapacidad de los gobiernos –particularmente el de México—y adicionado a ésta, a la intención política, ideológica, partidaria y, sobremanera de manipulación con fines electorales.

 

No dejo de considerar que muchos de estos comentarios y opiniones forman parte de la lucha política e ideológica que se observa entre los diferentes grupos que componen nuestra sociedad.

 

En este marco informativo nos encontramos dentro de una enorme madeja de informaciones, datos, opiniones, creencias, anatemas, adjetivos y supuestos que nos tienen atrapados dentro de un arresto informativo que más que permitirnos analizar, interpretar y orientar nuestro comportamiento y actividad en esta coyuntura, nos introducen, cada vez más profundamente, dentro de los linderos de la incertidumbre, incredulidad, angustia, miedo, culpa y desesperación y, tal vez, “desesperanza o indefensión aprendidas”.

 

Finalmente, tanto por parte del Subsecretario Hugo López Gatell, como por sectores que se cuestionan la información y estrategia y tácticas promovidas y defendidas por éste y, en consecuencia, atacan y defenestran al mismo, ha surgido un término que se ha mostrado como el “verdadero evangelio” que sustenta su actos incuestionables e infalibles, como el escudo protector de sus verdades y como espada flamígera que desmantela los contrargumentos. A saber, el concepto y fetiche nuevo de “La Ciencia”.

 

Diversos opinadores, “críticos”, “analistas”, “intelectuales” (orgánicos o no), se anteponen el titulo de Dr., PhD., virólogo, epidemiólogo, matemático, estadístico, etc., tratando de mostrar con ello que son competentes y que lo que dicen es verdad incuestionable.

 

Parece que ahora la nueva religión es “La Ciencia”, como arma en manos de profetas y predicadores, que asegura la veracidad e infalibilidad de los que proponen, afirma, opinan o dicen.

 

Es este el maremágnum mediático que aparece como verdadera epidemia y pandemia y que, desde luego, nos impide analizar, reflexionar, decidir y orientar nuestra actividad colectiva e individualmente hacia fines compartidos.

 

Presentaré tres tesis que, por lo demás, no son mutuamente excluyentes, sobre este fenómeno comunicacional.

 

Primera. La estrategia y tácticas de comunicación social diseñadas e instrumentadas por el Gobierno Federal han sido fallidas.

 

Segunda. La estrategia y tácticas de comunicación diseñadas e instrumentadas por las oposiciones, sus operadores y voceros, han contribuido con las falencias de la estrategia y tácticas del Gobierno Federal, empero, paradójicamente, tampoco han abonado a sus propósitos.

 

Tercera. La sociedad en general, nuestras comunidades y pueblos, ante este confuso entorno, permanece en la indeterminación y en la incertidumbre.

 

Parece evidente e indiscutible que el único logro obtenido es: la perplejidad, el desasosiego, la ansiedad, el miedo, la culpa, la desesperanza, angustia y culpa, y los “mecanismo de defensa” del “Yo” o del “nosotros”.

 

Entre tales “mecanismo de defensa”, aparecen la “negación”, la “proyección”, la “represión”, el “desplazamiento” y la “racionalización”.

 

Ello muestra nítidamente un fracaso en el objetivo de alcanzar la conciencia de la población para afrontar exitosamente la pandemia y para conducir al desconfinamiento organizado.

 

Por lo que he referido considero que el error grosero y fatal de las estrategias y tácticas de comunicación masiva tanto del Gobierno Federal como de las oposiciones y de los usuarios de la “Redes Sociales” ha sido el superponerse. “egocéntricamente”, al decir del epistemólogo suizo Jean Piaget (“manque de décentration”) a la realidad que prexiste al sujeto cognoscente y que le sobrevive.