El día del padre
En opinión de Juan Salgado Brito
La vida es una responsabilidad y los hombres valen no solamente por lo que fueron o por lo que son sus padres, sino por lo que hagan de sus hijos, esto es una de las enseñanzas que muchos aprendimos a lo largo de nuestra formación, responsabilidad que debemos entender como un deber ante la vida en sus distintas etapas de nuestra existencia y sobre todo cuando se alcanza la condición y el título de padre ante los hijos, las hijas, la familia y la sociedad; es precisamente el cabal cumplimiento de los deberes de padre de familia, empezando por el compromiso de la honorabilidad, la autoridad moral y la observancia de valores para predicar con el ejemplo lo que realmente constituye el capital humano personal que cada quien asume como padre.
La celebración del Día del Padre tiene su origen en Estados Unidos cuando la estadounidense Sonora Smart Dood propone en 1909 en Washington que el 19 de junio fecha en que era el cumpleaños de su padre Henry Jackson Smart, un veterano de la guerra civil que quedó viudo y se hizo cargo de la formación de sus 6 hijos, fue todo un ejemplo de dedicación y amor hacía su familia. Esta propuesta fue muy bien recibida en varias ciudades y sectores de la sociedad norteamericana, pero es hasta 1966 cuando el Presidente Lyndon Johnson firma una proclamación que declara el tercer domingo de junio como Día del Padre, escogiendo un día no laborable para la celebración, convivencia y festejo. En México es hasta la década de los sesenta y más bien en 1968 cuando con motivo de las olimpiadas nuestro país se abre más al mundo y la euforia comercial impulsa la celebración del Día del Padre también en el tercer domingo de junio que en esta ocasión coincide con la fecha original que es el 19 de este mes.
Más allá de la mercadotecnia y de los intereses comerciales, esta celebración del Día del Padre es oportunidad para reflexionar y tomar conciencia sobre el deber de compromiso y de responsabilidad que entraña el ser padre a lo largo de la vida y no solamente ante los hijos e hijas, sino también ante la madre y esposa, frente a la sociedad y las leyes, sobre todo ahora que tanto se lucha por la paternidad responsable y se libran fuertes batallas contra el machismo, la violencia intrafamiliar y en muchos casos el abandono o el desentendimiento de los hijos; no se trata de ser solamente proveedor sino estar al pendiente de la educación, crecimiento y formación de los hijos.