Del concepto democrático

En opinión de Hertino Avilés Albavera

Del concepto democrático

Los actores políticos en México han gustado hablar de la transición democrática. En ella han encontrado, cada uno, diversos significados.

 

Los opositores lo han entendido simplistamente. Loven, como la derrota política del partido político en el poder. Así, desde esa óptica, el tránsito resulta exitoso, si el ex-partido oficialista, es el perdidoso. Pero, resulta el tránsito democrático un fracaso, y un retroceso al “dinosaurismo”, si obtiene triunfos electorales.

 

El tránsito, desde esta óptica, se constituye como el escenario en el que los espacios políticos se reparten entre las distintas fuerzas políticas que integran el universo en pugna. En esas fuerzas, están no solamente los partidos políticos, sino también, los grupos de presión, los grupos de interés, la iglesia, la milicia, las organizaciones no gubernamentales, etc.

 

Para el gobierno, la transición democrática, se observa y se busca diferente. En principio, el tránsito a la vida democrática, es una exigencia de índole internacional. Causa de importación, y de necesaria erogación presupuestal. La democracia es el sistema político que los organismos financieros internacionales “recomiendan” sugestivamente, para el efecto, de ser sujetos de créditos económicos. Sin embargo, en particular, para el caso mexicano, la democracia, tiene además, una razón anexa. La urgente legitimación en el ejercicio del poder político, que durante más de 70 años, se dejó para una mejor ocasión, y en donde esa ocasión, debió llegar, con riesgo, de que los actores nacientes, con apoyo mundial, ocasionaran colapsos y disturbios al orden interno.

 

Así, la transición democrática, tiene en México, un sinónimo, gobernabilidad.

 

Nuestra naciente “democracia” es, sin embargo,como algún autor la entendió, una “democracia de terciopelo”; es decir, una frágil democracia.

 

La vida parlamentaria en el país, ha entendido a la democracia como la oportunidad de colmar como partido político, sus expectativas de poder y de conservación de mando. Supervivencia como modo de vida. Actuación del ente político, más que del representante popular.

 

Las negociaciones internas para la obtención de los consensos necesarios y las cesiones mutuas de espacios públicos, es la forma actual de discusión y vida parlamentaria.

 

Resulta curioso, los grandes reclamos opositores formulados, apenas la década pasada, son ahora, la pauta de las acciones de los partidos que acceden al poder.

 

Los acuerdos cupulares tan discutidos por los antes partidos con representación minoritaria, son ahora el modo de conducta del gobierno parlamentario, en donde el silencio, calla al grito de lucha, convocado con anterioridad.

 

La democracia, no puede reducirse a ello. La democracia debería ser en México, la lucha por principios enarbolados durante la campaña y que como plataforma política sirven para el Partido que resulta propone a un candidato.

 

Estos principios, no están sujetos a negociación alguna, ni mucho menos a concertacesiones mutuas. La democracia se entiende, así como el cheque en blanco, que se le otorga a un dictador en las urnas, y que termina precisamente hasta que termina la vigencia de ese cheque, es decir, el periodo del candidato victorioso.

 

La democracia debe ser un tema de interés general, en el que la ciudadanía luche para lograr la supervivencia y la armonización de los poderes establecidos, como lo señaló Aristóteles al citar en su obra La Política que el poder no debe ser manejado por una minoría corrompida, como tampoco por una mayoría incompetente.

 

La democracia, debe permitir el disentimiento, es más acogerlo y buscarlo, ya que a través de las diferentes corrientes de pensamiento, una posición se enriquece y nutre, en beneficio total, lo que no ocurre precisamente en esos acuerdos cupulares, en donde se le huye al disentimiento, y se oculta de las posibles diferencias, como modo único de pensamiento y de acción, trayendo en consecuencia, para el país, una “frágil democracia”.

 

La democracia es el gobierno del pueblo, un gobierno en el que el pueblo participa de manera directa en la vida política de su Estado, quese construye día a día a través de la participación ciudadana en los asuntos públicos y la exigencia de sus derechos frente a los poderes establecidos de una manera pacífica, a fin de que sean respetadas sus garantías individuales, forma escrita de los derechos humanos.