Cuando sea demasiado tarde… - Psicología del Chavorruco

En opinión de Gabriel Dorantes Argandar

Cuando sea demasiado tarde… - Psicología del Chavorruco

Buen día, apreciado lector. Llegó el día esperado: ¡¡¡empiezan las vacaciones de semana santa!!! Prepárese usted para disfrutar de días de más tráfico porque por supuesto que mi joya del Cuauhnáhuac se va a llenar de chilangos amables, educados, y agradables (ya me encontré a uno en la autopista esta mañana), el agua seguirá escaseando, el internet perderá velocidad, y visitar las plazas comerciales será un gran placer. Su servidor tiene toda la intención de atender mis asuntos de investigación que no puedo atender regularmente por andar tratando de conservar mi empleo en mis horas laborales. Sin embargo, eso no quiere decir que no me pueda levantar tarde y trabajar hasta la madrugada, y a momentos remojar mis carnes en la alberca y disfrutas de las aguas de Jamaica. Ya hemos pasado la línea de los 30° y el sol se ha vuelto inclemente, a veces pienso que me pongo moreno nada más de recibir el sol dentro de mi casa. Bueno, no es que uno sea excesivamente rubio, pero hasta entre prietos hay niveles.

            Esta semana estaba platicando con mis estudiantes de licenciatura sobre las etapas del desarrollo psicosexual según San Sigmund Freud. Según el buen Ziggy son cinco las que uno debe de vencer antes de llegar a los 18 años (cosa que no explicaré aquí porque estos textos son para público en general). Su servidor comulga con un señor que se llamaba Erik Erikson. Como dato curioso, el buen Erik cambió su apellido de Homburger a Erikson porque cuando huye de Alemania a Estados Unidos para escapar del Holocausto, descubre que a sus hijos les hacen bullying en la escuela por su apellido (ya ve usted, el bully por lo general es bastante somero en sus procesos de pensamiento) y decide cambiarlo a uno que les recuerde a sus hijos quién era su padre.

            Erikson sostiene que uno nunca deja de crecer, y añade tres etapas más a lo que postuló Freud. Modifica un poco las primeras cinco, pero siguen siendo cinco y los periodos son muy similares. Sin embargo, propone tres adulteces que tienen metas particulares que se tienen que cumplir. La primera de ellas es la adultez temprana, esa etapa en la que uno tiene que terminar sus estudios (tal vez), insertarse en la fuerza laboral de alguna manera (ya ve usted que uno de los cárteles dominantes en este país es considerado el 5° empleador más importante), y aprender a lidiar con el sexo opuesto (o el mismo kof kof) a tal grado que uno se somete a las tres leyes. La siguiente etapa comienza con la vida familiar: uno ya está casado y empieza a aventar bendiciones como conejo. El problema de la proliferación es que ¡las bendiciones no se van! Tiene uno que básicamente cambiar pañales y tolerar agresiones por moderadamente treinta años, si bien va la cosa. La tercera adultez comienza cuando uno por fin logra evacuar a todas las bendiciones y se entrega a la maravilla de poder ser abuelo.

            La discusión giró entorno a la anacrónico y marchito que es el trabajo de Freud. El Psicoanálisis se funda por ahí de 1890 y está basado en todas las observaciones que Ziggy hace sobre sus propios pacientes, cosa que de por sí cimienta las bases de la Psicología en la enfermedad, y no en la salud (cabe aclarar que el Psicoanálisis no es una técnica mágica con la que uno lee el pensamiento de los demás, es una corriente ideológica que describe los procesos de pensamiento, estrategias para atender a la enfermedad mental, y propuestas para describir las estructuras sociales). Además, hace 130 años uno ya se encontraba casado y con hijos a los 16 años, cosa que sigue ocurriendo, pero ya no tan frecuentemente como entonces. La realidad del ser humano en general se ha modificado tanto que dichas estructuras requieren de un trabajo de renovación fuerte para poder describir el desarrollo del ser humano en general.

            Pues bien, el argumento final de este debate rondó al respecto de aquellos que no tenemos hijos y ya se nos caducó la adultez temprana. ¿Hemos fracasado como seres humanos en general? ¿Nos quedaremos en el limbo de la adultez temprana para siempre? ¿Fuimos incapaces de incorporarnos a la legión de conejos como especie dominante? En definitiva, habría que revisitar todas estas ideas y ajustarlas a estos tiempos o en definitiva proponer ideas nuevas, que describan la vida de hoy en día y no tener que ajustar la experiencia humana a lógicas de hace 130 años. Tal vez es solo que lo que más le hace falta a este planeta es dejar de llenarlo de homínidos y empezar a pensar en cómo va a terminar la cosa. Como dice Michael Cain en Interstellar: los últimos en morir de hambre serán los primeros en morir de asfixia.

Porque ya estuvo suave que me digan chavorruco, pero vámonos que aquí espantan.