Cuando sea demasiado tarde… - Pandemia 2.0 (Oh my Cron…)
En opinión de Gabriel Dorantes Argandar
Henos nuevamente por aquí, apreciado lector. Quisiera traerle buenas noticias, pero lamentablemente no soy portador de tales menesteres. El panorama cada vez está peor, y no tiene para cuándo recuperarse. El día de ayer se anunció que ya se tenía detectada una nueva sepa el Sars-Cov2, denominada Omicron. Al parecer su lugar de origen es Sudáfrica, pero ya se reportan casos detectados en Europa, en cosa de una semana o dos hará su aparición por estos lares, si no es que en menos tiempo. Esta variante es el doble de contagiosa que la variante Delta, y todavía no se tiene suficiente evidencia sobre la eficacia que las vacunas tienen sobre de ella, ya deje usted cuál vacuna de las disponibles para nosotros. Los Servicios de Salud llevan meses sosteniendo que tienen por ahí 40 millones de unidades, pero no las han distribuido y supongo que están esperando a que se acerque un momento de naturaleza electoral para esgrimirlas, así como hicieron hace unos meses. No extraña que en este país se de prioridad a los temas electorales por encima de todos los demás, pero insisto en que en términos presupuestales un millón o dos menos de individuos pululando por el territorio le significarían algún alivio a Gobierno Federal. Las estimaciones que presentan medios e investigadores indican que la pendiente de la curva se volvió a invertir, y a partir de ahorita comienza el ascenso en el contagio, la ola pasada se reportaron hasta 8 millones de contagiados, a ver a cuántos llega esta ola. Lo más fascinante del fenómeno es que el pico de la ola caerá más o menos sobre las fiestas decembrinas, y el mexicano en general ha demostrado obviar casi por completo las condiciones de sana distancia, uso de cubrebocas, y sanitización. Será sólo cosa de esperar un par de semanas, resguardarse lo más posible y estar al pendiente de las noticias.
También coincidió que el día de ayer anunciaron que la inflación en México alcanzó niveles no vistos desde hace 20 años, aunque el presidente López tuvo la osadía de solicitarle al pueblo de México su agradecimiento por la patética gestión que ha realizado en lo que va de su mandato. Por ahí de abril del año pasado anunció que la pandemia estaba domada, y un año más tarde siguen pichicateando las vacunas y jugando al retorno a la presencialidad. Entiendo que el autodenominado mejor presidente de la historia esté preocupado por sus números, que la inflación esté peor de lo que estuvo en las últimas tres administraciones tiene que significarle algo en su calidad de sueño, ya deje usted los niveles de violencia que estamos viviendo en diferentes estados de la gloriosa República Mexicana, los homicidios, los feminicidios, los disturbios sociales, la carencia de medicamentos (¿Ya pensaron cómo le van a poner de nombre al preciso, ahora que ya no se va a llamar Andrés Manuel?). Sin embargo, me llama mucho la atención la osadía de comunicarnos lo agradecidos que tenemos que estar de contar con él en la silla presidencial. Invariablemente de si lo estamos o no (su servidor no lo está), me alarma la necesidad de tener que recordarles a sus huestes que son afortunados por tenerlo, no se les vaya a comenzar a olvidar. Tal vez los números de la realidad y los números de la presidencia comienzan a coincidir en algunos ámbitos.
Es normal pensar que el país no está mejor porque no lo iba a estar, pero ya la necedad de sostener lo opuesto y querer convencer de ello es de especial interés científico. Todo esto en la tesitura del decreto presidencial para blindar las obras de infraestructura insignes de la presente administración. Supongo que es un alivio que la corrupción ya se acabó porque el presidente ya no roba (otra insistencia que sale sobrando), pero el énfasis legal al respecto de dicho decreto, en conjunción con el exceso de funciones de las fuerzas armadas, me tiene algo alarmado. No pretendo presumir de ser un experto en derecho constitucional, pero las notas y columnas que he leído al respecto de dicho decreto no son nada halagadoras. Incluso se tuvo que cambiar a la nominación de la gobernatura del Banco de México por el miedo que existe en el mercado sobre la conclusión del mandato, lo cual habla volúmenes por sí mismo.
Aquí en mi amado Morelos salió el Fiscal General a anunciar que, tal como se lo venimos anunciando en este espacio por ya más de dos años, que si no tiene a qué salir, se le recomienda mejor quedarse en casa porque va a llover plomo derivado de las acciones no muy claras que emprendieron esta semana al respecto de miembros de uno de los cárteles presentes en el estado. Todo pinta que este fin de semana habrá ajustes de cuentas entre los malos y los peores, por lo que la cosa no tiene buena apariencia. De por sí la industria turística y de entretenimiento ha sufrido en gran medida estos últimos años, la cosa simplemente se pondrá peor cada vez. No vi mucho del Commander in Absence en las noticias, al parecer andan cuidando al Cuau para la sucesión de la gobernatura de la Ciudad de México (cosa que suena medio de risa, pero pues sonaba de risa que fuera presidente municipal de mi bello Cuernavaca). Un descuido y capaz que hasta lo lanzan para la grande. ¿Conoce usted, apreciado lector, algún mexicano más popular que él?
Todo esto en el espacio de una semana. La delincuencia por los cielos, el coronavirus a la vuelta de la esquina otra vez, la crisis económica tocando a la puerta, el colapso institucional inminente. Sigo manteniendo la esperanza de que todavía no es demasiado tarde, pero me cuesta trabajo mantener altas expectativas con este panorama.
La esperanza, tengo entendido, es el veneno favorito del demonio.