¡Ay México, Ay Mundo!
En opinión de César Daniel Nájera Collado
En algunos artículos pasados he tenido un enfoque casi metafísico de las cosas, sin embargo, considero es hora de que me ataña a la realidad social que vivimos de manera más “aterrizada”, sobre todo de nuestro país.
En México, dividimos para obtener popularidad (i.e. poder). Así de sencillo. No solo con el reciente uso de las palabras infames “fifí” y “chairo” como calificativos inamovibles, sino desprestigiando las diferentes ideologías político/sociales (neoliberalismo, socialismo, etcétera), y también a medios de comunicación que supuestamente tienen “libertad de expresión”. Porque sí, el actual presidente dividió y venció, así como el mismísimo Donald Trump, pero esto no hubiera sucedido si nosotros no hubiéramos empatizado con la polarización. ¿Dónde están los recuerdos de cuando estos mandatarios formaban parte de la oposición crítica? ¿Acaso es camino solo de ida? En pocas palabras, “se llevan y no se aguantan”. Aún así, como ya dije, si la multitud no empatizara con tales divisiones, la hipocresía quedaría en solo unas cuantas personas.
En nuestra sociedad, es usual que solo nos sintamos identificados con las personas de lo que consideramos nuestro “estrato social”. Esos 9.3 millones de personas registradas en 2018 por el CONEVAL que viven en pobreza extrema, son simplemente unos números en entidades alejadas que no logramos ver desde nuestros altos edificios. Actuamos como si nacer en una situación privilegiada fuera obra de merecimiento propia y no un mero hecho fortuito. He llegado a caer en el error de exigir un progreso educativo y culpar al actual sistema de tal ámbito, sin darme cuenta que esas personas no se pueden preocupar por estudiar cuando al día siguiente podrían morir de hambre, frío, enfermedad, etcétera.
Donar dinero o entregar comida, ropa, y bienes esenciales, no es la única forma de ser parte de una verdadera transformación. Debemos darnos cuenta que todos somos una misma humanidad, y si les conmueve más, que todos somos mexicanos. Morenos, altos, neoliberales, socialistas, miembros de la comunidad LGBT+, ricos, pobres, o cualquier calificativo/denominación, no nos exenta de formar parte de una especie y un mundo que perece natural y sistemáticamente. Dejemos de vivir por el aumento económico que no estamos en el siglo XVII. Revisemos en qué lugares vamos a laborar y si contribuyen a una polarización más severa. Respetemos la riqueza de ideologías en el mundo, y sobre todo, empaticemos con los que no tuvieron la misma fortuna, recordando que la caída social y económica es fácil y solitaria sin excepción. O avanzamos todos, o perecemos todos. Así.