Un día sin mujeres

En opinión de Javier Bolaños

Un día sin mujeres

El colectivo Brujas del Mar, de Veracruz, convocó a un paro nacional el próximo 9 de marzo con el lema “Un Día Sin Mujeres”, proponiendo que ese día ninguna mujer asista al trabajo, a los comercios, a las escuelas, a la calle, es decir, que no realicen actividad alguna buscando hacer sentir el peso real que tienen en la sociedad, donde representan más del 51% de la población.

 

Las adhesiones de inmediato empezaron, incluso se salieron de control pues a decir de las convocantes la propuesta “jaló a niveles inesperados”, y qué bueno que así sea, pues ante la grave, terrible situación por la que atraviesan las mujeres en México, se suma la respuesta titubeante, por decir lo menos, de la autoridad que debiera aceptar la realidad y actuar en consecuencia.

 

Estamos hablando de un país, el nuestro, dónde la tasa de impunidad en homicidios es del 89% y en la CDMX es del 87%, un país donde el feminicidio escala en número y en nivel de violencia, dónde no terminamos de aterrarnos de una agresión cruel contra una mujer cuándo estamos conociendo ya de otra ahora contra una menor; un país dónde las imágenes de las víctimas circulan en medios de comunicación y en redes sociales revictimizando a quienes padecieron estas agresiones y no se castiga a nadie por filtrarlas.

 

Las cifras oficiales reportan que mueren alrededor de tres mujeres por día en actos relacionados con violencia, pero en cifras de organismos independientes se consignan hasta 11 diarias; en 2019 se consignaron 976 muertes y en lo que va del del año se conocen 267, de los cuales 20 son contra menores de 14 años. En 2019 hubo más de 197,000 llamadas de emergencia por agresión a mujeres y existen muchos datos más que documentan lo que todos los días enfrentan las mujeres.

 

Efectivamente, son estadísticas, son números que reflejan una realidad terrible, números que no dejan espacio a la duda, por eso sorprende y molesta que la autoridad no reaccione de forma contundente, al nivel de la tragedia que se denuncia.

 

Por supuesto que no es un tema que se esté presentando apenas en la actual administración federal, pero tampoco podemos caer en el falso debate de buscar un culpable, un momento o un periodo puntual, tampoco sobre quienes puedan o no participar u opinar o levantar la voz; bien que no se permita que este tema se politice y que algunos vivales (personas o grupos) tomen esta bandera para hacerse visibles y buscar dividendos personales, eso hay que atajarlo y denunciarlo, pero también hay que decir que el combate al feminicidio y contra toda agresión a las mujeres, no se trata de una lucha de mujeres contra hombres, se trata de una lucha si de mujeres pero también de aquellos que tenemos hijas, hermanas, madre y amigas a quienes queremos y a quienes vemos que deben enfrentar entornos muy graves, desiguales, que ponen en riego su integridad, su seguridad. Es una lucha de buenos contra malos.

 

Es un gran error pensar que el paro convocado este próximo 9 de marzo tiene como fin hacer tropezar al gobierno federal, nada más equivocado, pero también es un error intentar restringir la participación o “reservarse el derecho de admisión”, todo lo contrario: la convocatoria es amplia, los observadores para evitar oportunistas políticos serán muchos, se trata de que al observar una oficina cerrada, una empresa con procesos lentos, un negocio vacío, de inmediato comprendamos que es debido a que las mujeres no salieron a trabajar, a consumir, a caminar.

 

Se trata de que si se convoca una marcha solo de mujeres, asistan el mayor número posible, se trata de que muy pronto podamos marchar juntos todas y todos aquellos que queremos que esto cambie y estamos dispuestos a participar, hallas votado por quien sea, que no hallas votado, que sea de aquellos que queremos demostrar que somos más los buenos que los malos, que todas y todos no estamos solos, que todas y todos nos acompañamos.

 

Se trata de que todos entendamos que la situación, su situación, es ya intolerable, y que si ayer fueron protestas con pintas, que hoy se construye un paro nacional, y aún con ello la situación sigue igual o peor, pensemos cuál será el siguiente paso, la siguiente medida en esta lucha que no busca otra cosa más que justicia y que cesen las condiciones de acoso, violencia y desigualdad en contra de ellas.

 

De nuestros representantes esperamos mayor sensibilidad, en todos los niveles, para aceptar lo que ocurre, para no intentar justificar o buscar culpables en el pasado, si no que se asuma con responsabilidad la obligación no sólo de resolver las agresiones, sino de contenerlas y prevenirlas. Los últimos casos alcanzaron una fuerte difusión mediática que presionó y obligó a la autoridad a identificar muy rápido a los agresores y ponerlos a disposición; y las miles de familias que siguen esperando justicia? Ellas estarán sin duda en la primera línea de las movilizaciones exigiendo respuestas.

 

En la pasada legislatura federal, de la que fuí parte, se frenó una iniciativa para elevar a rango constitucional la paridad de género en el gabinete federal, creo que eso evidencia la hipocresía con que se conducen muchas veces quienes controlan la agenda pública; por cierto, elevar las penas en el delito del feminicidio no resuelve nada, algunos columnistas y académicos lo consideran “populismo legislativo”; porque no mejor, en esa disposición unánime legislativa de sumarse a propuestas de solución, no presentan iniciativas para modificar el presupuesto de egresos de la federación para incrementar los presupuestos a la fiscalía y a la secretaría de protección ciudadana, buscando se replique en los congresos locales para que lo mismos ocurra en los estados y municipios.

 

En el relevo ocurrido hace unos días en la conago, los gobernadores propusieron una reunión urgente con el ejecutivo federal, los fiscales y el poder judicial para homologar criterios jurídicos y coordinar estrategias en el combate a las agresiones contra mujeres, valdría mucho la pena construir esa agenda, abriendo la puerta a los colectivos de mujeres.

 

Qué tal una fiscalía especializada?

 

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