Serpientes y escaleras - Primer informe

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Primer informe

Para nadie fue sencillo el 2019. Esperemos que el 2020 sea mejor para todos.

 

Primer informe

En unos días Cuauhtémoc Blanco rendirá su primer informe de labores y, porque así lo marca la ley, dará a conocer cuál es la situación que guarda la administración a su cargo. Van 17 meses de este gobierno y nada ha sido fácil en este tiempo; el mandatario ha enfrentado muchos retos, ha vivido situaciones difíciles y muchas veces ha tenido que navegar a contracorriente. Es momento de hacer un alto en el camino para revisar el rumbo que lleva el estado.

Más allá de lo que comunique el jefe del ejecutivo en el documento que enviará a la cámara de diputados y lo que diga en el acto protocolario, lo que vale la pena analizar es el rumbo que sigue la entidad y la manera como se están afrontando los desafíos.

Empecemos por el principio: la herencia que recibió Cuauhtémoc Blanco de Graco Ramírez es muy difícil en todos los aspectos, empezando porque le dejaron una administración quebrada. Durante su gobierno el perredista solicitó diversos empréstitos que suman más de 15 mil millones de pesos y que comprometieron las finanzas de las siguientes tres administraciones.

En pasivos a proveedores la situación también es caótica, porque los compromisos adquiridos durante el régimen anterior fueron enormes y muchos de ellos no se solventaron, es decir, le toca a quien gobierna ahora salir al paso de esos adeudos.

Graco Ramírez estaba convencido de que iba a ganar la siguiente elección y por eso apostó todo a la reelección de su hijastro; el tabasqueño no solo avaló la candidatura de Rodrigo Gayosso, también volcó su gobierno a la campaña e inyectó millones de pesos de dinero público para tratar de obtener la victoria en las urnas.

La candidatura del PRD obedeció a la ambición personal del hijastro, pero no puede entenderse sin el apoyo del gobernador: Rodrigo Gayosso quiso seguir gobernando y por eso se apoyó en las instituciones públicas y los tres poderes; Graco Ramírez lo ayudó porque sabía que con él al frente del gobierno estatal quedarían cubiertos todos sus actos de corrupción y mantendría el poder.

Antes de que se instalaran las urnas el tabasqueño se dio cuenta que iba a ser muy difícil concretar su plan electoral, porque la molestia ciudadana superaba la capacidad de influencia de su gobierno; en ese momento el gobernador operó con sus diputados y de manera conjunta construyeron un andamiaje que lo protegería legalmente en caso de que Gayosso perdiera, como sucedió.

Ahí se concretó la idea de dar autonomía a la Fiscalía y nombrar fiscales afines a Graco Ramírez, también la ampliación del periodo de los magistrados, quienes acordaron blindar al perredista de cualquier acción en su contra. En el estado se comenzaron a “sembrar” conflictos en varios lados a manera de que múltiples problemas explotaran al nuevo régimen durante los primeros meses y así estuvieran más ocupados en atenderlos que en perseguirlos.

Pero la verdadera bomba de tiempo del graquismo estuvo en la seguridad: Graco Ramírez y Alberto Capella desmantelaron la policía y en los últimos meses de su gobierno abrieron la puerta a muchos grupos criminales que comenzaron a operar en el estado. Al momento de tomar las riendas Cuauhtémoc Blanco se enteró que no había instrumentos para combatir a la delincuencia, que las patrullas con las que operaba el estado eran rentadas, que el armamento era insuficiente y que los múltiples cursos de capacitación que recibieron los policías (y por los cuales se pagaron sumas millonarias) eran falsos. Peor: en esos meses el Poder Judicial (lo declaró públicamente el gobernador electo) dejó en libertad de manera extraña a más de mil delincuentes.

El plan de Graco Ramírez de perpetuarse en el poder a través de su hijastro fracasó, no así su idea de minar el arranque de la nueva administración. El exmandatario dejó sin margen de operación financiera al gobierno entrante, pero también hizo modificaciones legales que han impedido a las nuevas autoridades actuar jurídicamente en su contra.

En el primer año de gobierno Cuauhtémoc Blanco ha estado más ocupado en atender las crisis y defenderse de los problemas que en avanzar en los asuntos de la agenda estatal, ha tenido que gobernar con aliados que no han respondido profesionalmente a los retos y debe navegar contra una corriente de opinión pública que exige resultados inmediatos y acciones directas contra los corruptos del pasado, sin tener en cuenta que además de que los procesos legales llevan tiempo, en el Poder Judicial (empezando por Carmen Cuevas) y en las fiscalías hay figuras que protegen a Graco Ramírez y a sus cómplices.

Sin que sea excusa de nada, estos elementos permiten dimensionar lo que ocurre en el estado y lo que afronta el gobierno; por un lado, en términos de agenda, los avances y logros son limitados porque buena parte del dinero público se ha destinado a pagar adeudos pasados o está comprometido para el pago de los créditos adquiridos por el gobierno anterior.

Social y políticamente la situación también es compleja porque la crisis de violencia que hay en el país se mezcla con la desarticulación de los cuerpos de seguridad estatales y todo junto ha provocado un severo y acelerado desgaste de la imagen del gobierno de Cuauhtémoc Blanco. Justificadamente la ciudadanía demanda seguridad inmediata sin importar la manera como se logre, pero operativamente el gobierno tiene que enfrentar el tema con muchas limitaciones humanas, financieras y de equipo.

Para nadie fue fácil el 2019, ese año fue muy duro en materia de seguridad, sumamente complejo en lo económico y traumático por los diversos golpes de alto impacto cometidos por los grupos delictivos. El gobierno enfrentó además el ataque soterrado de los aliados de Graco Ramírez que están en diversas posiciones de poder en el estado, pero que también han operado desde la Ciudad de México para meterle el pie.

No sé qué vaya a detallar Cuauhtémoc Blanco en su próximo informe, ni tampoco conozco el enfoque que vaya a dar a su mensaje político, pero estoy convencido que es necesario que su gobierno haga más política y busque más aliados.

Frente a un reto tan grande como lo es administrar un Morelos en llamas, lastimado por malos gobiernos (empezando por el de Graco Ramírez), golpeado por la naturaleza durante el sismo del 2017, utilizado por muchos personajes nacionales como laboratorio político y olvidado desde hace años de la mano de la federación, es fundamental que Cuauhtémoc Blanco busque el apoyo de todos para sacar al estado adelante.

Más allá de lo que se informe de manera oficial y de lo que se diga en el discurso político, lo sustantivo es que se sume a toda la sociedad en un mismo sentido, se haga un frente común contra todos los problemas y se entienda que para que Morelos supere las adversidades es necesario que todos participemos.

Es eso, o seguir nuestra vieja tradición de pelearnos entre nosotros.

  • posdata

Ante la falta de instrumentos financieros para avanzar más rápido y frente a una sociedad exigente de resultados inmediatos, el gobernador Cuauhtémoc Blanco debe privilegiar la política.

Estamos en un año preelectoral en el que se definirán muchas cosas y se pondrán los cimientos del futuro político del estado; muchos apuestan a las elecciones intermedias porque saben que desde ahí se pueden modificar las cosas, por eso es fundamental que el mandatario abra el diálogo, escuche a más y observe mejor lo que le rodea.

Una pieza clave para ello es el secretario de gobierno: Pablo Ojeda es un personaje que ha ido construyendo puentes de comunicación con diversos sectores, que actúa con seriedad y tiene sensibilidad.

El funcionario ha hecho mucho con poco, es decir, asumió el cargo de una dependencia sumamente limitada, a la cual le quitaron atribuciones y que por varios meses fue decorativa. Ojeda aguantó vara y con los pocos instrumentos que tiene a la mano hizo lo que otros dejaron de hacer, actuó con eficiencia y sobre todo abrió sus oídos a sectores que lo único que demandaban era ser escuchados.

Gracias a Pablo Ojeda hay temas del ejecutivo que han avanzado y varios conflictos se han podido detener; el secretario de gobierno tiene reconocimiento interno y externo por su capacidad profesional, pero sobre todo por su trato y forma de ver las cosas.

La política es el camino que el gobernador debería utilizar en todas las dependencias para avanzar más y mejor en todos los rubros; los secretarios deben cumplir con sus responsabilidades directas, pero también deben hacerlo con la sensibilidad que demanda un pueblo desconfiado por tanto daño que le han causado administraciones pasadas.

Hacer buena política no es distinto a lo que hace Cuauhtémoc Blanco cuando se encuentra directamente con la gente; hacer buena política es dialogar, actuar con sensibilidad, ser mesurado y sobre todo, tener empatía con los demás.

Por el bien de todos, ojalá lo hagan.

  • nota

Ojo con las causales de Juicio Político que los diputados han validado para llevar a proceso al exgobernador Graco Ramírez.

El tabasqueño es un pillo de siete suelas, es un hombre que lastimó profundamente al estado y ocasionó muchos de los problemas que hoy vivimos como sociedad.

A pesar de ello hay que observar a detalle lo que está haciendo el congreso y lo que han validado los diputados, porque no solo van a quedar exhibidos por el perredista, también se pueden meter en camisa de once varas porque lo mismo que pretenden castigar del pasado está ocurriendo en el presente.

Suponiendo que los legisladores actuaran de buena fe, estamos frente a un parlamento que no ha revisado correctamente las pruebas, el contexto jurídico y sobre todo los temas que dan sustento al expediente; legalmente se toparán con pared y en conjunto quedarán expuestos porque (para decirlo en perfecto castellano) el acusado es un ladrón, pero no es pendejo.

Por supuesto que existen elementos para llevar a juicio a Graco Ramírez, lo que falta es desarticular la red de protección legal que construyó el perredista antes de irse; luego de ello hay que documentar las cosas, armar bien los expedientes jurídicos y finalmente operar en lo político para que los temas no se atoren en otro nivel. Eso y quitar a quienes desde el gabinete están pactando con los corruptos.

El juicio político contra Graco no representa ninguna preocupación para el exgobernador, sabe que le brindará la oportunidad de ocupar espacios de opinión pública, exhibir a los diputados y golpear a su sucesor. Incluso si el tema avanzara, las sanciones que este implica son menores y no le quitan el sueño, como sí sucedería si lo procesaran por alguna de sus múltiples corruptelas como jefe del ejecutivo.

Insisto: más vale que los diputados revisen bien el expediente y los temas que sustentan la demanda, porque de ahí puede venir un revire que meterá a varios en un atolladero.

  • post it

El servicio y suministro de agua en Cuernavaca siguen siendo muy deficientes. Los problemas no se resuelven con fotos en Facebook.

  • redes sociales

Por enésima ocasión la consejera presidenta del Impepac se queja de que no le alcanzan los recursos y dice que al no darle más presupuesto se pone en riesgo la elección. Lo que no dice es que en el INE hay un proceso abierto en su contra precisamente por eso, porque los consejeros electorales la acusan de poner en riesgo la elección. Tampoco que en múltiples ocasiones sus compañeros la han acusado por malos manejos de recursos.

Isabel León se ha encargado de desarticular y destruir el órgano electoral de Morelos.

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