Serpientes y escaleras - Mentir por convivir
En opinión de Eolo Pacheco

Hoy es más sencillo aceptar lo políticamente correcto para no ser criticado
Mentir por convivir
En Morelos como en prácticamente todo el mundo, la semántica se ha convertido en el eje que define la línea discursiva de las personas y de las instituciones; hablar, escribir e incluso opinar se ha convertido en un campo minado porque vivimos tiempos en los que se ha vuelto más importante la forma como se digan las cosas, que el fondo de lo que se diga. Cuando más se enfatiza en la tolerancia, más baja parece estar nuestra capacidad de una mirada crítica.
El lenguaje es actualmente el terreno de batalla de muchos, prácticamente de todos: corregir pronombres, equilibrar géneros y empujar por la inclusión parecen gestos valiosos, pero no bastan para transformar realidades. Hoy el discurso avanza más rápido que la acción y ante ello se corre el riesgo que la palabra se convierta en un ritual vacío, un simple maquillaje que esconde las mismas viejas desigualdades.
Hoy lo “políticamente correcto” se ha vuelto métrica de la virtud, una acción metódica, mediática, que casi siempre carece de contenido. Una etiqueta en una red social, un comunicado inclusivo o una paridad forzada no cambia las cosas ni mueve las estructuras de poder, tampoco refleja coherencia de quienes se mueven en este territorio.
Hace unas semanas se informó que para la elección del 2027 los partidos políticos deberán postular solo mujeres en 21 municipios, la decisión es resultado de una acción legal emprendida por la diputada federal Meggie Salgado, quien celebró este hecho como un acuerdo que “garantiza el camino hacia la paridad”.
Y aunque frente a esta decisión nadie se atreve a opinar lo contrario porque es “políticamente incorrecto” y sería objeto de linchamiento público, la decisión no deja de ser polémica, ni de tener una alta carga electoral de carácter personal de parte de quien la promueve.
A menos que Pitágoras se equivoque, imponer mujeres en 21 de 36 municipios no es paridad; en esas comunidades la gente deberá elegir a una mujer como alcaldesa aunque no quiera, porque así lo han determinado las autoridades derivado de la acción legal promovida por la diputada que quiere ser presidente municipal. ¿Es justo? ¿Es correcto? ¿Realmente garantiza el camino hacia la paridad? ¿En serio es un “paso histórico”? No importa lo que se opine, se trata de una decisión tomada y opinar lo contrario es políticamente incorrecto.
Desde hace años los partidos políticos y las leyes se han metido a una dinámica de cuotas de representación, de espacios obligatorios que, dicen, pretenden lograr una mayor y mejor representatividad en todos los ámbitos. Hablamos de cuotas de poder, de espacios que teóricamente se abren para todos, pero que al final se convierten en el botín político de algunos. Esta última acción afirmativa no es la excepción.
La paridad se ha convertido desde hace tiempo en la puerta de entrada que concede la ley a grupos y sectores, se trata de un movimiento que pretende romper inercias históricas que mantenían el poder casi absoluto en manos de hombres, pero la apertura es solo el primer paso y de ahí no hemos avanzado: hoy se ha abierto la posibilidad para que en el terreno público y político lleguen voces distintas, trayectorias diversas y personas nuevas… pero los buenos resultados aún no los hemos visto.
Legislar por la paridad y la inclusión se ha convertido en moda, en algo que se ve bien, que parece correcto, pero no siempre da resultados. Un ejemplo fue la antepasada legislatura local, integrada por 14 mujeres y 6 hombres, caracterizada por su mezquindad, su torpeza y los múltiples señalamientos de abusos y malas prácticas hechas casi siempre por los mismos integrantes del parlamento. El remate: durante el segundo año de gestión las 14 diputadas reclamaron su derecho para presidir la mesa directiva y a pesar de que contaban con los votos necesarios para hacerlo, nunca se pusieron de acuerdo. ¿Fue culpa de los hombres?
Durante esa legislatura, por cierto, el diputado Marcos Zapotitla presidió durante tres años la comisión de paridad de género, fue acusado por sus colaboradoras de acosador sexual, pero el reclamo de las trabajadoras nunca fue apoyado por las diputadas; actualmente Zapotitla se encuentra recluido en la cárcel por el delito de violación.
La paridad es un instrumento para corregir desigualdades estructurales y enriquecer la democracia con nuevas perspectivas, pero el verdadero motor de cambio está en la calidad y la capacidad de quienes asuman el poder y esto deriva de su formación, de su preparación, de su experiencia, su ética y capacidad para dialogar.
No basta con votar solo por mujeres, para que los gobiernos sean mejores y las cosas cambien en favor de la gente se requieren filtros que eviten que cualquier persona sin talento llegue al poder, que quienes toman decisiones puedan ser constantemente evaluadas y la medición de su trabajo se haga a partir de resultados. El género por sí mismo no es garantía, si no se acompaña de eficacia.
Lo que vivimos hoy es una paradoja porque lo políticamente correcto se antepone a lo funcional, preferimos encubrir con eufemismos o fórmulas socialmente aceptables aquello que en el fondo sabemos que no funciona o es injusto. Avanzar por esa línea nos ha traído consecuencias: todos recurrimos al mismo discurso para evitar conflictos, generamos una ilusión de armonía que se sostiene en el silencio de las discrepancias y al final todos convivimos en lo superficial, lejos de la solución de los problemas que preferimos ocultar para que nadie nos critique.
Morelos igual que el resto del país y del mundo vive momentos paradójicos: cuanto más enfatizamos en la importancia de la tolerancia, más baja parece ser nuestra capacidad de aceptar una opinión crítica; la tolerancia supone aceptar la existencia de ideas distintas, no necesariamente compartirlas, pero en la realidad actual eso no es posible porque hoy se exige un consenso total, ergo: si eres tolerante debes respaldar determinada posición, aunque no la compartas.
Esto y que se ha popularizado la cultura del agravio y el linchamiento público: en redes sociales cualquier idea, comentario o frase mal calibrada puede detonar insultos, amenazas y una ola de censura; lo de hoy es “cancelar” al interlocutor antes que confrontar sus argumentos. Y esa dinámica se ha vuelto también una regla de género: la palabra de la mujer pesa y vale más que la de cualquier hombre, no importa el tema o la circunstancia: si ella lo dice, el obligado a probar lo contrario es él. En algunos casos disentir en un diálogo como una dama puede ser señalado como “violencia de género”.
Hablar de tolerancia sin fomentar la capacidad de escuchar y debatir con argumentos es un ejercicio hueco; la verdadera tolerancia no teme al disenso, lo abraza, lo toma como una vía para crecer, corregir errores y fortalecer el tejido social.
En el caso concreto de la decisión tomada por el órgano electoral para forzar el voto en favor solo de mujeres en 21 municipios de Morelos es una medida extrema que no garantiza calidad ni compromiso, ni siquiera puede tomarse como una acción de paridad, porque matemáticamente desequilibra las cosas.
La democracia no está en la boleta, es el derecho de los ciudadanos de elegir libremente y obligar a votar solo por mujeres podría considerarse una nueva coacción en lugar de un empoderamiento real. Igual que las cuotas, la mera presencia femenina no es suficiente, se corre el riesgo de postular candidatas sin experiencia ni proyecto sólido, lo que generaría candidaturas de relleno y una acción que deslegitima la figura de la mujer.
Obligar a las y los ciudadanos a votar solo por mujeres desdibuja el principio básico de la elección libre y corre el riesgo de generar rechazo en lugar de apoyo, porque es resultado de una acción individual promovida por el interés de una sola mujer.
Hoy lo políticamente correcto es callar y no disentir. Mentimos para convivir.
· posdata
La elección judicial llevada a cabo este fin de semana tiene implicaciones más allá de lo que se decida en las urnas; Morelos es de los estados en los que la armonización judicial establece el voto directo para elegir jueces y magistrados y ello colocará al gobierno de Margarita González Saravia en la mira por su capacidad para llevar gente a las urnas.
Aunque oficialmente ninguna autoridad, partido, organización o grupo criminal intervendrá la votación judicial, la realidad es que hay muchas manos metidas en el tema y una operación institucional que en el caso de Morena y del gobierno federal ha sido ventilada con los llamados “acordeones electorales”.
Hablemos de lo que es, no de lo que se acepta: a Morena y al gobierno federal les interesa que la del primero de junio sea una votación copiosa porque es una reforma impulsada por ellos; a pesar del enorme despliegue publicitario para convocar a la gente, se anticipa que no tendremos una gran participación y como en el caso de Bolivia hace algunos años, habría más votos nulos y en blanco que votos efectivos. Si esto ocurriera, el discurso opositor de que la sociedad no avala la reforma judicial crecería y se sustentaría en el abstencionismo.
Morena y sus gobiernos tienen listo un macrooperativo de acarreo que va dirigido a los candidatos que ellos quieren proyectar hacia el poder judicial; internamente será una carrera entre gobiernos morenistas para ver cuál tuvo más capacidad de movilización, situación que será evaluada y considerada por el partido hacia el futuro.
La posición que ocupe Morelos en esta carrera será importante y mostrará la efectividad de la estructura que se tiene. Quedar a media tabla no estaría mal, lo grave sería ocupar las posiciones más bajas en cuanto a participación.
· nota
La sentencia que obliga a los partidos a postular solo mujeres en 21 municipios de Morelos abre muchas interrogantes en tiempos donde cualquiera puede decir y hacer lo que quiera. Por ejemplo:
Qué sucedería si un hombre se cambia legalmente el género a mujer ¿Puede ser considerado en esta ley? O quizá simplemente diga que “se identifica” como mujer y exige que le otorguen una candidatura ¿Y a las personas transexuales las deben considerar mujer y postularlas?
Aunque parecieran preguntas absurdas, en tiempos como los actuales donde la simple identificación individual como alguien distinto o perteneciente a un sexo diferente debe ser aceptada, no parece tan irreal la posibilidad de que alguien, quizá solo por molestar, recurra a este tipo de caminos.
Item más: las mujeres que promovieron la acción legal han destacado por su activismo, por su postura a favor de la diversidad. ¿Qué dirían si ahora alguien les aplica esa lógica y se asume mujer con la única finalidad de participar?
Obvio: en tiempos los que prevalece lo políticamente correcto y la voz femenina vale más que cualquier argumento, con el simple hecho de que una mujer diga que no será suficiente. Aunque vaya en contra de lo que ellas mismas han postulado.
· post it
El PAN ya impugnó el acuerdo del IMPEPAC para que en las elecciones del 2027 los partidos tengan que postular solo mujeres en 21 de los 36 municipios del estado.
Aunque las promotoras del recurso festejaron el hecho como algo consumado y asumen que serán ellas las beneficiarias de la resolución, todavía falta tiempo para ver cómo quedan las cosas.
· redes sociales
Los días pasan y no hay entendimiento entre magistrados. Si la reforma judicial les hubiera establecido tiempo para ponerse de acuerdo, no estaríamos viendo esta penosa situación.
Por cierto: los enterados cuentan que esa opción sí se consideró, pero “alguien” en el congreso metió mano y la dejó fuera.
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