Serpientes y escaleras - La legislatura 56

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - La legislatura 56

El congreso puede y debe ser equilibrio político, también factor de gobernabilidad. No siempre es así

 

La legislatura 56

La historia de las legislaturas locales ha sido la misma de un periodo a otro: cuando creemos que ya lo hemos visto todo y superamos lo peor, aparece una nueva camada de diputados que demuestra que siempre es posible estar peor. El congreso ha causado mucho daño al estado, se ha caracterizado por la corrupción, las ambiciones personales, la lucha de poder, la mediocridad y los excesos. Quisiéramos pensar que el siguiente parlamento será mejor, pero nada lo garantiza.

Aunque teóricamente hablamos de poderes distintos y autónomos, en la realidad la convivencia entre los tres es permanente y necesaria para el desarrollo de la entidad; en Morelos hemos visto muchas legislaturas entregadas al ejecutivo, sometidas a sus intereses y casos grotescos como la 53, donde quien ordenaba era Rodrigo Gayosso, el hijo del gobernador Graco Ramírez.

Hay otras como la actual, manejadas por quince diputados que a su vez obedecen a ciegas las indicaciones de dos legisladores, Agustín Alonso y Francisco Sánchez, quienes bajo el argumento de ser municipalistas hicieron de la cámara un negocio millonario, un arma de ataque político y una herramienta para colocar a familiares y amigos en posiciones claves.

La 53 y la 55 son legislaturas muy parecidas en cuanto a desempeño y resultados, formas, estilos y objetivos; aunque la primera fue obediente al gobernador y la segunda se declaró su enemigo personal, al final ninguna de las dos fue buena porque con su actitud dañaron a muchas instituciones, alteraron la relación entre poderes y perjudicaron severamente al tercer poder, al colocar en él a incondicionales sin carrera judicial, pero obedientes a sus intereses.

Aunque la legislatura Graquista fue profundamente corrupta y entreguista, la 55 la superó en todo porque desde el principio mostraron su ambición por el dinero: la 53 operó con 30 diputados y un presupuesto de alrededor de 350 millones de pesos anuales, mientras que la actual está conformada por 20 integrantes e incrementó su presupuesto a 580 millones de pesos. Estar a favor o en contra del gobernador en turno nada tiene que ver con la corrupción de ambos congresos, ni se tradujo en algún beneficio para el estado.

La próxima cámara de diputados estará integrada por una mayoría morenista que, se supone, apoyará a la gobernadora emanada de su partido; hablamos de un escenario teórico porque los últimos dos parlamentos que acompañaron a Cuauhtémoc Blanco también fueron con mayoría de la 4T, situación que no importó para que en ambos casos el jefe del ejecutivo sufriera los embates políticos de los legisladores.

Para que esto sucediera tuvo mucho que ver la actitud del mandatario, la falta de un buen operador político en el gabinete y la intromisión del hermano de Cuauhtémoc Blanco, Ulises Bravo, quien en lugar de convertirse en un factor de unidad que abonara a la gobernabilidad, dividió la cámara y trasladó sus intereses a la agenda del estado.

El congreso que viene jugará un papel clave porque dependiendo de la postura que asuman, veremos un escenario de mayor o menor estabilidad. La personalidad de Margarita González Saravia y su disposición permanente al diálogo es una buena carta de presentación que puede ayudar a que la relación entre poderes sea cordial, pero se necesita que el ejecutivo tenga un buen operador político en el gabinete y al frente de la bancada de Morena este alguien con liderazgo y capacidad de sumar a todas las fuerzas, empezando por la propia.  

Pocos gobernadores han tenido la posibilidad de diseñar un congreso a modo y ninguno de este siglo lo ha podido hacer con resultados favorables; aunque en algunos casos el ejecutivo ha tenido mayoría, esto no ha servido para que las cosas le salgan bien. Otro dato: desde que comenzaron a aplicarse las reglas de paridad y se incluyeron las representaciones de grupos minoritarios, la historia se les ha complicado a todos los partidos, porque ninguna posición es segura para llegar. Pregúntenle a Jonathan Márquez.

Los últimos años los ejecutivos han tenido que entenderse con quienes llegan a la cámara y los partidos otorgan la conducción parlamentaria al más experimentado o al menos malo, dependiendo lo que hay en ese momento; este 2024 la historia no será diferente.

En casos de fracciones parlamentarias no hay problema, lo complicado aparece en los grupos, sobre todo los mayoritarios como Morena; los panistas tendrán como coordinador a Daniel Martínez Terrazas a pesar de que dos de sus diputados van por un segundo periodo; podría ocurrir que en la formalidad los hermanos Terrazas permitan que Francisco Sánchez sea el coordinador, pero en los hechos no hay manera de que la tripleta suelte el control ahí se maneja el dinero.

En Morena la historia parecía sencilla antes de la elección porque el diputado más experimentado y capaz es el exalcalde Rafael Reyes; todos dábamos por sentado que el expresidente municipal de Jiutepec sería el conductor en la cámara porque refrendaría su liderazgo en las urnas; hoy ese escenario ya no es tan claro dado que su cuñado/candidato perdió abrumadoramente y él estuvo a punto de ser derrotado por una candidata que ni siquiera hizo campaña. Se acabó el mito.

La personalidad de Reyes no gusta a muchos diputados electos y más de uno ha expresado abiertamente su inconformidad de que sea él quien los coordine. Si Morena y la gobernadora quieren un grupo parlamentario estable, debe tener como coordinador a alguien con liderazgo.

El otro diputado que tiene experiencia y podría alzar la mano para encabezar al grupo es Alfonso Sotelo, quien apoyado por Juan Ángel Flores logró una cómoda victoria en su distrito y presume haber liderado la legislatura 54. El pero que podrían ponerle al diputado Ponchito es su cercanía con Cuauhtémoc Blanco, algo que no es poca cosa a la vista de quienes ven en el futbolista a un enemigo de la gobernadora electa.

Reitero: teóricamente hablamos de poderes distintos, de una decisión que compete a los futuros diputados de la mano del partido, pero en los hechos es claro que la voz de la gobernadora será escuchada porque aunque lo nieguen, su investidura la convierte automáticamente en lo que los viejos priístas llamaban “líder moral del partido”.

Margarita González Saravia tendrá voz y voto en esta decisión, lo mismo que en el futuro de la dirigencia estatal de Morena; los días de Ulises Bravo como delegado especial están contados no solo por lo que representa, sino porque su tiempo ha concluido y la historia que viene se escribirá con personajes distintos.

Tener un buen coordinador parlamentario es igual de importante para la gobernadora que contar a su lado con un buen jefe de la política interna; en ambos casos se requiere habilidad y sensibilidad, liderazgo, capacidad de diálogo y negociación con todos. En el congreso hablamos no solo de construir mayorías, también de unificar criterios y cerrar filas en torno a un estado que vive tiempos violentos desde hace muchos años.

Al próximo secretario de gobierno le deben regresar las facultades que le quitaron en este sexenio, para que no sea, como hoy, una simple figura decorativa.

Ganar la elección no fue sencillo; gobernar Morelos será mucho más complejo.

·         posdata

Los últimos años hemos visto como el congreso local se convierte en la tumba política de la mayoría de sus integrantes; salvo honrosas excepciones, en casi todos los casos la diputación ha representado el final de la carrera de muchos. Cosa similar pasa en el congreso federal, aunque de manera menos grotesca que aquí.

Formar parte de un parlamento con 20 integrantes es difícil, pero ha sido muy lucrativo para sus integrantes; son unos cuántos, no más de cinco, quienes llevan la batuta de las acciones parlamentarias y los que reparten el pastel en la cámara local; el resto aporta su voto y sumisión a cambio de jugosas ganancias económicas.

Los diputados locales que fueron electos legisladores federales se toparán con una realidad distinta en San Lázaro, allá serán uno de 500, formarán un bloque estatal de cinco que difícilmente tendrán representatividad y peso en la burbuja legislativa, donde se toman las decisiones.

Ya ni hablar del manejo de la agenda parlamentaria y de los recursos económicos, eso corresponderá a los coordinadores y a la Junta Política; ahí se determina casi todo, incluyendo la lista de quienes suben a tribuna.

A partir de este sexenio los diputados federales ya no tienen capacidad de gestión, es decir, ya no pueden bajar recursos para el estado ni para los municipios, razón por la cual su impacto entre la sociedad se reduce sustancialmente. ¿A quién le interesa estar bien con un diputado que no hace ni sirve para nada y además no ayuda a sus representados?

Los diputados federales se perderán en la inmensidad de una cámara que sí bien será manejada por Morena, no los tomará en cuenta ni los incluirá en los espacios de toma de decisión, a menos que tengan la habilidad personal de ganarse la simpatía de quienes manejan las cosas.

El único que puede lograrlo es Juan Ángel Flores.

·         nota

Una vez más el dirigente estatal del PRI Jonathan Márquez quedó inmerso en polémica por su intención de llegar al congreso estatal; hagamos memoria:

Hace unos meses cuando se conocieron las listas de diputados plurinominales de los partidos llamó la atención que el tricolor ubicó a Márquez Godínez en una posición reservada para sectores indígenas. A pesar de sus evidentes razgos nórdicos, Jonathan justificó su inclusión con el argumento que había realizado acciones en favor de los indígenas, cumpliendo con ello lo que establece la ley.

De nueva cuenta salta su nombre luego de que el Impepac lo dejó fuera por razones de género. El priísta impugnó la resolución del órgano electoral y ello provocó críticas por una supuesta misoginia.

Más allá del golpeteo mediático debemos entender el razonamiento de Jonathan Márquez, que a la letra dice:

“En el caso del Juicio de protección de derechos Políticos Electorales promovido por el suscrito, lo que se pretende en todo momento es que en los hechos se otorgue una mayor y mejor representación paritaria de las mujeres en el Congreso del Estado, para ello se pide al Tribunal Electoral que:

Se revise  la asignación de diputados de representación proporcional y se aplique la paridad transversal en la asignación a cada partido, para que se asignen diputaciones a mujeres en donde verdaderamente hay centro o fuente de poder político y no en los últimos lugares en donde lo más que se puede aspirar es a ser una fracción parlamentaria; si lo que se busca es el acceso de las mujeres al poder entonces debemos pugnar porque se asignen esas diputaciones con la paridad transversal, de tal suerte que las diputadas se encuentren inmersas en un ámbito y posición realmente de poder y no que constituyan pequeñas minorías al interior del congreso.

El Congreso del Estado de Morelos debe estar integrado con 10 diputadas y 10 diputados propietarios y sus correspondientes suplentes, pero se están asignando solamente 19 propietarios, toda vez que una asignación en realidad corresponde a la suplencia, lo que a su vez nos lleva a que solo se cuente con 18 suplentes; es un absurdo que desde este momento el congreso tenga vacíos que, de ser el caso, no garantizan su funcionamiento o pueden provocar retraso en los asunto públicos que son de su competencia.

Hay que tener presente que en la historia reciente del estado hemos tenido experiencias poco deseables que han evidenciado la necesidad de contar con un congreso perfectamente constituido… en esta etapa de la calificación y asignación de diputaciones el IMPEPAC debe entregar al pueblo de Morelos un congreso constitucional legalmente conformado que garantice su eficaz funcionamiento”.

Se puede estar o no a favor de que Jonathan Márquez se integre a la próxima cámara de diputados, pero su argumentación es válida.

La paridad de género debería aplicarse en el caso del PAN.

·         post it

La administración de un condominio de Cuernavaca acusa al notario José Antonio Acosta de falsificar firmas y avalar documentos apócrifos en un conflicto entre vecinos.

El señalamiento es muy grave y no puede pasar desapercibido para nadie, porque la honorabilidad de un fedatario público nunca debe estar en duda.

Quien calla otorga.

·         redes sociales

Los políticos que apoyaron a Rodrigo Gayosso y luego a Jorge Argüelles volvieron a perder al sumarse a Lucía Meza.

¿Será que los salados son ellos?

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