Serpientes y escaleras - La burbuja

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - La burbuja

Históricamente los gobernantes son envueltos por una realidad distinta.

 

La burbuja

En casi cuatro meses como gobernante en funciones, Margarita González Saravia ha dado muestras de su decisión para generar un cambio en el estado; a partir de un trabajo personal intenso y una congruencia inquebrantable, la jefa del ejecutivo demuestra que tratará de cumplir lo prometido en campaña. Su actitud es loable, pero su liderazgo y su gobierno aún no se consolidan.

Hace algunos años tuve la oportunidad de acompañar a Vicente Fox a una gira por el estado de Tabasco; la experiencia fue completa: desde llegar al hangar presidencial, volar en el avión oficial al lado del ejecutivo federal, estar resguardado por el estado mayor, caminar al lado del presidente y del gobernador de aquella entidad, hasta observar el recibimiento que daba la gente de un estado profundamente priísta a un gobernante emanado del PAN.

Lo que viví en aquella ocasión no es distinto a lo que profesionalmente me ha tocado observar con relativa cercanía en otros presidentes y los últimos cinco gobernadores de Morelos; el común denominador en estas historias es la actitud de quienes rodean al poder y la regla no escrita de alabar al jefe. “Somos un pueblo de Tlatoanis” me dijo alguna vez el entonces subprocurador contra la delincuencia organizada en México, Jorge Carrillo Olea.

Adular al gobernante es una práctica común más allá de los partidos, se trata de un ejercicio de supervivencia política que cotidianamente suple la capacidad profesional. Pocos se atreven a hablarle con verdad al poderoso, a exponerle los asuntos sin maquillaje o a contradecirlo. “Te corre” es la expresión que se repite en los pasillos de poder.

A veces sin darse cuenta, quien ostenta el poder queda envuelto en una burbuja que le impide ver las cosas como el resto de las personas. Regreso a la anécdota presidencial: durante su visita a Tabasco el presidente Fox inauguró un complejo habitacional de cinco mil viviendas, viajó por una carretera en perfectas condiciones, supervisó obra pública e infraestructura eléctrica, fue recibido de manera efusiva por los tabasqueños y en todos los puntos que incluyó la gira, la gente le manifestó su cariño y agradecimiento por todo lo que les había dado.  “Ahí la llevamos, vean que bien están las cosas, la gente me lo dice” nos comentó Vicente Fox a dos de sus cuatro invitados a esa gira.

Y era cierto: desde su ángulo todo era perfecto: había obra pública, inversión privada, paz social, seguridad y algarabía ciudadana. ¿Por qué aceptar lo que publicaba la prensa o decía la oposición, si en sus giras constataba personalmente que todo estaba bien?

La burbuja que rodea a quien ejerce el poder empieza con ese tipo de escenarios, en los eventos organizados por su equipo, llenos de invitados seleccionados y cinturones de seguridad que impiden que personas non gratas empañen la fiesta. En su subconsciente los políticos saben que así son las cosas, que todos los eventos son controlados… pero es más fácil creer que se trata de asistencia espontánea que de manera genuina aplaude y reconoce sus palabras. El acto de Cien Días en Morelos es un claro ejemplo de ello.

“El poder apendeja y hace que la gente mienta” compartía en una ocasión Lauro Ortega en su casa de Xochitepec. “Aunque no se los pida, aunque les ordene lo contrario, todos tratarán de quedar bien con usted, evitarán darle malas noticias para que no se enoje y le disfrazarán la realidad a conveniencia. Como gobernante es difícil darse cuenta de lo que sucede a su alrededor, por eso jamás se debe de escuchar a una sola persona”, platicaba en su retiro el gobernador más querido de este estado.

En otro momento Antonio Riva Palacio me refirió el mismo tema “Como gobernador debe estar muy atento al gabinete, necesita evaluar constantemente a los colaboradores y hay que tener oídos en muchos lados, para comprobar que la información que le entregan es real. Cuando estás fuera te das cuenta de que mucho de lo que te decían tus colaboradores no era verdad”

El poder embelesa, genera sensación de superioridad, invulnerabilidad y control sobre los demás; está científicamente comprobado que el poder genera una especie de intoxicación psicológica que suele nublar el juicio y hace perder el contacto con la realidad. No es casual que se diga que el poder es una droga.

Por eso y porque para la clase política lisonjear es una tradición, los gobernantes quedan envueltos de manera constante en una burbuja que impide se den cuenta de muchas cosas. Al inicio del sexenio pasado José Manuel Sanz dejó muy claro al gabinete que solo él podía agendar citas con el gobernador, que toda la información debía pasar por él antes que con Cuauhtémoc Blanco y que él era el único que podía contactar de manera directa con el jefe del ejecutivo. Quienes se lo saltaron pagaron las consecuencias.

Margarita González Saravia es distinta, pero enfrenta los mismos retos de poder. La dama trata todos los días de tener contacto con la gente, de escuchar de primera mano las cosas y cotidianamente toma decisiones sobre la marcha. Por experiencia y madurez no es sencillo que se maree con el poder, pero como parte de un sistema político que rebasa cualquier personalidad está envuelta en la misma dinámica que todos los gobernantes que la precedieron.

El saldo de los primeros cuatro meses de este gobierno es positivo, comienza con la actitud de la jefa del ejecutivo y su decisión de acercar a las autoridades con la gente. El esfuerzo es mucho, pero los avances aún no son significativos, ni perceptibles más allá de la figura de González Saravia. La única que sobresale del gobierno es ella y eso dice mucho del gabinete.

Se reconoce entre propios y extraños que Margarita González Saravia es mejor gobernante y ser humano que Cuauhtémoc Blanco, que a diferencia de los últimos cinco gobernadores no es una persona ambiciosa, no carga con una familia depredadora, ni tiene relaciones con delincuentes. Eso es un gran comienzo, pero no es suficiente para hacer que las cosas cambien.

Lo que aún no se percibe es el trabajo del resto del equipo, ahí el gobierno aún no se consolida y sobresalen las diferencias entre unos y otros, es decir, hay secretarios metidos de lleno en sus áreas, que intentan seguir el ritmo de la gobernadora, pero también otros que simplemente flotan.

Aquí entra la burbuja y la posibilidad de que González Saravia no alcance a distinguir lo que pasa frente a sus ojos, que agobiada por la intensidad de su agenda no preste atención a los detalles, ni se dé cuenta que a su gobierno se incorporaron figuras que en campaña le jugaron en contra y se quedaron fuera muchos que la apoyaron. Digámoslo como es: el gabinete estatal es políticamente correcto, pero no sobresale por la capacidad de sus integrantes.

El arranque de la nueva administración morelense es bueno, esperanzador, pero aún no estamos frente a un régimen consolidado.

·         posdata

Cuentan en la cámara local de diputados que las cosas dentro del grupo parlamentario de Morena no andan del todo bien, que las diferencias internas son cada vez más marcadas y el descontento contra el coordinador aumenta.

El arranque de la actual legislatura no fue sencillo para la 4T: primero el Partido del Trabajo se desmarcó y a pesar de ser un aliado político natural, su dirigente decidió irse del lado de la oposición, como lo hizo en el congreso anterior.

Luego vinieron las definiciones legislativas: Rafael Reyes confiaba que sería el coordinador y también el presidente de la Mesa Directiva, pero por su carácter las cosas se le complicaron y al final, con mucho trabajo y gracias a la intervención directa de la gobernadora logró la jefatura de grupo.

De ahí para acá las cosas no han mejorado, porque a pesar de que Morena y sus aliados tienen doce de los veinte votos que conforman la legislatura local, la voz cantante en el parlamento está del lado de la oposición. Son ellos, con solo ocho votos y (aparentemente) mucho menos experiencia, los que tienen la última palabra.

La operación política al interior del congreso es un asunto que debe preocupar a la gobernadora. Las cosas en el grupo parlamentario morenista en lugar de mejorar, van a empeorar. Nunca doce votos fueron tan inútiles.

·         nota

La burbuja política que rodea a los gobernantes emula la historia El traje nuevo del emperador, también conocido como El rey desnudo, un cuento de hadas escrito por Hans Christian Andersen en 1837; se trata de una fábula con mensaje de advertencia: “Di siempre lo que piensas sin importarte lo que los demás piensen de ti” o también “No debemos creer que algo es verdad sólo porque muchos lo dicen y no hay que dejarse llevar por lo que todos hacen. Se trata de ser valientes y honestos”. Dice así:

Hace muchos años vivía un rey que era comedido en todo excepto en una cosa: se preocupaba mucho por su vestuario. Un día oyó a Guido y Luigi Farabutto decir que podían fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar. Esta prenda, añadieron, tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquier estúpido o incapaz para su cargo. Por supuesto, no había prenda alguna sino que los pícaros solo hacían parecer que trabajaban en la ropa, pero se quedaban con los ricos materiales que solicitaban para tal fin.

Sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo sería capaz de ver la prenda o no, el emperador envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo. Evidentemente, ninguno de los dos admitieron que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar a la misma.

Toda la ciudad había oído hablar del fabuloso traje y estaba deseando comprobar cuán estúpido era su vecino. Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salió con ella en un desfile, sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla.

Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje, temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo:

“¡El Rey va desnudo!”

La gente empezó a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo.

El emperador lo oyó y supo que el pueblo tenía razón...

·         post it

A pesar de su mal desempeño como presidente municipal de Cuautla y las multiples acusaciones en su contra por actos de corrupción y presuntos vínculos con la delincuencia organizada, Rodrigo Arredondo fue incorporado al gobierno de Margarita González Saravia.

No sorprende porque también invitaron a Alejandra Flores, una dama sin experiencia en administración pública, con una familia señalada por múltiples acciones fuera de la ley y perteneciente a un grupo político opuesto al de la gobernadora. ¿Qué falta? ¿Invitarán a David Ortíz, otro mal alcalde, señalado también por actos de corrupción y repudiado en su municipio?

Con estos personajes la gobernadora no está pagando compromisos de campaña, debe estar pagando algún un pecado capital.

·         redes sociales

“No somos de izquierda ni de derecha” dice Jorge Messeguer al presentar su nuevo partido político.

Cierto: van a donde hay dinero.

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