Serpientes y escaleras - Historia de pillos

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - Historia de pillos

Los últimos gobiernos han hecho mucho daño al estado, por eso la gente está enfadada.

 

Historia de pillos

Graco Ramírez prometió un gobierno de puertas abiertas, un estado con desarrollo en todos los sectores y autoridades sensibles a las demandas ciudadanas. Se acabaron los bloqueos de calles y las manifestaciones, dijo en su discurso de toma de protesta, “porque ahora tendrán un gobernador que sí los va a escuchar y les hará caso”. La administración del tabasqueño ha sido la peor en la historia de Morelos.

Para entender lo que estamos viviendo hoy debemos recordar lo que ha ocurrido en el pasado reciente; el de Cuauhtémoc Blanco es un gobierno que no ha podido atender la agenda estatal con la normalidad que han tenido administraciones anteriores porque nunca supo lo que recibía, ni imaginó lo que le tenían preparado. Explico:

A pesar de la crisis de inseguridad que explotó en el régimen de Jorge Carrillo Olea (lo cual provocó un cambio anticipado en el gobierno estatal), Sergio Estrada recibió un estado en marcha y la documentación completa de la situación en la que se encontraba el gobierno. El mecánico sabía que recibía un Morelos complejo, pero no hubo sorpresas.

Lo mismo sucedió cuando Marco Adame pasó la estafeta a Graco Ramírez; al médico se le pueden achacar muchas cosas, se le recuerda por tibio y omiso en temas de corrupción e inseguridad, porque nunca pudo controlar la voracidad de su familia ni la ambición de su esposa, pero dejó una administración en marcha, solvente, con dinero en las cuentas y un crédito aprobado sin utilizar. Nada escondió el panista al perredista.

Con Graco Ramírez todo fue discursos falsos y mala fe; el tabasqueño intentó colocar a su hijastro en el poder y luego de perder la elección escondió información, vació cuentas, nombró fiscales, incrustó personas de su confianza en puestos clave y modificó las leyes para que no lo persiguieran. Además de ello el perredista hizo lo que nunca habíamos visto en la historia de Morelos: se negó a realizar el proceso legal de entrega recepción.

El régimen del PRD en Morelos fue dañino para todos, en ese periodo se hicieron cosas que nadie se había atrevido a hacer, se utilizaron las instituciones como negocio familiar y para perseguir a los enemigos; nunca vimos un gobierno tan ambicioso, tan soberbio, tan insensible y pervertido como el del tabasqueño.

Tomará mucho tiempo superar lo que hizo Graco Ramírez al estado y a los morelenses, ese régimen marcó el inicio de una era de corrupción sin precedente (ni con los “Papayos” de Riva Palacio vimos tanto abuso) y abrió las puertas a delincuencia de todo tipo. Con Graco Ramírez la imagen de Morelos cambió, los crímenes se institucionalizaron, la violencia se normalizó y la impunidad se volvió el eje rector de todas las acciones.

No podemos olvidar que en ese sexenio el gobernador operó a placer en el congreso local y cambió leyes todas las veces que quiso para poder vender inmuebles del estado, para privatizar, para concesionar, para crear fideicomisos, para nombrar funcionarios y por supuesto para manejar a placer a todas las policías. Durante seis años el congreso local estuvo subordinado al poder ejecutivo y esto provocó que la influencia de Ramírez y de su familia alcanzara a los tres poderes y a todos los municipios del estado.

El tabasqueño se burló y abusó de Morelos y de sus instituciones, cambiaba todo cada vez que quería y usó la constitución local y las leyes como papel de baño; el de Graco Ramírez fue un gobierno familiar en el que sus consanguíneos mandaban, colocaban gente, hacían negocios, trabajaban en la administración pública y hasta viajaban con pasaporte diplomático en las giras oficiales.

El gobierno perredista también reflejó la personalidad del tabasqueño y de su gente: en el gabinete se incrustaron familiares, amigos, novias, amantes y figuras afines a los integrantes del clan. En el mismo espacio gubernamental convivían la esposa y la exesposa, se intercambiaron parejas, se lanzaron grotescas campañas publicitarias que parecían promocionar las relaciones gay y en los pasillos del poder se contaban historias sobre las fiestas y las relaciones perversas que existían entre los miembros del gabinete y diversas figuras de la vida pública estatal. La perversidad de los gobernantes también fue tema de innumerables conversaciones.

Lo más grave que dejó el graquismo a Morelos en seis años de excesos, abusos, robo, omisiones y depravación no fue solo la multimillonaria deuda financiera, ni los problemas sociales y políticos, también provocó un rompimiento social que perdura hasta ahora; Graco y su gente dividieron a la sociedad y a las familias, pusieron al pueblo contra el gobierno y generaron un clima de malestar y enfado ciudadano que sigue latente.

Ese rompimiento ciudadano ha impedido que las cosas mejoren; fueron tan grandes y grotescas las acciones del graquismo que la ciudadanía perdió la confianza en las autoridades, dejó de creer en las instituciones públicas como un instrumento para resolver los problemas y, por el contrario, comenzó a ver en el gobierno a un enemigo. El graquismo provocó el rompimiento social más grande que hemos vivido en Morelos; esa fractura no es fácil de curar y tomará mucho tiempo para que las personas vuelvan a confiar en las autoridades.

A pesar de todo ello nada ha sucedido: ha transcurrido más de un año de que inició un nuevo gobierno y la promesa de hacer justicia y actuar contra los pillos se ha olvidado. Mientras el gobierno de Cuauhtémoc Blanco no de un golpe certero a la corrupción y actúe de forma contundente contra quienes abusaron de los recursos públicos, nada de lo que haga será realmente apreciado.

Cuauhtémoc Blanco debe tener clara la importancia que tiene para su gobierno hacer justicia, proceder contra los pillos y llamar a cuentas a los corruptos; para eso es fundamental que observe las complicidades que hay con el graquismo y entienda que las redes de protección no están solo en la Fiscalía Anticorrupción; el tabasqueño es tan hábil que ya penetró a su gabinete y puso de su lado a los que antes lo señalaban en las calles y prometían que lo llevarían ante la justicia.

No es fácil avanzar ante una situación así; estructuralmente el daño financiero y las trabas legales que dejó el gobierno pasado al estado impiden avanzar con la rapidez y contundencia que demanda la ciudadanía; socialmente el daño es muy profundo, porque tanto abuso acabó con la confianza de la gente y dividió a la sociedad.

El daño que Graco Ramírez y su gente causó al estado es muy grande. Sería imperdonable que el nuevo gobierno no haga justicia.

  • posdata

Por enésima ocasión el alcalde Antonio Villalobos dice que se va a resguardar, porque su vida corre peligro. Una vez más el presidente municipal de Cuernavaca afirma que lo han amenazado de muerte y por eso (otra vez) se va a esconder.

No sabemos qué hay de fondo en las expresiones del edil capitalino, porque su mensaje es críptico y solo advierte de un riesgo que tiene que ver con su equipo de seguridad, al que ha removido porque le perdió la confianza. En ese contexto el munícipe se vuelve un histrión y afirma a la prensa que suspende temporalmente sus actividades públicas, algo que pudo hacer sin tener que anunciarlo.

Habría que recordar que el equipo de seguridad que acompaña al morenista desde que fue electo se lo puso su hermano en acuerdo con quien hasta hace unas semanas era su hombre de confianza en el Sapac; tampoco olvidemos que el “Lobito” presumía que sus escoltas eran personal de la Marina Armada de México, porque no se fiaba en los elementos de las policías locales.

Una y otra vez el presidente municipal de Cuernavaca ha dicho que su vida corre peligro, pero nunca ha señalado a qué se deben las amenazas; en diversas ocasiones ha declarado que su integridad está en riesgo porque está haciendo bien las cosas, pero no precisa exactamente por qué está en la mira de gente mala.

Obviamente algo está pasando en el municipio, porque en diciembre pasado ejecutaron al jefe de la policía; algo extraño ocurre con Villalobos, Adán, pues es el único de todos los presidentes municipales que dice estar amenazado de muerte.

De ser ciertas las amenazas, espero que nada le ocurra al presidente Villalobos. Con ese tipo de cosas no se juega.

 

  • nota

Segunda llamada: el Obispo de Cuernavaca Ramón Castro dice que el problema de inseguridad en el estado es muy grave y que ya rebasó a las autoridades. “Siendo muy objetivos y realistas, lo que está ocurriendo causa alarma y nos debe llamar a todos los morelenses a unirnos para trabajar por la paz; lo que yo veo es que la situación sobrepasa la capacidad de las autoridades”

No es la primera vez que el prelado entra al tema, ni tampoco es la única en la que afirma que la situación está fuera de control.

Desde cualquier ángulo que se observe, la violencia y la inseguridad están latentes y urge sean combatidas desde todos los ángulos posibles. La delincuencia mata personas, pero también aniquila gobiernos.

 

  • post it

Después de la escaramuza política protagonizada con el congreso y el amago de bloquear carreteras, algunos alcaldes morelenses se han reunido con diputados para analizar sus leyes de ingresos.

De la cita con el jefe del ejecutivo poco se puede decir: salieron como entraron: sin nada. Cuauhtémoc Blanco fue mediador entre legisladores y munícipes, pero todo quedó como estaba.

La unión que se veía entre presidentes municipales se diluyó después de su encuentro con el jefe del ejecutivo morelense; otra vez los ediles se mueven por separado y sin coordinación.

Algo es evidente: divididos son mucho más vulnerables que unidos.

 

  • redes sociales

Parece un chiste (lo es) pero refleja la realidad que vivimos hoy en nuestro querido México.

Aviso: si eres chairo nivel platino, mejor no leas lo siguiente:

RIFO UN MARRANO

El marrano no es mío, lo dejaron en mi banqueta unos vecinos que ya no van a regresar y como a mí me estorba y me sale caro mantenerlo (no puedo comerlo porque prometí no ingerir cerdo) y tampoco puedo venderlo porque es un pedote, entonces decidí rifarlo.

El boleto costará $300 y pretendo vender diez mil  para recuperar lo que vale el marrano y me quede un poquito de ganancia.

Al ganador no le entregaré el marrano, para no meterlo en las mismas broncas que yo tengo con el animal, le daré lo que  realmente cuesta y yo me quedaré con el marrano y con las ganancias de la rifa. (Ya veré luego que hago con él, si logro venderlo o lo vuelvo a rifar)

Quien esté pensando que estoy loco o quiero estafar a la gente, les puedo decir que están mal, esto lo aprendí de un señor honesto que sabe mucho y que nunca se equivoca.

¿Quién se interesa por un boleto?

Díganme qué número quieren para que se los aparte...

 

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