Serpientes y escaleras - El gabinete

En opinión de Eolo Pacheco

Serpientes y escaleras - El gabinete

Aún no hay confirmación, pero ya hay señales. La gobernadora mueve bien sus fichas.

 

El gabinete

De manera informal la gobernadora electa de Morelos ha ido mostrando a los personajes que la acompañarán en su gobierno; en el imaginario colectivo ya se identifican a quienes estarán en el gabinete aún sin que la titular lo diga de manera expresa. Este ejercicio ha servido para que Margarita González Saravia mida la respuesta de la gente y de esa manera confirme o rectifique sus decisiones. La jugada es correcta.

No tengo claro si mostrar de esta manera a quienes serán parte de su gobierno es una estrategia o se ha dado de forma coyuntural, el caso es que perfilarlos sin confirmarlos ha servido para que los nombres sean sujetos al escrutinio público, con respuestas diversas. Veamos:

La aparición de Juan Salgado Brito como un posible titular de la política interna ha generado una buena impresión porque se trata de un hombre serio, experimentado, afecto al diálogo y capacidad de interlocución con todas las fuerzas políticas. A diferencia de secretarios anteriores que han recurrido a la rudeza innecesaria u otros que han pasado de noche por tibios, Salgado Brito es un político conciliador, no por ello falto de carácter. Para que realice correctamente su trabajo, empero, tienen que darle las herramientas para hacerlo y eso comienza por devolver a la secretaría las facultades que le quitaron.

Caso opuesto es el del actual secretario de la Comisión Estatal de Agua, Jaime Juárez, a quien se le ha visto cerca de la gobernadora electa, participando en actos públicos y ello ha desatado comentarios negativos, porque el funcionario no goza de buena fama pública y se encuentra inmerso en un escándalo de corrupción. Sus cercanos afirman que “se la jugó con Margarita”, pero figuras de su mismo equipo refieren que de hecho “jugó en los dos lados”. Un elemento característico de Jaime Juárez López es que representa los intereses de Ulises Bravo Molina y eso en lugar de ayudar, perjudica al próximo gobierno.

En medio de estos dos personajes se ubican todos los demás que de manera formal o informal han ido apareciendo; ahí están por mencionar algunos, Edgar Antonio Maldonado y Margarita Estrada dos personas de la entera confianza de la gobernadora, que la acompañan desde hace varios años y le han demostrado su lealtad con resultados.

Ahora se ve también a Mirna Zavala, Víctor Sánchez, Javier Bolaños y Jorge Zalazar, tres figuras con experiencia en el servicio público, uno de ellos en los tres niveles de gobierno. En lo general la opinión de las personas que han ido apareciendo es buena, porque varios tienen reconocimiento público y respeto en los sectores en los que se desenvuelven. Sobre algunos la percepción aún no es clara porque se trata de figuras nuevas o en algunos casos sin la buena imagen de otros.

Lo que hace la gobernadora electa al mostrar así a sus posibles colaboradores es distinto a lo que hemos visto en gobernantes anteriores e incluso diferente a lo que están haciendo mandatarios electos de la 4T, como Rocío Nahle en Veracruz, quien a pesar de que tomará protesta del cargo varios meses después que su símil de Morelos ya ha dado a conocer a prácticamente todos los integrantes de su gabinete.

Margarita González está poniendo su sello desde el principio, es humanista, sencilla, conciliadora y parece decidida a cambiar las cosas. Su gira de agradecimiento es una muy buena señal porque ningún gobernador electo antes lo había hecho; los ganadores de la contienda se iban de inmediato de vacaciones y comenzaban a mostrar desde el primer momento una actitud distinta a la de campaña, dejaban de ser sonrientes y humildes, comenzaban a asumir una postura todopoderosa y en algunos casos, como el de Graco Ramírez o Cuauhtémoc Blanco, más parecidos entre sí de lo que cualquiera de ellos acepta, arrogantes, con una arrogancia que los hizo fracasar.

Hace unos días la futura jefa del ejecutivo expresó que la semana siguiente daría los nombres de algunos miembros de su gabinete, pero no lo hizo; la polémica desatada al conocerse a los integrantes del equipo de transición puede ser la causa de que González Saravia postergara su decisión, quizá para seguir observando la reacción pública, en cualquier caso esto ha dado pie a un interesante experimento de escrutinio público que sin duda ayudará a la gobernadora a tomar la mejor decisión.

En campaña Margarita González Saravia no fue la candidata más carismática que hemos visto, pero como gobernadora está mostrando mucho más empaque que cualquier gobernante que hemos tenido en el presente siglo. No es falso afirmar que en esta etapa la dama causa mucha más empatía de la que logró cuando pedía el voto.

La actitud y el manejo de su agenda hace pensar en una figura que quiere trascender al cargo, que pretende hacer más de lo que se espera de ella, empezando por un cambio de actitud y enfoque de gobierno. Para que esto se logre es imperativo que el equipo que la acompañe entienda su manera de pensar, replique sus actitudes, coincida con el proyecto y todo lo anterior se acompañe de un adecuado manejo de comunicación.

Darle un enfoque humanista al gobierno se dice fácil, pero lograrlo representa un reto mayúsculo, de manera directa para quien esté al frente de la comunicación. Los últimos años el manejo de esa oficina ha sido reactivo, es decir, actúan como bomberos tratando de resolver problemas creados en otras áreas bajo la idea equivocada de que los conflictos se resuelven en la prensa.

La imagen de la gobernadora exigirá a los miembros de su gabinete un compromiso total con los valores que la mueven y eso no es sencillo porque hasta ahora la línea que se ha definido en los gobiernos anteriores es distinta. Digámoslo más claro con Estrada, Adame, Graco y Cuauhtémoc la única regla era no hacer enojar al gobernador y tener contenta a su familia; González Saravia les exigirá mucho más: congruencia, respeto, humildad y honestidad, cosas que no han sido comunes en los últimos gobiernos.

El valor agregado que tendrá la siguiente administración no es la imagen del partido, sino la de la gobernadora; lo primero sirvió para ganar la elección, pero no es suficiente para hacer un buen gobierno ni para mantener la gobernabilidad; el elemento que puede hacer la diferencia en los próximos años en Morelos es la decencia de la gobernadora, su historia de vida y la actitud que muestra desde ahora.

Por eso es clave el manejo de su imagen.

·         posdata

Aunque la incidencia delictiva disminuyó sustancialmente en Morelos después del proceso electoral, la violencia se ha recrudecido en los últimos días. La preocupación de las autoridades por esta situación es evidente, no así en el caso del gobierno de la capital, a quien los problemas no interesan, o al menos eso se interpreta por las constantes ausencias del alcalde Urióstegui a las reuniones de las mesas de seguridad.

Es claro, porque así lo ha dicho desde hace varios años, que el abogado no está de acuerdo con la estrategia de Mando Coordinado de Policía porque considera que no da resultados; esa fue la razón por la cual decidió que su administración quedaría fuera del convenio y operaría sola, decisión que ha sido contraproducente para los ciudadanos porque hoy la capital es uno de los municipios más inseguros del país y la situación delictiva y de violencia está peor que antes.

Es previsible que en su segundo periodo como alcalde José Luis Urióstegui mantendrá su postura de continuar fuera del Mando Coordinado de Policía y seguramente conservará al frente del área a Alicia Vázquez Luna a pesar de su evidente fracaso como encargada de la seguridad.

En términos financieros el primer periodo de Urióstegui ha sido bueno porque ha sido ordenado en el manejo del dinero y ha disminuido la deuda pública que le heredaron; calificación opuesta recibe en el manejo de la policía, en el sistema de agua y en Desarrollo Humano, oficinas sin resultados, con titulares incapaces de sacar adelante su trabajo y generadores constantes de problemas para el alcalde.

En su siguiente periodo como presidente municipal José Luis Urióstegui tendrá el apoyo de la gobernadora, quien a diferencia del mandatario actual no se mueve a partir de siglas partidistas ni rencores personales; la futura jefa del ejecutivo estatal tiene clara la importancia de apoyar al gobierno de la capital, pero topará con pared si el munícipe mantiene su postura en el tema de seguridad e insiste en moverse solo a pesar de los malos resultados y del enorme daño que su terquedad está causando a la ciudadanía.

José Luis Urióstegui no quiso tener trato con Cuauhtémoc Blanco a pesar de que el segundo le ofreció que dentro del Mando Coordinado de Policía tendría la facultad de nombrar al secretario de seguridad y establecer las reglas que considerara necesarias; el alcalde no aceptó. En la etapa que viene sería absurdo mantener esa postura porque en tres años ha quedado claro que en solitario las cosas están peor.

La única razón que validaría la terquedad del alcalde capitalino de operar solo la policía es que exista algún tipo de arreglo no oficial para que Cuernavaca no sea parte de una estrategia estatal de seguridad.

Sería terrible que esa fuera la razón de su terquedad.

·         nota

El presidente de la mesa directiva del congreso local presume el buen manejo que tuvo la actual legislatura y promete que, a diferencia de sus antecesores, ellos entregarán buenas cuentas.

Corresponderá al futuro parlamento validar estas afirmaciones o hacer propias las faltas en la que los diputados actuales pudieran haber incurrido.

Veámoslo de esta forma: mientras la mayoría de los ayuntamientos y dependencias públicas del estado viven con penurias económicas e insuficiencia financiera, la legislatura actual se elevó su presupuesto a más de quinientos millones de pesos anuales, lo cual de manera simple representa que en tres años los 20 integrantes de la cámara ejercieron alrededor de 1 mil 500 millones de pesos, casi el presupuesto de Cuernavaca y más que todos los demás ayuntamientos.

El congreso es un ente que no otorga servicios públicos, no realiza obra y tiene un gasto operativo que representa alrededor del veinte por ciento de su presupuesto. El dinero restante se ejerce de manera discrecional, es decir, se lo gastan los diputados sin rendir cuentas a nadie y bajo la única supervisión de la Entidad Superior de Fiscalización, una oficina que depende de ellos.

Hace poco más de un año se dio a conocer que el ingreso mensual promedio de los diputados locales era de más de 2.5 millones de pesos, cifra que resultaba de restar al presupuesto anual el gasto operativo de la cámara, incluyendo los sueldos de los trabajadores.

Como coordinador parlamentario de Morena Rafael Reyes tiene la obligación moral de revisar el gasto de sus antecesores y actuar en consecuencia; no hacerlo o pasar por alto la evidente corrupción lo convertiría en cómplice y anularía desde un inicio su promesa de dignificar el servicio público.

·         post it

Los días de Uriel Carmona como fiscal de Morelos parecen contados. En la Legislatura 56 la 4T tiene los votos suficientes para relevarlo del cargo y no necesitan motivos para hacerlo, solo la voluntad.

·         redes sociales

Agustín Alonso pasará de ser el diputado más influyente del congreso local a ser uno de 500 en el parlamento federal. Lo mismo aplica para Cuauhtémoc Blanco: de gobernador a diputado raso.

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