Serpientes y escaleras - Cinco sexenios de violencia
En opinión de Eolo Pacheco

En Morelos lo extraordinario se volvió ordinario; todo pasa y no pasa nada
Cinco sexenios de violencia
En Morelos, de unos años a la fecha lo extraordinario se volvió ordinario: la violencia, la corrupción, la impunidad, las complicidades y los excesos gubernamentales se normalizaron, se hicieron parte de la vida cotidiana y dejaron de ser motivo de reclamo ciudadano. La gente se acostumbró a vivir con miedo, a tener autoridades corruptas y aceptar que pase lo que pase, nunca pasará nada.
Fue durante la administración de Jorge Carrillo Olea cuando las expresiones ciudadanas en las calles, producto de una oleada de secuestros, provocaron un cisma sociopolítico que derivó en la renuncia del gobernador; pero su salida no mejoró las cosas, los siguientes 25 años han sucedido cosas peores: la inseguridad creció de manera exponencial en todos los ámbitos, de todas las formas, afectando a todos los sectores y la corrupción se normalizó en los tres niveles de gobierno.
En el régimen carrilloleista pasaron cosas terribles: el secuestro creció y lastimó a cientos de familias de todos los sectores sociales, la privación ilegal de la libertad no distinguió estratos, edad, ni género; se plagiaba en todos lados, principalmente en la zona sur y metropolitana del estado. A la vuelta del tiempo se descubrió que los delitos se planeaban y se ejecutaban desde la procuraduría.
La omisión del gobierno federal hacia la actuación de la administración local permitió que las bandas delictivas actuaran a sus anchas, sin miedo a ser detenidos, ni respeto por los derechos humanos. Fueron días aciagos en donde la nota roja reportaba diariamente casos trágicos, sin que la federación actuara; ante ello, el camino que siguieron los ciudadanos fueron las caminatas, las manifestaciones y las expresiones públicas de repudio hacia un gobierno cómplice de delincuentes. Ahí nacieron las marchas del silencio.
El sexenio de Jorge Carrillo Olea provocó que distintas organizaciones civiles se unieran y salieran juntas; los líderes de agrupaciones ciudadanas, empresariales, de comercio y hasta partidos políticos cerraron filas con un solo objetivo: reclamar de manera pacífica seguridad y justicia. La gente se sumó al llamado y las calles se llenaron de gente vestida de blanco, pidiendo paz.
Después de ese momento la molestia ciudadana se ha mantenido, pero de manera distinta: ahora las manifestaciones son esporádicas, sin unidad entre gremios y muchas veces con fines políticos. La expulsión de Jorge Carrillo Olea no resolvió el problema de inseguridad, ni provocó una limpia en las instituciones, por el contrario, los siguientes gobiernos arroparon criminales, se coludieron con grupos de la delincuencia organizada y protegieron a cárteles de la droga.
A Jorge Carrillo Olea lo crucificaron porque el coordinador del grupo antisecuestros de la Policía Judicial fue detenido cuando intentaba tirar el cadáver de una persona; esa acción derivó en la detención del fiscal Carlos Peredo Merlo, del subprocurador Rafael Augusto Borrego y del director de la Policía Judicial Jesús Miyazawa.
El sexenio siguiente se repitió la historia cuando el gobierno de Vicente Fox capturó al coordinador de la policía ministerial (antes policía judicial) José Agustín Montiel López por formar parte de una banda que brindaba protección a los narcotraficantes Juan José Esparragoza “El Azul” y Vicente Carrillo Leyva. Durante el sexenio de Sergio Estrada Cajigal la tasa de secuestros bajó, pero creció el trasiego de droga y la presencia de cárteles en la entidad. Montiel recibía cocaína procedente de Colombia en el aeropuerto de Cuernavaca, administrado por el suegro del gobernador, y la trasladaba al municipio Los Reyes La Paz en el Estado de México en patrullas de la policía de Morelos.
Con Marco Adame vivimos un momento similar cuando elementos de la policía federal y del ejército mexicano detuvieron a 40 policías de Yautepec por brindar protección a narcomenudistas de la zona. A esta acción siguió la captura del secretario estatal de seguridad Luis Ángel Cabeza de Vaca y de su símil en Cuernavaca Francisco Sánchez González. El procurador Francisco Coronato renunció al cargo y se amparó para no ser detenido.
Graco Ramírez ganó la elección enarbolando la bandera de la seguridad; en campaña y desde el inicio de su administración prometió resolver el problema delictivo, pacificar la entidad y erradicar la corrupción en las estructuras policiales. “En 18 meses acabaremos con la inseguridad”, dijo. Pero el plazo se cumplió y las cosas en lugar de mejorar, empeoraron: en ese periodo de gobierno todos los delitos aumentaron y en el caso del secuestro, las cifras se dispararon hasta el 212 por ciento.
La de Cuauhtémoc Blanco no fue una historia feliz, la insensibilidad y desconocimiento del futbolista se reflejó en los números de seguridad: durante ese sexenio Morelos siempre ocupó los primeros cinco lugares en los cinco delitos de alto impacto, las ejecuciones se volvieron algo de todos los días y la complicidad oficial llegó hasta su persona, como quedó confirmado cuando se hizo pública su fotografía abrazando a tres líderes de grupos delictivos que, por cierto, eran objetivos prioritarios de su gobierno.
El reto que tiene Margarita González Saravia en el tema de la seguridad es enorme porque arrastra un cuarto de siglo de impunidad, complicidades, corrupción y vejaciones; la tarea no es sencilla desde ningún ángulo y se agrava por el hecho que, dicho por las mismas autoridades, más de la mitad de los actuales presidentes municipales están coludidos con distintos cárteles del narcotráfico.
La llegada de Edgar Maldonado a la Fiscalía General permite al gobierno cerrar la pinza de seguridad con el secretario Miguel Ángel Urrutia; ambos son cercanos a la gobernadora, son gente proba que difícilmente repetiría las acciones que se volvieron comunes en los cuerpos de seguridad.
Aun así las cosas no serán sencillas para nadie: la presencia del crimen organizado en Morelos se nota en los ayuntamientos, pero también en los tres poderes del estado; peor: según lo han repetido los últimos dos titulares de seguridad estatales, en Morelos hay presencia de al menos 14 grupos delictivos que operan en distintas zonas y permanentemente se pelean la plaza, dejando como saldo una oleada de sangre que impide que la ciudadanía crea que las cosas van mejorando.
El problema de Morelos no está solo en la terrible situación de violencia e inseguridad que vivimos desde hace muchos años y que no cambia con la llegada de un nuevo gobierno, se agrava con el hecho que como sociedad nos hemos acostumbrado a ello, normalizamos la corrupción y las complicidades de los criminales con los gobiernos y los actores políticos.
El último ejemplo de esta situación es el de los alcaldes de Cuautla y Atlatlahucan, videograbados con un líder criminal, difundidos a nivel nacional y a pesar de ello, ambos tranquilos al frente de sus ayuntamientos.
El ciudadano ya normalizó lo anormal, ya se acostumbró a vivir con miedo, entre sangre y a sabiendas que la justicia en el estado tiene precio. Frente a ello el gobierno tiene dos caminos, dejarse llevar por la inercia, permitir que las cosas sigan igual o como lo ofrece Margarita González Saravia, trabajar para limpiar las instituciones y probar el cambio que el ciudadano reclama desde hace casi tres décadas.
Ese es el reto de la gobernadora y de su equipo. Cambiar la historia no es sencillo, ni será rápido.
· posdata
Por enésima ocasión el gobierno estatal pide paciencia frente a la crisis que se vive en la coordinación estatal del transporte. La situación en la dependencia no es sencilla y provoca un enorme malestar social porque aunque la gente acude a las oficinas a tratar de realizar sus trámites, no hay capacidad para atenderlos.
Las imágenes de los ciudadanos acudiendo desde la madrugada a formarse y esperando hasta catorce horas para ser atendidos encienden los ánimos y exponen la grave situación que se vive en la dependencia.
El llamado a la paciencia es válido, pero no servirá por mucho tiempo; urge que la coordinación funcione con normalidad.
· nota
El próximo 8 de marzo se llevará a cabo la marcha de las mujeres; este movimiento tiene como origen El 8 de marzo de 1917, cuando las amas de casa rusas provocaron revueltas para pedir el fin de la guerra y poder tener alimentos. A partir de ese año los países comenzaron a instaurar ese día hasta que, en 1975, la ONU declaró oficialmente el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer.
La que viene será la primera marcha 8M con una presidenta y una gobernadora de Morelos; Margarita González Saravia se manifestó en favor de que las mujeres defiendan sus derechos, pero hizo un llamado a las participantes para que la manifestación esté libre de violencia y respete el derecho de terceros.
Veremos qué ocurre.
· post it
La comisión nacional de honestidad y justicia de Morena resolvió por unanimidad hace unos días que Irving Saúl García Barrera, Jonathan Capistrán Castro y Quintín Barrera Miranda, este último expresidente de Morena en Morelos, fueron eliminados del Padrón Nacional de los Protagonistas del Cambio Verdadero, es decir, fueron expulsados.
Los tres y otros personajes más, jugaron en contra del partido y de manera particular en contra de Rafael Reyes y David Ortíz. Su hija, la diputada federal Ariadna Barrera también hizo todo lo posible porque Reyes y Ortíz perdieran y para ello recibió el apoyo del exgobernador Cuauhtémoc Blanco.
Los números de Morena en Jiutepec en la última elección fueron terribles, pero no son casualidad, el resultado tuvo que ver el hecho que mandaron a sus candidatos a competir solos contra todos, incluidos los aliados de la 4T, además hubo una muy fuerte división interna, traiciones de los grupos, incluyendo al de Rabindranath salazar y la intervención directa del gobernador y su hermano en contra de Rafael Reyes.
La contienda de Jiutepec fue una lucha contra muchos enemigos y muchas traiciones. Ganar en esas condiciones fue una tarea titánica.
· redes sociales
Si se confirma que el personaje pixeleado en el video de los alcaldes de Cuautla y Atlatlahucan con el líder del Cártel de Sinaloa es Tadeo Nava, sería un fuerte golpe para la 4T; el exalcalde de Cuautla estuvo muy cerca de ser el dirigente estatal de Morena en Morelos. ¡Imagínense el escándalo!
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