Repaso - Mi plaza de maestro, sin examen de concurso

En opinión de Carlos Gallardo Sánchez

Repaso - Mi plaza de maestro, sin examen de concurso

Hasta donde estoy enterado, aún no se tiene claro si los docentes que se incorporan al servicio luego de obtener resultados favorables en un examen de oposición, garantizan por ese hecho un desempeño favorable en sus tareas educativas. Tampoco se puede sostener que por lo general su desempeño es dudoso. Yo creo que entran en juego otros factores, más relevantes que aprobar un examen, recurso éste que ha sido utilizado para presuntamente seleccionar a los más competentes, aunque no siempre sucede así.

Lo anterior me hace recordar cómo ingresé al servicio, hace ya un montón de años. Lo acepto: nunca fui sometido a un concurso de oposición, ni se valoró mi saber y mi desempeño docente con un examen, ni nadie me agredió sugiriendo que se me aplicara un test psicométrico o que me exigieran análisis toxicológicos, como en algún momento se llenan la boca con esos argumentos los ideólogos de las reacciones y quienes se ostentan como los guías morales del México al que aspiramos, pero que en el fondo ven en la educación pública un botín para hacer negocio.

No obstante, siempre intenté cumplir con las responsabilidades docentes o técnico pedagógicas que se me confirieron. Espero haber cumplido, como pienso que muchas profesoras y profesores lo han hecho y lo hacen, si bien quedan fuera del cuadro de calidad tendenciosa, del paradigma neoliberal que aún prevalece y sus consignas eficientistas, subyacentes en la orientación que se les da a las pretendidas reformas educativas que se impusieron. No sé si la que está en curso verdaderamente va a deslindarse de ese tufo.

Mi jubilación llegó después de 35 años de servicio, con lo que se llama tiempo completo; es decir, 42 horas semana/mes. Nunca aspiré a convertirme en directivo de alguna escuela y por ello el llamado escalafón me fue indiferente, razón por la cual tampoco estuve en la necesidad ni en la tentación de pedir un favor sesgado a mi instancia sindical. Me jubilé como maestro de grupo, nada más, porque mis querencias me orillaron a andar por otros caminos harto interesantes como el periodismo.

¿Por qué esas reminiscencias tan mías? Aquí viene lo bueno. En primer lugar, porque mi sindicalismo, mi pertenencia al SNTE, creo que nunca la mantuve, ni la mantengo, con base en incondicionalidades vergonzosas, mucho menos en intereses de facciones. Jamás he pertenecido a expresión sindical alguna, pero me ufano que he actuado, que actuó, con lealtad hacia quienes se han fijado en mí para desempeñar algún encargo, sin sujetar mi libertad de pensar, de actuar y de decidir. Nadie, en la Sección 19 del SNTE, me condicionó así, ni lo hubiera permitido. Para conmigo ha prevalecido siempre la cultura de la tolerancia, de la inclusión, del respeto a mi dignidad como trabajador de la educación. En correspondencia he servido sin rodeos, sin disimulos, sin triquiñuelas.

Es en el SNTE, Sección 19, donde se ha valorado lo que hago, lo que sé, lo que aporto. No puedo decir lo mismo del sector oficial, en donde por años también colaboré como asesor técnico en algunas dependencias educativas.

“Cada quien habla como le va en la feria”, podrán decirme. En efecto, por eso no hablo por otros, aunque lo pudiera hacer. Eso sí, debo aclarar, las deferencias y oportunidades que he recibido de mi sindicato y de algunos de sus representantes en Morelos, las acepté, sin petulancia, por el convencimiento de mis propias capacidades y la aspiración de que se me hayan tomado en cuenta los méritos académicos que pudiera tener.

Traje a colación lo anterior, porque he escuchado a jóvenes maestras y maestros, afirmar que no tienen compromiso alguno con el sindicato, porque ellos se han ganado su plaza por mérito propio, lo que debe entenderse porque aprobaron el examen de oposición.

¿Cómo deben actuar los jerarcas sindicales en Morelos respecto del reclamo de maestros de nuevo ingreso para tener certidumbre laboral? En estricto sentido no es asunto que les competa, Pero existe la sospecha de que algunos nombramientos de presuntos recomendados mantienen la sombra de la prebenda acunada en el ámbito de la representación gremial. De modo que los líderes sindicales verían con buenos ojos que a esos profesores no se les garantice la seguridad de seguirse desempeñando con un interinato, o con la obtención de un nombramiento definitivo.

Por lo pronto, mediante el consabido boletín institucional, el IEBEM les da entender que sin ellos las escuela