Repaso - Educación e identidad regional
En opinión de Carlos Gallardo Sánchez
Desde el año pasado, en el que se conmemoró el centenario luctuoso de Emiliano Zapata Salazar, advertí un desinterés lamentable en los responsables de la educación en Morelos, principalmente del nivel básico, respecto de la gran oportunidad que tenían para fomentar, a través de la gesta revolucionaria del héroe de Anenecuilco, la identidad regional y el sentido de pertenencia hacia lo morelense.
¿Sirve de algo eso? Claro que sí. Es el rostro anímico, emocional, orgulloso, con el cual todo habitante de esta hermosa entidad podría estar consciente de su razón de ser como integrante de un nicho social con historias comunes, con pautas culturales que los identifican.
Por eso resulta imperdonable que en las escuelas se desatienda el patrimonio histórico morelense. Por eso irrita que poco, muy poco, se haga al respecto por iniciativa de los responsables de conducir los destinos de la educación en el estado.
Ese es un pendiente que las autoridades del sector tienen con las generaciones de alumnos que van atendiendo, sobre todo las actuales, quienes enfrentan rezagos e inercias provocadas por aquellos funcionarios que los antecedieron.
Para no ir lejos, en la administración anterior, siendo director general del IEBEM Fernando Celerino Pacheco Godínez, “asesorado” por no sé quién, prácticamente se marginó en secundaria una asignatura local cuyos propósitos generales eran la valoración en los alumnos del patrimonio natural y cultural del estado. Si por ellos hubiera sido, habrían desaparecido la asignatura de tercero de primaria denominada “Morelos, la entidad donde vivo”, pero como en ello prevalecía la disposición federal no pudieron hacer nada.
La actual administración que encabeza Eliacín Salgado de la Paz estaría ante lo oportunidad de revalorar lo morelense, con acciones y proyectos formativos, pero desde luego con conocimiento y sensibilidad. Primero deben convencerse del valor del ser morelense, de la importancia para experimentar en cada momento el orgullo regional, con el cual los que aquí residimos nos arraiguemos profundamente y, pese a nuestras diferencias, sepamos que el origen común es garantía para no destruirnos por mezquindades políticas o de otra índole.
Por lo pronto ya se desaprovechó todo un año, pues lo que se hizo o habló de Zapata fue más iniciativa de otras instituciones o personajes, y no de los funcionaros educativos. Lo que se realizó en las escuelas, debe decirse, fue principalmente iniciativa de los profesores de escuela, quienes se pintan solos para hacerle honor a los símbolos y héroes nacionales.
Ser de aquí, de Morelos, debe ser premisa que impulse y motive a todos. Y, claro, debe constituir un filón que debe explotarse en la acción formativa de las nuevas generaciones.
No estaría mal que un tema de esa naturaleza fuera reflexionado por los funcionarios de ahora, aprovechando la pausa obligada en la que nos metió la contingencia que todos conocemos. La Nueva Escuela Mexicana debe sustentarse en una visión local del ser humano, sin perder de vista que se vive en un mundo globalizado.
¿Estaré alucinando?
- De refilón
No recuerdo cuántas semanas han pasado de que la señora Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del presidente Andrés Manuel López Obrador, estuvo en Tlayacapan para promover el programa “Fandango por la lectura”.
¿Solamente se iba a llevar a efecto en Tlayacapan?, pregunté a alguien en la Secretaría de Turismo y Cultura. Me respondió que no, que de lo que se trataba era realizar ese tipo de actos para invitar a la gente a leer en todo el estado. Si se piensa involucrar a niños y adolescente, volví a preguntar, ¿van a coordinar con el IEBEM? Me respondió que no, que había un desinterés alarmante en ese ámbito, que mejor lo estarían haciendo de manera directa en las escuelas.
Así no se puede.
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