Repaso - ¡DURO CONTRA JUÁREZ! ¿QUIÉN PODRÁ DEFENDERLO?

En opinión de Carlos Gallardo Sánchez

Repaso - ¡DURO CONTRA JUÁREZ! ¿QUIÉN PODRÁ DEFENDERLO?

A propósito de la conmemoración del fallecimiento de Benito Juárez, el pasado 18 de julio, siendo en estos tiempos uno de los personajes históricos más atacados por ciertos grupos sociales que le profesan una tirria exacerbada a Andrés Manuel López Obrador, quien asume como ejemplo a seguir la figura del ilustre oaxaqueño, uno se pregunta si valdría la pena en los ámbitos educativos promover espacios de análisis y valoración objetiva de lo que fue e hizo nuestro personaje para la conformación de una nación respetable y respetuosa.

El desdén institucional, por lo menos en Morelos, es palpable. Así sucedió durante el centenario luctuoso de Emiliano Zapata. De no ser por la iniciativa de los maestros en sus escuelas, el recuerdo del líder agrarista hubiera pasado inadvertido en el sector educativo. En lo personal, sólo advertí el “interés” de los funcionarios de ese ramo, cuando el hermano del secretario de educación, Esteban Moctezuma Barragán, presentó en el auditorio de Teopanzolco su libro biográfico sobre el hombre de Anenecuilco.

Esa misma indiferencia, o peor, advierto respecto de Benito Juárez, a quien se le ha pretendido desvalorar arteramente, por lo menos desde el sexenio de Vicente Fox Quezada. Era esperarse. La tendencia doctrinaria del ahora ex presidente fue contraria a la figura e importancia de Juárez.

En el artículo titulado “Benito Juárez y los festejos centenarios en su honor”, incluido a manera de introducción en el libro colectivo “Los mil rostros de Juárez y del liberalismo mexicano”, Héctor Cuauhtémoc Hernández Silva, catedrático de la UAM Azcapotzalco, escribió:

“Desde finales de 2000, en el proceso de realizarse el nuevo relevo presidencial, empezó la contienda”, para luego narrar la animadversión que Fox demostró hacia el Benemérito de las Américas: “Nada halagüeño se vislumbraba para don Benito con la ascensión de Vicente Fox y la llegada del panismo empresarial, pero también conservador y clerical. Los malos augurios de inmediato se hicieron realidad: en la remodelación que se hacía en la remodelación de la residencia de Los Pinos, para la ocupación de su próximo inquilino. Fox ordenó quitar de las paredes de la casa un cuadro original con la efigie en tamaño natural de Benito Juárez…” La forma fue fondo. Con ese tipo de actitudes el hombre de las botas marcaba su enconada distancia ideológica respecto del juarismo histórico.

Ahora que López Obrador, repito, pregona su apego al legado de Pablo Benito, por ejemplo, en el pronunciamiento recurrente de la austeridad, de la justa medianía, etcétera, los enemigos políticos del tabasqueño, así como ciudadanos que ya “compraron” la versión de que Benito Juárez no es como lo pintan, endilgándole culpas y anatemas que la historia oficial “ha solapado”, uno piensa que la jauría va por todo para “demostrar” que Andrés Manuel tiene como ejemplo a seguir a un individuo que fue “pernicioso” para los destinos del país.

Es así como interpreto lo que con frecuencia veo publicado en el Facebook: el descontón aleve y el empleo de fuentes evidentemente antagónicas a la obra y gesta del oaxaqueño, lo que convierte de inmediato a quienes lo expresan, en voceros del antijuarismo exacerbado.

Ante esa andanada ideológica, cabe preguntar si valdría la pena anteponer a tales arremetidas otro tipo de interpretaciones, mediante las cuales a Benito se le revalore en espacios institucionales donde está en juego la formación de conciencias, no tanto para hacerlo reproduciendo los clichés con los que de manera acrítica se le etiqueta, sino dándole paso a las reflexiones que permitan poner en la balanza del juicio histórico, la trascendencia de Juárez, reconociendo los errores que cometió, lo mismo que la trascendencia que tuvo y tiene, junto con una incomparable generación de individuos que se enfrentaron a muchas vicisitudes para, insisto, darle paso a la idea y el sentimiento de nación que años antes no existía.

Más allá de que el presidente López Obrador manifieste insistentemente que camina por los caminos simbólicos de Juárez, su importancia en el devenir de nuestro México trasciende esa “simpatía” y merece, por lo menos, la justipreciación que tiene en los anales de este país que le debe mucho.

Pregunto, pues: ¿habrá entre los responsables de tomar las riendas de la educación en Morelos, quienes asuman la necesidad de fomentar la reflexión objetiva sobre Pablo Benito Juárez García? ¿O, inconscientes o ignorantes, les importa poco la salvaguarda de nuestros próceres?

E mail: profechon@hotmail.com