Reflexiones de mesa - Inteligencia artificial: Evolución del hombre Homo humanus

Dervilia Compañ Calzada en Cultura

Reflexiones de mesa - Inteligencia artificial: Evolución del hombre Homo humanus

La tecnología de nuestro siglo rebaza la capacidad de la consciencia para utilizarla como una herramienta, el avance técnico se convierte más bien en un soporte en todos sentidos. Hace apenas veinte años, la situación de hoy resultaba inimaginable. Estar atados a un celular o una computadora, no era siquiera un prototipo de futuro. El hecho de que nuestro día a día esté tan íntimamente ligado al uso de recursos tecnológicos se ha vuelto tan común como el saber que el interruptor de luz encenderá el foco cuando nos acercamos a presionarlo. No hay un cuestionamiento más allá, no hay duda de que corre luz eléctrica por un cableado que nos permite extender las noches hasta el punto que nosotros tomemos decisión.

Desde el surgimiento del radio, la televisión, el cine, la telefonía, el internet; cada momento se ha convertido en un camino a acercarnos y volverlos un compañero más, casi tan fiel como el amigo que buscamos constantemente. Tenemos mayor comunicación con nuestro celular que con cualquier miembro de la familia. Actualmente, el cifrado automático de los buscadores de internet, conocen más de nuestros deseos e inclinaciones que nosotros mismos. Por cada “googleo”, la máquina refigura una especie de mapa que delinea, como aquellos juegos de unir puntos, un perfil de individuo que desempeñamos y a quienes pueden ofrecer ciertos objetos, determinadas mercancías e imágenes de interés, somos una pieza más que se adhiere a un total de objetivos desconocidos.

Y entre las inversiones científicas que se quiebran la cabeza, se encuentra el trabajo para el desarrollo de la Inteligencia Artificial. Bien sabido es que Japón se encuentra entre los países con mayor desarrollo tecnológico, situación curiosa pues es, al mismo tiempo, un país adherido a sus costumbres y raíces. Un amigo mexicano que tuvo la inteligencia y fortuna de vivir un par de años en territorio japonés, comentaba que ese país tenía un arraigo a su origen y, en esa constancia en lo ya conocido, existía un perfeccionamiento; las calles ordenadas y limpias, la sociedad reflejaba el hecho de que “la ética es estética”. El modo de vida y pensamiento se refleja en algo tan simple como el orden, la amabilidad y la limpieza. La sublimación del hombre está en rehacer lo mismo cada vez con mayor consciencia, repetir hasta la perfección. Y en este proceso de avance humano existe la potencia casi monstruosa, del avance tecnológico. Es en Japón donde los androides y robots cada día se superan a ellos mismos, en una prueba-ensayo de lo que serán lo nuevos humanos.

En la película Blade Runner  de Ridley Scott, plantea un mundo futurista en el que lo humano ha encontrado el modo de “crear” seres genéticamente superiores; dedicados y programados desde su inicio a un fin particular (milicia, trabajo, recreación sexual, etc.) La perfección de estos seres atemoriza al hombre, el fin ahora es evitar que nos dominen. En esa temática, películas como the Terminator, Yo Robot,  al igual que series como Black mirror, entre muchas otras que manifiestan el constante miedo del humano por la “rebelión de las máquinas”. Y es que sabemos muy en el centro de nuestra consciencia, que llegará el ser creado por el hombre que le superará y lo expondrá a su final.

El humano conocido, lo que somos hoy, será sustituido por su hijo, por el ser que creamos día con día con nuestro uso y afinidad al internet, a las redes sociales. Face Book, por ejemplo, es un soporte millonario precisamente por eso, porque es un centro de comando que acumula datos humanos a cantidades incontables. Millones de consciencias dejando experiencias, pensamientos, deseos, imágenes, recuerdos. Construimos a cada segundo la Inteligencia Universal Humana, esa mente inabarcable e incorpórea. La inteligencia Artificial, el Androide Máquina es la evolución darwiniana del humano. En dónde ha llegado a crearse un cuerpo y una mente que todo lo soporte, que a todo se enfrente; no orgánica ni  perecedera.  Somos cada uno una neurona en sinapsis para la gran mente del “super humano”, del homo humanus  que sobrepasa la noción de lo que podemos o no; que ataca al inconsciente y se traduce en miedo, en rechazo, en apocalíptico pues, como la larva que deja su piel y se convierte en un insecto, lo mismo el hombre de carne, será sólo una piel de contenido de desecho para el homo tecnológico.