Observador político - Cuauhtémoc Blanco, símbolo de la impunidad

En opinión de Gerardo Suárez Dorantes

Observador político - Cuauhtémoc Blanco, símbolo de la impunidad

El daño que Cuauhtémoc Blanco causó al estado de Morelos es irreversible. No solo por la gestión deficiente y marcada por la opacidad y actos de corrupción que dejó durante su tiempo como gobernador, sino por las graves acusaciones que ahora recaen sobre su figura, entre las cuales destacan presuntos actos de violencia sexual y el desvío millonario de recursos públicos.

IMPUNIDAD Y CORRUPCIÓN DEL CUAUH ¿HABRÁ JUSTICIA PARA MORELOS? La cuestión que hoy nos ocupa no es solo el daño a la entidad, sino el reto que enfrenta la justicia: ¿quedará impune el Cuauh? Por ello, la importancia de las investigaciones que pesan sobre Blanco Bravo y que no son nuevas, dado la gravedad de los hechos que se le imputan está lejos de ser un simple escándalo mediático; el presunto intento de violación a su media hermana, Nidia Fabiola “N”, es un acto que no puede ni debe quedar impune, independientemente de la protección que, por sus influencias políticas, pueda intentar invocar.

Es  urgente que las diputadas federales de todos los partidos políticos, incluido Morena deben de pronunciarse al respecto en el Congreso de la Unión a efecto de que proceda con el desafuero del diputado federal, Cuauhtémoc Blanco Bravo, para que enfrente la justicia como cualquier otro ciudadano. La política no debe ser un refugio para quienes buscan evadir la ley.

De hecho, la corrupción es otro de los frentes en los que se debe actuar con contundencia. A lo largo de su administración (2018-2024), el exfutbolista no solo permitió, sino que probablemente favoreció, el desvío de más de 40 millones de pesos de recursos públicos en Morelos; de ahí las denuncias de la gobernadora Margarita González Saravia, quien también pertenece a Morena, deberían marcar un parteaguas, aunque ambos comparten militancia, la mandataria ha demostrado que no está dispuesta a solapar los abusos y las transas del exgobernador.

¿VAN POR EL DESAFUERO? Pero aquí es donde el verdadero dilema surge. En la cámara de diputados, varios legisladores de Morena ya han señalado, en privado, que estarían dispuestos a votar a favor del desafuero, si el proceso se lleva a cabo, empero, desde la cúpula del partido, encabezada por Luisa María Alcalde y otros altos funcionarios, aún no se ha emitido un posicionamiento claro, por lo tanto, esta postura evasiva no solo es cuestionable, sino peligrosa. La falta de un pronunciamiento oficial parece sugerir que algunos prefieren hacer la vista gorda ante el escándalo, confiando en que este se diluya con el tiempo. Si esa es la estrategia, estarían cometiendo un error gravísimo.

Cuauhtémoc Blanco ha sido un símbolo de la impunidad en Morelos desde su incursión en la política como alcalde de Cuernavaca. Su relación con la corrupción es tan evidente como su cercanía con personajes de su misma índole, como lo demuestran las denuncias de corrupción que ya están en curso. Los hechos no pueden ser ignorados: la Secretaría de Corrupción y Buen Gobierno debe citarlo sin dilaciones, no solo para aclarar el desvío de recursos, sino también para dar cuentas sobre la contratación de exfutbolistas y otros personajes sin formación en administración pública, que fueron integrados a su gabinete mientras, presuntamente, llenaban sus bolsillos a costa del pueblo morelense.

Es hora de que la justicia se imponga, sin excepciones. La política debe dejar de ser un campo fértil para la corrupción, y Morena tiene la oportunidad de demostrar que no es solo un partido de discursos, sino uno que respalda con hechos su promesa de transformar el país. El desafuero de Cuauhtémoc Blanco sería un paso en esa dirección. La impunidad no puede seguir siendo la regla, y la justicia debe prevalecer por encima de los intereses políticos.

RECUPERÓ MORELOS LO QUE NUNCA DEBIÓ PERDER: EL MONUMENTO AL GENERALÍSIMO.- En un acto que, más allá de la pompa y el simbolismo, representa un resurgimiento histórico para Morelos, la gobernadora Margarita González Saravia dio un paso decisivo al recuperar la figura de José María Morelos y Pavón, cuyo legado fue mutilado durante años por la desidia y el saqueo de administraciones anteriores. Este acto, celebrado en el municipio de Huitzilac, marca no solo la restauración de un monumento, sino la reivindicación de una historia que fue convenientemente olvidada, no solo por los gobiernos neoliberales, sino también por figuras locales que no entendieron ni respetaron la identidad y los valores profundos de la tierra que hoy gobiernan.

El evento de la inauguración del monumento al “Generalísimo” Morelos, junto con la creación del Consejo de la Memoria Histórica de Morelos, demuestra el compromiso de la actual administración con la reconstrucción del tejido social y cultural de un estado que ha sido arrasado por años de abandono y saqueo.

Es significativo que esta administración reconozca la importancia de las figuras fundacionales de nuestra nación, como Morelos, quien luchó por la independencia y por la justicia social, pero también es necesario entender que esta recuperación no debe ser solo un acto simbólico, sino el principio de un profundo proceso de transformación social y política.

Es cierto que la figura de Cuauhtémoc Blanco, un gobernador que, lejos de honrar la historia de Morelos, se dedicó a vaciar las arcas del estado y a propiciar el crecimiento de su propio círculo de poder, marcó un periodo de olvido y de desinterés por la cultura, la memoria histórica y el bienestar de la gente.

LUGAR ABANDONADO.- De ahí la importancia de que, González Saravia haya dado un giro radical en esa dirección, rescatando lo que quedó de la memoria colectiva de los morelenses, y colocando la historia en el lugar que le corresponde: al frente, como faro de identidad y lucha.

El acto de firmar el decreto para la creación del Consejo de la Memoria Histórica de Morelos, lejos de ser una medida cosmética, debería ser visto como un llamado a la acción en un estado donde el olvido ha sido, por demasiado tiempo, la herramienta para perpetuar desigualdades sociales y políticas; esta propuesta de recuperación cultural debería, además, ir acompañada de un compromiso serio para garantizar que las futuras generaciones de morelenses no solo vean estos monumentos como meras estatuas, sino que los sientan como parte activa de su vida cotidiana.