Ni la pandemia pudo frenar celebración de los albañiles
También en Cuautla se recordó con ahínco la fecha anual
Cuautla, Mor.- Ni la pandemia del coronavirus los ha podido detener, ellos trabajan desde temprana hora y salen por ahí de las 17:00 a 18:00 horas. Sus ropas lucen cenizas, los zapatos o los tenis llevan parte de la mescla que estuvieron haciendo; las manos están callosas, llevan sus mochilas con los trastes de plástico en donde llevan su comida, su almuerzo. “La verdad es que gracias a Dios, hemos tenido trabajo, obras pequeñas, pero sale para la semana”, señalan albañiles que trabajan en la construcción de una pequeña vivienda.
Para ellos, el trabajo no faltó gracias a los migrantes, ellos los trabajadores mexicanos que están en los Estados Unidos de Norteamérica, o en Canadá, están siempre enviando dinero para que sus esposas, madres o hermanos, les construyan un cuarto, una vivienda, donde quedarse cuando estén de regreso, su es que vuelven.
Hoy, desde temprano ya pusieron su cruz, la adornaron con papeles multicolores, para luego seguir, para no detenerse. Unos cargan los sacos de cal, otros de cemento, mientras otros más preparan la arena y la grava, según la vayan a utilizar para hacer la mescla. Mientras el contratista o el “maistro”, se hace cargo de hacer las mediciones, de ver como se parara la barda, el cuarto que se construye.
Mientras los contrastantes, ya empezaron a preparar la comida, a veces es un mole, otras, las carnitas, según sea la obra, y no van a faltar las cervezas, que en grandes tinas ya también son colocadas con el hielo para que estén “bien muertas”.
Ellos Ángel y Carlos González Pérez, son albañiles desde hace 15 años, apenas tenían 10 años, o quizá menos, cuando su padre, un maestro albañil, ya reconocido por las obras que realiza, se los llevaba a trabajar. Para ellos no hubo tiempo de estudios, apenas fueron a la primeria, y de ahí, con trabajos a la secundaria, porque tenían que ayudarle al padre como chalanes aprendices.
“A veces nos daba algo, nos compraba frituras y refrescos, mientras él se iba con los amigos, con los compañeros con los que trabajaba a tomar unas cervezas”, detallaron.
Aprendimos a cargar los bultos, a hacer la mescla, a pegar ladrillos o ahora los block, que ya se volvieron como una moda, “o quizá sea porque el millar es más barato y, además se ocupan menos para hacer una barda, construir un cuarto o una casa.
Reconocen que su padre es uno de los maestros albañiles reconocidos, “ojalá le hubiéramos aprendido más de lo que sabe; él puede hacer una cúpula, según nos platicaba aprendió de un maestro extranjero, él le enseño, y aprendió, nosotros no lo hicimos”.
Lo importante, destacan es que es un oficio que les permite mantener a la familia, “se gana bien, el pago es semanal, y si nos va bien, podemos sacar entre mil 500 hasta los 2 mil pesos semanales, a veces mucho más, según la obra que estemos haciendo”.