México, eje del republicanismo.
En opinión de Dagoberto Santos Trigo.

El domingo 1 de junio de 2025, México será ejemplo de avance democrático, puesto que el imperio ciudadano (a través de su sufragio emancipado) renovará 881 cargos del Poder Judicial. Así, el republicanismo es ahora una realidad: la autonomía inalienable del individuo dentro del Estado: el predominio absoluto de su decisión en la esfera pública.
Por tanto, es preciso enfatizar que la participación de la ciudadanía es la razón de ser de los comicios. La sistematización -transparente, imparcial y legítima- de éstos, un deber constitucional en que el INE está inmerso: somos un agente que tiene la misión de salvaguardar la emisión del voto.
En ese sentido, la observación electoral es indispensable. Se trata de un mecanismo determinante, que pretende garantizar la integridad electoral y fortalecer la capacidad de la sociedad civil, a fin de promover el empoderamiento global en dos grandes rubros:
ü Defender el ejercicio político.
ü Fomentar la rendición de cuentas -sin dilaciones- de los tres poderes.
Bajo esa tesitura, el papel de la mujer es insoslayable. La igualdad sustantiva, como un signo contemporáneo y progresivo, está adherida a un movimiento incontenible. Nada ni nadie lo puede detener. Empero, aún se vislumbran conductas nocivas y regresivas, como: el machismo, los estereotipos, la violencia política contra la mujer en razón de género, la intolerancia, la misoginia, la aversión y otros. Esto es inaceptable en un territorio cívico.
En general, los ojos de la comunidad (nacional e internacional) estarán sobre nuestra nación. Todas/os seremos testigos del establecimiento de una auténtica división tripartita del Estado, en la que deben predominar dos elementos fundamentales: 1. Refrendar el cumplimiento de derechos y obligaciones de la ciudadanía. 2. Instaurar contrapesos intrínsecos entre el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial.
Para afianzar esto, es necesario que exista un acatamiento inexorable a la supremacía constitucional: el cúmulo de principios que resguarda las garantías individuales.
No hay posibilidad de mirar hacia atrás. No es posible socavar o subvertir la realidad actual. El origen de la legitimidad de la tríada de poderes se sintetiza en dos vocablos YA: elección directa. En lo sucesivo, la justicia será otra: el equilibrio.
Incluso, podría emitir la siguiente hipótesis: A mayor honestidad en los arbitrajes de las juezas y los jueces (frente al asedio de diversos intereses) en la capacidad de dilucidar los cánones supremos, mayor será la posibilidad de que obtengan la convicción de la población en el debate que pueda suscitarse con los demás poderes.
Así de importante es la cita que tendremos el día de la jornada comicial. El destino del país necesita del veredicto libre de mujeres y hombres comprometidos; es decir, el reconocimiento de la voluntad de la mayoría, la cual prevé defender el aliento de la Carta Magna. Casi como una costumbre, ha habido críticas en torno al bajo aforo de votantes (en distintos ciclos). A cuatro meses del domingo definitivo, tenemos la oportunidad de revertir este fenómeno. ¿Qué nos toca hacer a cada quién?:
§ A la ciudadanía: acudir a depositar su decisión en las urnas.
§ Al INE: resguardar ese veredicto.
§ A los medios masivos de información: difundir -con objetividad- cada etapa de la contienda y, en específico, incitar a la participación.
De ahí la importancia de continuar erigiendo un órgano comicial cercano a la gente, que capitalice su tiempo (y margen de maniobra) en fortalecer el devenir de la democracia participativa (más allá del ámbito de las elecciones). Ése es el desafío.
Ante lo descrito, Jean-Paul Sartre ponderó:
“El compromiso es un acto, no una palabra”.