Marcha por la Paz

En opinión de Mirna Zavala

Marcha por la Paz

Hago un paréntesis en el comentario sobre la Cumbre de la Democracia Electoral para comentar la marcha por la paz realizada el pasado sábado convocada por el obispo de la Diócesis, Ramón Castro Castro, quien como sabemos funge también como Secretario General de la Conferencia del Episcopado Mexicano. Se trato de la octava edición de la marcha y primera presencial después del confinamiento debido a la pandemia.

Reunió a un importante sector de la población, de muy diversas comunidades y municipios del estado, en un clamor generalizado que se viene repitiendo ya hace varios años: deseo de paz. Algunos medios informaron que fueron más de seis mil participantes siendo el zócalo de la ciudad el punto de llegada.

No cabe duda, que la actual marcha estuvo en gran medida enmarcada en el recién lamentable asesinato de dos sacerdotes religiosos de la Sierra Tarahumara, en Chihuahua, hecho que indignó a la sociedad mexicana y causó conmoción en la comunidad católica y la jerarquía de la Iglesia.

La participación del Obispo, quizá por ello, se centró en una reflexión crítica acerca de la estrategia de seguridad instalada en el país por las autoridades. Y su voz, al tiempo de ser la de un obispo, se vincula a su cargo en el episcopado mexicano lo que, sin duda, es también un indicativo de la opinión de la Iglesia.

Al respecto, independientemente de las opiniones de los lectores acerca de la eficacia o no respecto de la estrategia mencionada, me resulta muy significativo retomar algunas, de lo que podemos considerar, propuestas para construir la paz ofrecidas por monseñor Castro Castro como un “decálogo”, de entre las cuales destaco las siguientes no solo por estar convencida de avanzar en ellas sino porque, como presidenta de la comisión de la juventud y de la comisión de participación ciudadana y reforma política, es importante escuchar a la sociedad generando acciones asertivas para el mejoramiento de los morelenses: el cuidado de los niños, niñas y jóvenes de grupos o estrategias que destruyen sus vidas y sus sueños, combatir la pobreza, particular la pobreza extrema, promover solidaridad para que nadie enfrente solo la calamidad de la inseguridad, fortalecer a la familia: (que) educa en la laboriosidad, la justicia y la paz. Al respecto, me resultara muy ilustrativo y provechoso conocer más a fondo dicho Decálogo, en un diálogo respetuoso con el Obispo. Que pasen buen fin de semana.

MIRNA ZAVALA