La Lengüita
CIERTAMENTE, se equivoca Moctezuma
Las personas no pueden "ESTAR CIERTAS". Pueden, en cambio, ESTAR SEGURAS o TENER LA CERTEZA de algo.
El adjetivo CIERTO sólo puede ir acompañado del verbo SER (nunca, de ESTAR, y nunca aplicarse con éste sobre la CERTEZA que puedan poseer las personas), cuando se pretende expresar consideraciones sobre conceptos que, para quien juzga, son verdaderos, seguros o indubitables.
Es erróneo, así, decir: "ESTOY CIERTO". Debe expresarse: ESTOY SEGURO. O, en la primera persona del plural: ESTAMOS SEGUROS (nunca, "ESTAMOS CIERTOS").
No podemos asegurarlo, pero el probable creador de este Frankenstein lingüístico, al primero que recordamos alguna vez pronunciar tal aberración, fue el entonces presidente Luis Echeverría (aún vivo, bajo la pesada sombra de la represión y sus muertos, aunque con una existencia más que penosa). En su tercer informe de gobierno, el 1 de septiembre de 1973, lanzó esta frase: "ESTOY CIERTO de que al ejercitar sus derechos, encontrarán una actitud responsable en los empresarios, en los empresarios responsables" (y siguieron ahí aplausos, propios de cualquier población de morsas).
Eran tiempos en los que todo aquello que expresaba el presidente de la República era irrebatible y se tomaba, además, como infalible. En cambio, uno obtenía casi certificado oficial de lambiscón si repetía las frases propias del mandamás. A partir de ahí, hemos escuchado el disparate en muchos, incluidos todos los presidentes que prosiguieron; siempre, de quienes quieren aparentar un lenguaje grandilocuente, y sólo logran exhibir su amplia ignorancia (aunque muchos no lo noten).
Esta semana que se acaba, se inició con la muy esperada presencia en La Mañanera, del secretario de Educación, Esteban Moctezuma. Al informar sobre el inicio de clases, quiso lucirse al señalar: "ESTOY CIERTO (y esto es motivo de orgullo) que hay una educación pública antes y otra después de la pandemia". Debió decir: "ESTOY SEGURO (y esto es ..."
Insistimos: ese tipo de personajes tiene una serie de asesores que deberían educarlos en sus constantes apariciones públicas. Es penoso escuchar siempre a personas con grandes responsabilidades, amén de abultados suelos (del erario), poseer un nivel tan pobre en el manejo del idioma español. Ha sido lamentable constatarlo en muchos, incluyendo a jefes del Ejecutivo federal. Pero en el titular de Educación es, en verdad, lamentable e inaceptable. ESTAMOS SEGUROS. (No debería haber espacio a la sorpresa, si recordamos que se trata de una estrella más, del canal de los aztecas; alguna vez -de hobby- titular de la Segob).