Juego de Manos - Tiroteo de culpas
En opinión de Diego Pacheco
La escritora Fernanda Melchorn generó polémica luego de quejarse, a través de su cuenta de Twitter, sobre las personas que comparten sus textos a través de PDFs; ello, evidentemente, sin la autorización o remuneración de la también traductora mexicana. “Si quieren verse generosos, regalen las nalgas, culeros, ¡no mis libros en pdf!”, tuiteó.
Esto, evidentemente, generó un torbellino de opiniones encontradas en esta red social. Que si esta difusión termina generando mayores ventas para la obra, que si no se está recompensando la ardua labor que conlleva la escritura de un texto, que si este tuit es una contradicción con el contenido de los escritos de la autora y que si la piratería es un robo intolerable.
A simple vista, la mayoría de las opiniones expresadas se pueden dividir entre dos lados; quienes sostienen la opinión de la escritora, atacando con fervor la difusión de los PDFs y quienes sostienen que la cultura debe ser un derecho de todas las personas y, sobre esta línea de pensamiento, este acto de piratería —así como todos aquellos que caminen sobre la misma lógica— se convierte en contrabando de ideas, nutrición de conocimiento. No obstante, debemos alejarnos un poco de este caso en particular para comprender el contexto en el que se desarrolla.
Hay que recordar que, aunque a veces cueste trabajo aceptarlo, el acceso a la educación y la cultura —aunque derechos constitucionales— son privilegios de unos cuantos. En las escuelas públicas del país, el fotocopiado de libros y la difusión de PDFs con motivos académicos son una realidad cotidiana.
Esto no debe ser motivo de impresión, es lógico, puesto que el costo de adquirir un solo libro puede ascender a los cientos o miles de pesos. Costo que, evidentemente, no es accesible para el grosso de la población mexicana. En este sentido, el compartir obras a través de copias físicas no puede observarse como capricho o mezquindad, sino como una manera de garantizar el derecho a la cultura y educación que tienen todas las personas.
Ahora bien, si miramos a profundidad nos daremos cuenta de que el problema trasciende a quienes leen y quienes escriben. Ni el precio de la bibliografía ni la remuneración a los autores está en manos de literatos y lectores, sino que estos factores —junto con las grandes ganancias— están dirigidas al bolsillo de las grandes casas editoriales. El conflicto no debe generarse entre lectores y autores, sino en el sistema en el que el problema se desenvuelve. Los dedos apuntan de lado al otro sin darse cuenta de que, en este tiroteo de culpas, ningún bando es el ganador de la contienda. Aguas con el fuego amigo.
Por otro lado, existe el argumento de que, dentro de esta contienda por determinar a las personas responsables de esta problemática, se está ignorando la responsabilidad que tiene el propio Estado por garantizar que todas las personas tengan acceso a materiales de conocimiento y cultura, a partir de una falta de actualización dentro del repertorio de las bibliotecas públicas; así como de subsidios suficientes para reducir los costos de adquisición de obras literarias, a fin de que todas las personas, independientemente de su estrato socioeconómico, puedan adquirirlas.
En este conflicto no hay villanos simples, sino posiciones complejas. La maldad no tiene espacio en esta ecuación y la culpa no puede repartirse hacia un solo lado. La realidad es que la complicación de este caso es solo una muestra de las carencias que tiene el sistema económico actual.
El corporativismo, la precariedad laboral, la falta de financiamiento para el libre acceso a la cultura; todos obedecen a una misma lógica de mercado agresiva que apuesta por la privatización y mercantilización de los productos culturales, dejando en jaque a las personas que producen dichos contenidos y las consumen. Volviendo la lectura y escritura de textos —bajo las reglas establecidas por el propio sistema— son un lujo que solo algunas personas pueden darse.
Vivan los héroes que nos dieron patria
Con la dirigencia nacional de Morena en las manos de la ciudadanía, no es de sorprenderse que las decenas de personas aspirantes a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional y secretaría general del partido hagan todo en sus manos para llamar la atención y posicionarse dentro de la mente de las y los electores.
Dentro de los muchos esfuerzos risibles de esta naturaleza, podemos observar el de Alejandro Rojas Díaz Durán (aspirante a la presidencia del partido), quien señaló que en el año 2024 va a impulsar una consulta ciudadana para cambiar el nombre al estado de Tabasco a “Tabasco de López Obrador”. Esperemos que la capital de esta entidad no se vuelva “La Chingada”.
Aquí, independientemente de las patadas de ahogado para obtener reflectores, vale la pena observar el hecho de que, tanto la llamada “voz del pueblo” como las consultas ciudadanas, han sido una de las herramientas ampliamente utilizadas por el presidente para “legitimar” las acciones y proyectos que puedan causar ruido o levantar sospechas.
Hoy, el caso no es diferente, al haber sugerido (y conseguido) someter la renovación de la dirigencia nacional de su partido a una consulta ciudadana abierta para todas y todos. Dentro de los nombres que más llaman la atención para ocupar la presidencia del CEN se encuentran Yeidckol Polevnsky, Mario Delgado, Gibrán Ramírez y Porfirio Muñoz Ledo. Con proyectos y miras propias para el partido —y 31 otras personas aspirando al mismo puesto— esta contienda no será de quien tiene las mejores ideas o el proyecto más sólido, sino un concurso de popularidad y presencia mediática. Veremos si la fórmula sigue funcionando o si, por primera vez, la casa pierde en su propio juego.
Por cierto
Llamó la atención un video en el que una mujer argentina llamó “india horrible” a una mexicana, dentro de la colonia Hipódromo Condesa, en la Ciudad de México. Dentro de una disputa por el mantenimiento de un árbol, una pareja argentina, confrontó a las personas que se disponían a podar. Entre insultos y jaloneos, la argentina llamó utilizó la palabra “india” en múltiples ocasiones para referirse a la mujer quien grababa el hecho.
Este hecho se volvió viral, generando en redes sociales y, posteriormente, la mujer apodada #LadyArgentina fue investigada y sancionada por el Instituto Nacional de Migración, que ya le ha prohibido el reingreso a territorio nacional.
Sobre este tema, no queda más que llamar la atención sobre la indignación que provocó. Nos ofendimos cuando una mujer de origen argentino llamó “india horrible” a una mexicana; no obstante, hacemos uso de este insulto —y tantos otros de la misma naturaleza como lo es “naco”— de manera cotidiana. Debemos ser congruentes, la discriminación por ningún motivo debe ser tolerada, venga de la boca que venga.
Cuidado con los escupitajos al aire: