Juego de Manos - Marchas y elecciones

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos - Marchas y elecciones

El Zócalo se llenó. La llamada marea rosa se reunió en el primer cuadro capitalino para protagonizar una “Marcha por la democracia” que, de acuerdo con las y los organizadores de este movimiento, se realizó en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE), de la autonomía del Poder Judicial y de los organismos autónomos. Todo ello, en papel, desde una apostura apartidista. 

En números, la concentración en el Zócalo de la Ciudad de México sumó entre 90 mil (según cifras oficiales del Gobierno de la Ciudad de México) y 700 mil (de acuerdo con los organizadores de la Marcha por la Democracia) personas. Podemos intuir que ninguna de las estimaciones es objetiva, pues buscan aprovechar la dificultad de contar a todas las y los asistentes para beneficiar a sus intereses discursivos. Lo que es un hecho es que la convocatoria fue masiva y, quizá, se superó a las 500 mil personas reunidas en el espacio.  

Respecto a las intenciones de esta marcha: elecciones libres, sin intervención parcial de instituciones públicas, la defensa del INE y demás instituciones que mantienen viva la democracia en el país, son algunas de las consignas que se cantaron dentro de este espacio. Ello, en respuesta al paquete de reformas constitucionales enviadas por el Ejecutivo al Congreso de la Unión, así como en el contexto de la antesala de las campañas del 2024. 

La realidad es que la polarización presente difumina las fronteras entre la crítica al gobierno y la simpatía con los partidos de oposición. Este factor, combinado con que ciertas figuras buscan hacer de este espacio un estandarte de la oposición —e inclusive resignificarlo como una muestra de apoyo para la candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México— esconden las intenciones reales detrás de este movimiento detrás de mensajes, gritos y publicaciones en redes sociales.

Ojo, la gran afluencia en esta movilización no es sinónimo de una oleada de votos para la oposición. Aunque es verosímil que un número importante de personas haya acudido por voluntad propia, es igual de creíble que otro tanto haya sido invitado por agrupaciones sociales politizadas o políticas. Y auque la totalidad de la convocatoria hubiera acudido por voluntad propia, una cosa es ir a marchar y otra diferente es ir a votar. El primero suele ser más fácil.

No obstante, estas muestras de músculo son importantes para la oposición, pues son un símbolo para crear la percepción de que cuentan con la misma simpatía y respaldo social que el oficialismo, que hace un uso constante de las movilizaciones sociales para sostener su discurso de apoyo social. 

Ahora bien, el reto de la movilización no termina con estas marchas multitudinarias. Estas sirven como antesala de la verdadera dificultad para ambos bandos (y que es un desafío permanente): el motivar a las y los ciudadanos a salir a votar (independientemente de banderas y colores) el día de las elecciones. 

De acuerdo con cifras del INE, en las elecciones federales de 2018 se contó con una participación del 60%, mientras que en las elecciones federales intermedias del 2021 se contó con una participación de alrededor del 52%. Un dato: en 2018, Morelos se encontró dentro de las entidades federativas con un porcentaje alto de participación ciudadana, por encima del promedio nacional.

El reto permanente de los procesos democráticos es el impulsar a la ciudadanía a que ejerza su derecho al voto pues, más allá de la responsabilidad electoral de cada persona, es un hecho que la ciudadanía está desencantada con la política, sus actores y sus resultados.  

El “¿para qué? Si todos son iguales” es un argumento recurrente en quienes se rehúsan a ejercer el sufragio. En ese sentido, en materia de fortalecimiento de nuestra democracia, es fundamental que las autoridades presentes y futuras apuesten a resarcir la confianza en nuestras instituciones —así como en los procesos democráticos y su funcionalidad— con la finalidad de que nuestra democracia sea cada vez más participativa y representativa. 

Concluyendo sobre la marcha: el empate de las agendas del partido en el poder y la Marcha por la Democracia no es coincidencia. En la misma fecha que se llevó a cabo la junta de la marea rosa en el Zócalo, se realizó el registro de Claudia Sheinbaum como candidata morenista a la presidencia de la República, que contó con la presencia de figuras representativas del partido y simpatizantes del proyecto de la doctora.  

Finalmente, la victoria mediática fue para la Marcha por la Democracia, que se llevó la nota y fotografía principales del lunes en los medios de comunicación nacionales. Fue claro que esta movilización redujo los focos del registro de Claudia Sheinbaum; no obstante, y como se dijo en líneas anteriores, esta es apenas la antesala de lo que será la gran fiesta electoral del 2024. Pendientes. 

  

Por cierto: 

  

¡Sorpresa! (dicen) Alejandra Barrales y Sandra Cuervas, quienes son candidatas de Movimiento Ciudadano en Ciudad de México para el Senado de la República. Dentro del evento de entrega de las candidaturas naranjas, estuvo también presente Gibrán Ramírez, quien fuera en su momento un férreo defensor del presidente López Obrador e, inclusive, compitió sin éxito por la presidencia de Morena. Ahora, busca una diputación federal por la Ciudad de México por Movimiento Ciudadano.

A manera de breve contexto, Barrales fue la contrincante de Claudia Sheinbaum a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México en 2018, quedando en segundo lugar, 17 puntos porcentuales debajo de la ganadora. Por otro lado, Sandra Cuevas es alcaldesa de la Cuauhtémoc en la Ciudad de México y una figura controversial por su actuar y sus decisiones al frente de la alcaldía. 

Así, “lo nuevo” suma dos perfiles poco novedosos, poco atractivos y, ahora, muy naranjas, para abonar a una estrategia —que hace unos meses perfilaba para catapultar el crecimiento del partido a la tercera o segunda fuerza política del país— que cada día se ve más distante. 

  

¿Todo estará mejor?: 

diegopachecowil@gmail.com