Inclusión Educativa en la UAEM - (Clasificación Internacional del Funcionamiento -orgánico-) CIF-OMS/1980, 2001: ONU

En las últimas semanas ha habido necesidad de considerar la Clasificación Internacional del Funcionamiento -orgánico- de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Desde que apareció la versión inicial de 1980, tuvo un gran impacto en la práctica del área médica, la educativa -Educación Especial-, y la psicológica. Lo primero que se advirtió es que diferencian lo que es la Deficiencia, de la Discapacidad. Que no sólo no son sinónimos, sino que se trata de ámbitos diferentes. La Deficiencia es lo orgánico corporal de la estructura o del funcionamiento neurofisiológico. La Discapacidad, es la actividad individual de la persona. Podemos decir la parte psicológica, la singularidad e identidad de ésta. También, se refiere simultáneamente, a la Minusvalía. Que es el ámbito social, normativo, legal; incluso, las costumbres cotidianas de lo que es permitido y no a las personas con discapacidad; lo que tiene implicaciones de la cultura circundante y contextual, en la que se mueven la personas con discapacidad. Estas tres entidades: D-D-M se relacionan y vinculan en la vida de la persona con discapacidad. Es dinámico, actuante y se está en permanente cambio entre sí. Se trata de una dinámica recíproca que modifica sus términos de acuerdo con la persona, a su contexto, su grado de limitación.

Lo anterior, sin mencionar lo que es la enfermedad, la sintomatología patológica. Porque la Deficiencia no debe confundirse con una enfermedad. Ya que la enfermedad tiene un momento crítico transitoria o permanente si es crónica. La Deficiencia tiene una condición estable y es permanente. Y, no es la causa directa de la discapacidad; es su condición, pero no su causa. Entre la enfermedad, su sintomatología puede presentar una causalidad natural entre ellas y la Deficiencia orgánica. Por tratarse de naturaleza biológica. Corresponde a una lógica del conocimiento en las ciencias naturales. Pero, la discapacidad es esencialmente psicológica y, por lo mismo, no está completamente en el ámbito de la naturaleza, tiene su componente social. Lo natural y social, simultáneo, son componentes psicológicos por lo mismo. Por ello, la deficiencia orgánica no es la causa de la discapacidad, solo su condición presente. La discapacidad en la persona está más supeditada al ambiente excluyente o incluyente de su contexto social. El aislamiento es discapacitante y la inclusión, es no discapacitante. Las Normas son minusvalidantes, si son excluyentes y no minusvalidantes, si son incluyentes.

En la versión más reciente de la CIF-OMS, fue modificada en 2001. Y Ahora, ya no distingue la Deficiencia de la Discapacidad, ni la Minusvalía. Las integró en una sola entidad, ya que es muy difícil separar hasta dónde llega la deficiencia y dónde comienza la discapacidad, así como su ámbito normativo en cuánto a condicionantes del contexto inclusivo o excluyente. A partir de entonces se denomina Discapacidad, como una entidad que implica las tres condiciones D-D-M. Por lo que la valoración del CIF se tiene que hacer de forma interdisciplinaria. Deben de participar médicos y psicólogos. De otra forma no es posible valorar la discapacidad y su grado de ésta. Con la ventaja de que la Discapacidad de forma integral implica no sólo identificar el desempeño de la persona en cuanto a sus condiciones cognitivas de eficacia y eficiencia en el desempeño, sino que hay que tener en cuenta su estado afectivo-emocional. Ya no se puede, ni se debe separar estas valoraciones nosológicas de las personas con discapacidad. Esto es, hay que considerar a las personas como “indivisibles” entre lo cognitivo y le emocional. Parte de su singularidad estriba en ello. No se trata de clasificar un nivel de desempeño estandarizable. Más bien, identificar su identidad única, singular, o sea, personal.

La tarea que queda por delante es cómo se va a identificar las condiciones afectivo-emocionales de las personas con discapacidad. Desde que apareció esta diferenciación entre Deficiencia y Discapacidad, en 1980, se arribó al concepto social de discapacidad para no confundirlo con el concepto biológico o natural de la discapacidad, porque esa sería la Deficiencia orgánica. Pero si ahora no sólo importan las “capacidades” de las personas con discapacidad por su desempeño adaptativo a la familia, la escuela y el empleo; así como a la cultura, al ocio y tiempo libre, la recreación y el deporte, etcétera; sino que importa su condición emocional, su salud mental, entonces, intervienen aspectos orgánico-corporales, ya que las emociones tienen su materialización a través de la actividad fisiológica corporal, glandular y de la musculatura lisa del tónico postural. No todo es simbólico y de interpretación significativa en el plano cognitivo en las emociones. Este es un reto mayúsculo.

Los avances en el desempeño de actividades cognitivas son enormes y el análisis de su composición ha permitido efectuar equivalencias a través de múltiples desempeños. En matemáticas hay conceptos en acto que se interiorizan y se logran representar mentalmente a través de algoritmos escritos que constituyen un lenguaje matemático en el que se pueden identificar los significantes y significados de los que hace uso el pensamiento y su razonamiento lógico. Lo que permite planear trabajo didáctico homologable entre las personas con y sin discapacidad. Nos ayuda tomar en cuenta para ello, el trabajo de investigación realizado magistralmente por el psicólogo psicogenético francés Gerald Verganud, que armoniza los fundamentos de Jean Pieget y Lev S Vygotski. Más lo suyo propio en lo que se refiere a campos conceptuales como las estructuras aditivas, multiplicativas, geométricas y algebraicas.  Así hay un sinnúmero de investigaciones de apoyo. ¿Pero en lo afectivo-emocional de las personas con discapacidad? ¿Qué opciones tenemos? ¿Y, de ellas, con cuál comenzamos?

Enhorabuena, por todas las preguntas, incluso, antes de tener todas las respuestas de las preguntas anteriores

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