Gobernar con el pueblo
En opinión de Juan Salgado Brito
A poco más de un mes de las elecciones, los presidentes municipales y diputados tendrán tiempo para reflexionar y ponerse de acuerdo consigo mismos sobre el reto que deben enfrentar al asumir sus cargos, ya que la nueva realidad social y política obliga a formas distintas de ejercer el poder para gobernar a una sociedad que con motivo de la pandemia por covid – 19 y ante las crisis sanitaria y económica que ha vivido, piensa distinto, será más demandante y sin duda más participativa para exigir gobiernos más eficaces con autoridades honestas y eficientes que sepan escuchar la voz del pueblo y hacerle caso a la gente. Las circunstancias imponen el deber a las nuevas autoridades de revisar y replantear su relación con las ciudadanas y ciudadanos, así como su vinculación con otros órdenes de gobierno y también con los poderes facticos que a querer o no existen y saben presionar.
La participación ciudadana se advierte más intensa y seguramente más organizada para tener presencia y ser escuchada en las esferas del poder público; la presidencia municipal y el congreso del Estado siempre han sido las instancias más cercanas de la gente para manifestarse, protestar y reclamar beneficios y derechos; por eso, al igual que las estructuras de gobierno deben revisarse y modificarse para ponerse a tiempo de los nuevos tiempos, también las estructuras de la sociedad sin duda se reorganizaran para tener más fuerza e influir en las decisiones que tomen las autoridades y que impacten en la comunidad. Ante esta dicotomía en la nueva relación pueblo – gobierno será inaplazable inaugurar nuevos planes, programas y estrategias que propicien el fortalecimiento institucional a partir del fortalecimiento de la sociedad para que ambas marchen y avancen por la misma ruta.
Gobernar con el pueblo implica un sacudimiento estructural, sí, un sacudimiento de las estructuras del poder pero también de las estructuras mentales de muchos políticos y funcionarios que hoy sobre todo deben abandonar actitudes de soberbia y apetitos desmedidos de poder y de dinero, para entender que la política y el servicio público son el instrumento para conciliar y armonizar intereses, que permitan la gobernabilidad y contar con un pueblo siempre dispuesto a colaborar.