Escala de Grises - Silogismo incorrecto
En opinión de Arendy Ávalos
La semana pasada, la Secretaría de Hacienda entregó el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) a la Cámara de Diputados, lo que desató una serie de reacciones por parte de la población afectada por los recortes que se consideran para el siguiente periodo.
A pesar de que los focos rojos se concentran en múltiples instituciones y organizaciones, uno de los grupos más afectados es el que busca protegerse con el Programa de Apoyo para Refugios Especializados para Mujeres Víctimas de Violencia de Género. Y es que este proyecto en manos de la Secretaría de Gobernación obtendrá una disminución de 21 millones 919 pesos en comparación con la cifra otorgada este 2024.
A pesar de que la propuesta considera una reducción menor al 5%, si consideramos la cifra total, la reacción no puede ser menos alarmante. Y es que este es un programa que no sólo atiende a las mujeres víctimas de violencia, sino también a sus hijas e hijos menores de edad.
La reducción de recursos no sólo es un error terrible por parte de la presente administración para la protección de mujeres, infancias y adolescencias; también es una muestra de que no hay conciencia ni perspectiva de género detrás de las decisiones más importantes dentro del país.
En México, los casos de violencia en contra de mujeres son cada vez más elevados, lo que incrementa la necesidad de las víctimas para obtener un respaldo por parte del Estado. Sin embargo, parece que las autoridades pasaron por alto los índices de violencia, las llamadas de auxilio y el resto de indicadores que señalan la urgencia de atender el problema.
¿Cuál fue el silogismo que consideraron para tomar la decisión? ¿Mientras más aumenten las víctimas, mayores serán las necesidades, entonces menor será el presupuesto? ¿No se supone que la destinación de recursos tendría que ser progresiva, especialmente si hablamos de derechos humanos? ¿Cuáles fueron los criterios?
La gravedad de esta situación no sólo recae en el acceso a bienes y servicios que podrían tener (o no) las víctimas de violencia, sino también en los servicios a los que podrán acceder. ¿Qué representa esta reducción? La posibilidad de no acceder a atención psicológica o médica de forma oportuna, de no poder ser trasladadas a otros refugios para salvaguardar su integridad, entre otras cuestiones de igual magnitud.
Los refugios para mujeres víctimas de violencia operan sin descanso, a todas horas, todos los días del año; porque las agresiones no descansan y la necesidad de atención es cada vez más grande en todo el país. ¿Por qué la complejidad de estos casos no se consideró para tomar una decisión?
El Estado debe brindar protección a las mismas víctimas de delitos y agresiones que no ha sabido contener, que no entiende cómo detener y que, ahora, pretende pasar por alto. Eso hacen las redes de apoyo que conforman los refugios, atender las consecuencias de la negligencia de las autoridades, organismos e instituciones que han decidido cerrar los ojos ante la violencia de género en México.
Ahora, es indispensable tomar en cuenta que los refugios de víctimas no sólo se sostienen con el presupuesto otorgado por la Secretaría de Hacienda, sino también de los múltiples donativos que se realizan a lo largo del año. Y, aún así, no es suficiente para atender todos los casos que llegan.
Del mismo modo, es urgente poner sobre la mesa las consecuencias que una reducción de presupuesto tan significativa tendría no sólo para los refugios, sino también para las víctimas. En México, cada día, se cometen once feminicidios. Si las mujeres no pueden acceder a un programa de atención adecuado, ¿a cuántos ascenderá la cifra?
¿Realmente la prioridad es brindar más privilegios y otorgar más recursos a la Guardia Nacional? Porque esa estrategia tampoco está dando los resultados esperados. Tal vez este sea el momento oportuno para decirle a Claudia Sheinbaum que hacer historia va mucho más allá de lo que han hecho las pasadas administraciones, incluida la de Andrés Manuel López Obrador.
Resulta imperativo que la primera presidenta en la historia de México tome el tipo de decisiones que sus antecesores (hombres, evidentemente) ni siquiera consideraron. El acompañamiento no debe ser únicamente por parte de los refugios, también debe ser del Estado.
Ni una mujer violentada más:
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