Escala de Grises - ¿Orgullo universitario?

En opinión de Arendy Ávalos

Escala de Grises - ¿Orgullo universitario?

El pasado 21 de octubre, durante su conferencia matutina, Andrés Manuel López Obrador realizó una de sus declaraciones más polémicas —que ya es decir mucho— de este 2021. De acuerdo con el presidente de México, el periodo neoliberal también tuvo severas consecuencias en las instituciones de educación superior.

Bajo esta línea, el mandatario aseguró que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) perdió su esencia y se volvió “individualista”, lo que se refleja en las generaciones que han pasado por sus aulas, pues ya no se forman “profesionales para servir al pueblo”. AMLO agarró vuelo y [en masculino genérico] comenzó a decir que ya no hay los economistas, sociólogos, politólogos y abogados “de antes”.

Sin embargo, aunque el periodo neoliberal fue un proceso de decadencia, ahora se tiene la oportunidad de poder consumar la anhelada cuarta transformación. A pesar de su discurso lleno de ¿optimismo?, parece que las personas que pertenecen a la Máxima Casa de Estudios no estuvieron en la misma sintonía que AMLO.

La situación fue visibilizada en plataformas digitales, específicamente en Twitter, espacio en donde cada internauta decidió compartir su opinión. Como ocurre siempre, las posturas a favor y en contra de lo dicho por el presidente posicionaron las siglas de la universidad en tendencia a nivel nacional, lo que no pasó desapercibido por Andrés Manuel.

Y es que, según él, las personas que conformaron la universidad durante la época neoliberal guardaron silencio ante las atrocidades cometidas. “Es una gran universidad, pero no estuvieron a la altura”, pues no tuvieron un papel determinante en la historia de México. Más allá de la discusión entre José Narro y López Obrador, los ataques directos en contra de la UNAM por perder la “dimensión social” se volvieron el tema de conversación durante las últimas semanas.

Luego de que sus palabras se retomaran en diferentes medios de comunicación, el presidente solo dijo que se debe polemizar la situación y que él jamás ha actuado de mala fe. De acuerdo con él, la prensa vendida o alquilada es la responsable de hacer creer a la sociedad que está en contra de la UNAM.

A pesar de que Andrés Manuel aseguró tener la conciencia tranquila, parece que el presidente está empeñado en demostrar que sus discursos durante más de 20 años como candidato estuvieron llenos de verdades a medias sobre la institución donde cursó la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública.

Más allá de filias y fobias, dejemos claras algunas cuestiones básicas sobre el tema. La UNAM, como todas las instituciones del país, tiene fallas estructurales que, lamentablemente, no lograrán repararse con la cuarta ni con la sexta “transformación”. En las aulas de la Máxima Casa de Estudios es común escuchar que es como un “México chiquito”, pues en ella es posible encontrar algunos de los problemas más importantes que permean a nuestra sociedad.

Conceptos como corrupción, violencia de género, burocracia, entre otros, suelen escucharse todos los días. Otra de las cuestiones por las que se considera que la UNAM es una muestra representativa de lo que ocurre en el país está en las personas que coinciden en las escuelas y facultades que conforman una de las universidades más importantes no solo de México, sino también de América Latina y el mundo.

A pesar de la idealización cotidiana y constante de lo que representa entonar el “Goya”, algo debe quedarnos claro. Pensar que la UNAM ha perdido su interés en la sociedad resulta un tanto contradictorio cuando está conformada por casi 400 mil estudiantes, quienes se dividen entre las opciones de bachillerato, educación superior y posgrados.

Aunque para algunas personas resultó una ofensa gravísima lo dicho por el presidente y no pudieron evitar tomárselo personal, también debemos tomar en cuenta que, más allá de atacar a las personas que estudiaron en la universidad, quienes imparten clases o quienes asumieron el cargo de rectores, Andrés Manuel está devolviendo las críticas constantes por parte de un sector de la población clave en la política mexicana.

Me explico. Lejos de echarle flores a mi alma máter o cualquier otro de los pecados que usted guste adjudicarme, me refiero a lo siguiente. Todas las personas que pisan la UNAM están relacionadas (directa o indirectamente) con lo que ocurre a gran escala en el gobierno, aunque no todas estén conscientes de ello… o mínimamente interesadas.

Es en este mismo espacio donde se han formado algunas de las figuras más importantes de la política (como algunos expresidentes), la comunicación, las letras, la medicina, la ingeniería el arte y cualquiera de las otras 120 licenciaturas que me faltó nombrar. Estos mismos círculos tienen una tangente en común: el gobierno de México, independientemente del sexenio.

Cosas que criticarle a la universidad sobran y estamos conscientes de ello. Sin embargo, quienes tuvimos la fortuna (ahí va la idealización) de estudiar ahí, sabemos que la UNAM también representó grandes oportunidades, no solo para acceder a una licenciatura, sino también para enfrentarnos a la realidad de una forma completamente distinta.

En este espacio sabemos que las palabras importan y Andrés Manuel parece tenerlo muy claro. Su crítica hacia las “buenas intenciones” de la comunidad puma no es casualidad. Parece que el orgullo universitario ha sido diluido por la silla presidencial, fenómeno que también se registra en el apoyo que algunes le tenían al proyecto encabezado por el mismo López Obrador.

 

¿Por mi raza hablará el espíritu?

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