En Amayuca, comercio es extorsionado; no se denuncia por el temor a venganza
Cuautla, Mor.- Cobros de piso, amenazas y hasta secuestros han tenido que enfrentar comerciantes del poblado de Amayuca, municipio de Jantetelco, luego de que delincuentes llegan para obligarlos a pagar cuotas que van desde los 10 mil hasta 50 mil pesos anuales. Los locatarios y comerciantes tanto establecidos como semifijos destacaron que sus posibilidades de crecimiento se han visto limitadas, y las atribuyen esta situación a los efectos de la delincuencia organizada.
Marcos Gumercindo comerciante del lugar, el cobro de piso se ha convertido en una realidad para la gente que llega todos los días a ganarse la vida en ese lugar, con pagos anuales que van de los 10 a los 50 mil pesos. “Antes de la pandemia, en un día como hoy, a las diez de la mañana levantaron a una persona afuera, porque al parecer no pago la cuota que exigen”, destacó.
La extorsión no sólo ha afectado a los vendedores de esta zona de la localidad, sino también a los artesanos, según refiere uno de ellos, propietario de uno de los talleres de mayor antigüedad en el municipio de Jantetelco. A nivel regional la comunidad de Amayuca, se ha distinguido por sus alfareros, cuyas macetas son distribuidas en varios Estados de la República.
Sobre la avenida José María Morelos y Pavón, decenas de vendedores tienen sus puestos en el exterior del mercado, no forman parte del padrón de locatarios que está integrado por 106 comerciantes, pero son las principales víctimas de la delincuencia organizada, aunque “la realidad es que no se escapa nadie. “Antes venía más gente, pero se han ido alejando, precisamente porque la delincuencia tomó el control de todo”, afirmó.
Observó que hasta los pocos negocios de venta de bebidas alcohólicas, conocidas como “botaneras”, tienen que pagar; “se sabe que varias encargadas fueron asesinadas porque no alcanzaron a cubrir la cuota”. Esa es la situación que se vive, destacó, y ni para denunciar porque sale peor.
Explicó que las denuncias no sirven, por eso todos los comerciantes están callados, no hay quejas, no hay denuncias, porque de nada sirve, se pierde tiempo “y finalmente no se gana más que advertencias de los mismos criminales”, que o se llevan a un familiar o los que hicieron su demanda, para después encontrarlos golpeados, cuando “bien nos va”.