El Tercer Ojo - Un apretón de tuercas a las nociones de ¨Democracia¨

En opinión de J. Enrique Álvarez Alcántara

El Tercer Ojo - Un apretón de tuercas a las nociones de ¨Democracia¨

La notion de ‘Démocratie libérale’, pour être banale, n’est pas moins entacheé d’un certain flou. Certes, on entend  bien qu’elle s’oposse à ce que jadis on apellait ‘démocratie populaire’, qui n’a pass bonne presse, et qu’elle se dresse contre l’ ‘illiberalisme’, mais encore?

Evelyne Pieillere, Le Monde Diplomatique, Juin 2022

 

Apreciados lectores que siguen El tercer ojo, si bien es cierto que la colaboración precedente la dediqué a compartir con ustedes una reflexión sobre las dicotomías “derecha/izquierda” y “democracia/autocracia”, como referentes conceptuales de una disputa más que ideológica, política-económica entre sectores antagónicos, en diferentes naciones de nuestra región ubicada por abajo del Río Bravo, en pos de la imposición del discurso a utilizar y considerar y, desde luego, sugerí la tesis de que, por sí mismos, tales conceptos son parte de las ideologías que ocultan la esencia de nuestras problemáticas sociopolíticas; ahora me dispongo elongar aún más este análisis; empero, en esta ocasión propongo la noción de “democracia” y las disputas de carácter ideológico en torno a la misma.

No quiero dejar de resaltar el hecho de que esta discusión no es reciente, ya antes, en nuestra subregión ha sido objeto de debates y confrontaciones.

Desde el último cuarto del siglo recién ido fue objeto de reflexiones, análisis y confrontaciones entre diversos sectores que propugnaron la transformación de las condiciones materiales de existencia en nuestra naciones; bástenos recordar los grandes desencuentros entre quienes se proponían dicha transformación mediante las vías “revolucionarias” —léase político/militares, como las que diseñaron e instrumentaron los Movimientos Armados y Guerrilleros— y quienes oponiéndose a éstas promovían la vía “democrática” —léase electoral y sustentada en las normas y regulaciones vigentes en la región—. El triunfo de la Revolución Cubana puso en el tablero de la lucha la legitimidad y posibilidad de utilizar exitosamente la vía revolucionaria, político/militar y guerrillera como antagónica a las rutas electorales.

Al calor de tales dinámicas llegamos al hecho incontrovertible de que, exceptuando la Revolución Sandinista, en Nicaragua, ningún otro movimiento armado hubo tenido éxito; otros movimientos guerrilleros se vieron obligados —al fragor de una guerra interminable que dejaba muchos muchos muertos, heridos, huérfanos, viudas y dolor inenarrable— a sentarse a negociar con la contraparte y acordar la deposición de las armas y la inserción en los procesos electorales como reconstituidos como Partidos Políticos dentro de la legalidad.

Así concluyó el siglo XX.

Nuestro país, México, no estuvo al margen de esta vorágine sociopolítica.

Así de transitó de la existencia de diversos movimientos armados —urbanos y rurales— y del Partido Comunista Mexicano, a la constitución de diferentes Partidos Políticos que cristalizaron en el PSUM, el PMS, el PRD y, ahora, el Partido Político MORENA.

En este trayecto, el historiador Enrique Krauze publicó una serie de ensayos, distribuidos en varios volúmenes, cuyo título fue, en su cuarto volumen, Por una democracia sin adjetivos (dedicado a su hijo León Krauze). Este ensayo, bajo la égida del “realismo político”, y realizando una historiografía desde la Conquista, conduce tendencialmente a la conclusión de una premisa esencial: la historia de México tiene una deuda con los mexicanos, la ausencia de la democracia y, además, no dio solución a los grandes agravios que en la memoria de los mexicanos estaban muy vivos y gozando de cabal salud.

Cabe resaltar el hecho de que yo no percibo en tal ensayo una reflexión sobre el papel del Partido Comunista Mexicano y los diferentes movimientos armados en esta lucha. Lisa y llanamente expresa que el centro del debate es en torno a la democracia, sin adjetivos que es, con harta certeza, su propuesta original y que conduce el hilo de su argumentación.

Pues bien, en Le Monde Diplomatique de junio, Evelyne Pieillere pone de nuevo la cuestión de la democracia, con adjetivos.

Según ella, siguiendo al Presidente de Francia, Emmanuel Macron, consiste en:

 

“La démocratie libérale serait “celle qui, en profondeur, dans toutes sous ses composants, préserve les libertés individuelles el civiques de nos concitoyens” (…) La suite, pour être tout aussi vibrante, est néanmoins un peupertutbante: “Comment maintenir nos équilibres entre liberté et responsabilité?””. (No considero necesaria la traducción por su claridad).

Aquí queda perfectamente claro que la libertad y los derechos, en esta idea de “democracia liberal” queda condicionada a la “responsabilidad” de los ciudadanos; si no hay libertad y derechos es debido a la irresponsabilidad ciudadana —el Estado dixit—.

En cambio, la noción de “democracia popular” es devuelta a los pueblos y comunidades, como un “poder popular” que el Estado debe preservar y asegurar para que los derechos y la libertad queden en manos del pueblo —léase, comunidades, pueblos y ciudadanía— trascendiendo la noción vaga de “Sociedad civil”.