Juego de Manos - Las últimas reformas

En opinión de Diego Pacheco

Juego de Manos - Las últimas reformas

Con el arranque del último periodo ordinario de la LXV del Congreso del Congreso de la Unión, el presidente de la República, Andres Manuel López Obrador, ha enviado al legislativo un paquete de 20 iniciativas para ser analizadas, discutidas y, en su dudoso caso, aprobadas.

Este conglomerado de paquetes legislativos consiste en 18 reformas constitucionales, las cuales requieren de una mayoría calificada  (es decir, por lo menos dos terceras partes de las y los legisladores que se encuentran en la discusión del dictamen); y de una mayoría absoluta (mitad más uno) de los Congresos locales para su aprobación. Por otro lado, existen 2 reformas secundarias, que pueden aprobarse con una mayoría simple de legisladores (o sea la mayoría de los votos de las y los asistentes a la sesión en la que se discute el dictamen).

En ambas Cámaras, Morena y sus aliados cuentan con los números suficientes para alcanzar una mayoría simple, con lo que estarían en posibilidades de aprobar las dos reformas secundarias enviadas por Palacio Nacional; no obstante, en ninguna de ellas cuentan con las y los legisladores necesarios en sus filas para alcanzar una mayoría calificada y, en estos tiempos electorales de división política, tampoco cuentan con la simpatía o indicio de apoyo de sus compañeros de otras bancadas.

El horizonte no es optimista para las metas del legislativo oficialista, que difícilmente alcanzará los números necesarios para la aprobación de las reformas constitucionales. Este es un hecho que se puede intuir a partir del contexto. En ese sentido, la estrategia detrás de este conglomerado de reformas puede ir por otro lado. Veamos.

El Poder Legislativo es un campo de batalla político predeterminado. Las discusiones en el pleno, las posturas de los grupos parlamentarios, las movilizaciones fuera de las Cámaras, entre otros métodos discursivos implementados alrededor de los paquetes legislativos, permiten abrir nuevos puentes para llevar mensajes a la ciudadanía.

El planteamiento de reformas constitucionales desde Palacio Nacional, independientemente de sus posibilidades de aprobación, abre un espacio para posicionar nuevamente discursos alrededor del obradorismo (y en contra de la oposición), del pueblo y el proyecto de la Cuarta Transformación en la agenda. Vaya, ¿cómo oponerse a una reforma que apunta, por ejemplo, a que el salario mínimo se mantenga competitivo frente a la inflación (independientemente de su posibilidad presupuestaria)? En política, pesa más la promesa y el deseo, que el tecnicismo y los argumentos grises.

Otro punto para tomar en consideración: a partir del anuncio de estas reformas, la ya casi candidata a la presidencia de la República, Claudia Sheinbaum, anunció que este conglomerado legislativo formará parte de su Programa de Gobierno. Es decir, no se pierden, no se olvidan, se posponen.

Así, desde el legislativo, se podrá llevar a cabo una nueva campaña de la alianza oficialista, con muchas menos restricciones electorales que las de las y los candidatos y partidos políticos. Veremos si la oposición tiene lo necesario para hacer frente a esta estrategia o si, nuevamente, caerán en la trampa de Palacio Nacional.

 

Por cierto

 

Por otro lado, una de las figuras políticas más controversiales de la actualidad latinoamericana es la del recién electo presidente argentino—y recién ingresado a la vida política de su país—, Javier Milei. Quien pasó de comentarista de televisión a líder de su nación en cuestión de años.

La tirada del mandatario, anunciada desde su campaña y sostenida posterior a su victoria en las urnas, es la de un cambio radical en la dinámica completa de la administración pública argentina, con un enfoque conservador y ultraliberalista, con puntos clave en la desaparición de instituciones públicas, la dolarización del país y una agenda discursiva en contra de la corriente actual de derechos humanos y progresismo social.

Lo que para algunos era una esperada promesa de un cambio, se tornó en una pesadilla para la cotidianidad del pueblo argentino, que ha sufrido estragos en su economía a partir de una estrategia inefectiva para reducir la inflación. Las protestas no se han hecho esperar ante la inconformidad con las medidas socioeconómicas adoptadas y, en congruencia con el discurso del mandatario, los actos de represión y persecución tampoco han demorado.

Esta introducción sirve como antesala para el proyecto de ley que fue ingresado la semana pasada a la Cámara baja por el partido La Libertad Avanza, liderado por el presidente Milei, que pretende derogar la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).

Ello implica la penalización a las mujeres que interrumpan su embarazo (de 1 a 3 años de prisión), así como para las personas que las asistan en este proceso (1 a 4 años de prisión [6 si la mujer fallece]) y para las personas que provoquen el aborto sin el conocimiento de las mujeres (3 a 10 años de prisión [hasta 15 de la mujer fallece]). Pero ¿qué ocurriría en caso de una violación? Eso queda al criterio del juez.

De acuerdo con el vocero del mandatario, él no está detrás de la creación o el impulso de este paquete legislativo, lo cual resulta difícil de creer dada la narrativa de combate frontal que ha tenido el hoy presidente con la agenda feminista; así como la ideología de extrema derecha con la que cuenta el partido que encabeza.

A manera de contexto, Argentina aprobó esta norma —que permite la interrupción segura y legal del embarazo hasta la semana 14 de gestación— el 30 de diciembre de 2020, para posteriormente ser promulgada el 14 de enero de 2021.

Los alcances en materia de derechos de las mujeres en Latinoamérica no han llegado con viento en velas, sino que han sido liderados por el ímpetu de millones de mujeres que, desde sus trincheras, reflexionan, cuestionan, critican y luchan por el reconocimiento de las garantías básicas para su desarrollo, su seguridad y su bienestar. Los atentados al terreno ganado por esta y otras luchas sociales representan una amenaza de retroceso social, un riesgo de navegar a contracorriente.

 

Viento o no, la marea sube y baja:

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