El tercer ojo - Recuerdos de un pasado no lejano: Filatelia y numismática.

En opinión de J. Enrique Alvarez Alcántara

El tercer ojo - Recuerdos de un pasado no lejano: Filatelia y numismática.

Hubo tiempos en los cuales se realizaban actividades lúdicas y, por qué no, culturales relacionadas con la comunicación escrita, a distancia —desde luego antes de la era de la internet y de las “redes sociales”— y con la dinámica del desarrollo de las actividades microeconómicas realizadas mediante el dinero y, muy particularmente, con el uso del papel moneda y de las monedas mismas.

La existencia de la vida epistolar —muy lejana de esta época, por cierto— se correlacionó directamente con la existencia de las oficinas de correos, los amanuenses y escribanos de cartas, los carteros, las mismas epístolas, tarjetas postales y, desde luego, los timbres postales que eran la muestra de que el remitente de la carta o tarjeta postal había pagado el porte económico por el servicio que le prestaban para enviar sus pensamientos, sentimientos, emociones o ideas a otro personaje, el destinatario, quien mediante la lectura de la misiva se enteraba de lo que el remitente le deseaba decir.

Cada nación disponía de un sistema de correos que expedía de manera regular ediciones de timbres postales con diversos motivos —epónimos, topónimos, botánicos, zoológicos, artísticos o historiográficos— impresos sobre el anverso de ellos; regularmente cambiaban tales imágenes y, en algunos casos, las ediciones de una serie determinada de timbres salía con yerros que fueron motivo de interés para quienes nos dedicábamos a coleccionar, organizar y sistematizar en álbumes especiales para ello los diferentes sellos postales. Además, conviene recordar que los había de diferentes tamaños, formas y colores; los había rectangulares, cuadrados, circulares, triangulares, hexagonales, etcétera.

Pues bien, a quienes nos dedicábamos a realizar lúdicamente dicha actividad —llamada filatelia—, se nos denominaba filatelistas y, en México, desde hace más de un siglo los ha habido y aún los hay.

Algo similar ocurría, y sigue sucediendo, con la edición y producción de papel moneda y monedas en metálico. Cada nación —como sucedió con los sellos y también con los billetes de la lotería o además con productos comercializables, tales como las cajas de cerillos de la Cerillera la Central— disponía de un sistema de dinero que expedía de manera regular ediciones de papel moneda y en metálico con diversos motivos —epónimos, topónimos, botánicos, zoológicos, artísticos o historiográficos— impresos sobre el anverso de ellos y, como puede constatarse, con diferente valor de cambio; regularmente han cambiado tales imágenes y las ediciones de una serie determinada de billetes y monedas; Han cambiado el material del cual se componen, han cambiado de forma, color, motivos impresos sobre tales instrumentos económicos, así como su valor…

Evoquemos tan sólo el uso de los centavos, monedas de diez y veinte centavos, pesetas, tostones, pesos y otras monedas que ya no existen; hagamos una línea del tiempo del dinero, sus valores, composición material, representaciones gráficas y su depreciación para darnos cuenta de la dinámica microeconómica y la capacidad de compra que los seres humanos tenemos y podremos representarnos una imagen de la dinámica económica nacional.

Pues bien, así como lo expresé con respecto a la actividad filatélica, también es posible reconocer que la hubo y la hay para el caso del papel moneda y el dinero en metálico; refiero aquí la numismática.

Tras este término hallamos la actividad referida a coleccionar, sistematizar y organizar papel moneda, dinero en metálico, títulos de valor o medalla honoríficas, a lo largo de líneas de tiempo y regiones geográficas o nacionales; en este sentido, tanto la filatelia como la numismática permiten testimoniar y conocer, con el paso temporal, parte de la historia económica, política, cultural de naciones específicas o regiones concretas.

Tanto la filatelia como la numismática, como actividades específicamente humanas, se relacionan directamente tanto con la comunicación escrita a distancia, como con la microeconomía dentro del mercado interno expresado mediante el comercio cotidiano de las diversas naciones.

Ahora bien, con la evolución de la comunicación electrónica mediante las “redes sociales” y los cambios acelerados hacia un mercado electrónico, mucho más evidente con la era pandémica y epidémica del Covid-19, pareciera mostrarse como fenomenológicamente obvio un proceso progresivo de disolución de la vida epistolar y del correo, así como también del mercado interno con el uso del dinero en físico, sin embargo ello no es así porque, dentro de amplios sectores de la sociedad, económicamente colocados dentro de los sectores sociales empobrecidos aún no acceden al mercado electrónico.

Es necesario también reconocer que la comunicación a distancia mediante cartas ha desaparecido literalmente y la emisión de sellos postales se halla tan disminuida que la filatelia, a diferencia de la numismática, parece ser una reliquia de nostálgicos o historiadores; no sucede lo mismo con las monedas y su valor no sólo histórico, sino económico.

No es únicamente nostalgia por un pasado que parece lejano en el horizonte, es sobremanera un reconocimiento del valor cultural e histórico de ambas actividades que deben ser apoyadas como actividades trascendentales.