El poder ciudadano
En opinión de Juan Salgado Brito
La fuerza de la sociedad que se traduce en el poder de la ciudadanía, constituye también el camino o instrumento para llevar a los cargos de elección popular a quienes nos van a gobernar o a representar. El voto ciudadano puede ser el ducto o el dique para candidatos o candidatas que en esta temporada trataran de convencer al electorado de sus virtudes y atributos personales y de la bondad de sus proyectos y propuestas, si es que las tienen, porque es bien sabido que la mayoría de los que quieren ser Ediles o Legisladores se lanzan a la contienda sin saber ni entender el reto que deberán enfrentar como funcionarios en caso de ser electos.
Desde luego es deseable que impere la razón y no la emoción entre los votantes a la hora de sufragar por tal o cual candidato, que se de tiempo para analizar y contrastar perfiles, trayectorias y antecedentes personales de la basta gama de candidatas y candidatos de los 23 partidos que competirán para las elecciones del 6 de junio. El derecho y el deber de votar de los ciudadanos, es un compromiso y una responsabilidad que no termina con el proceso electoral; sino que se prolonga durante el mandato de los elegidos y es obligación cívica de los electores dar puntual seguimiento al desempeño de aquellos a los que eligieron, empezando por exigirles eficiencia, honestidad, transparencia y rendición de cuentas.
No hay mayor poder que el poder del pueblo, el poder de la ciudadanía, la fuerza de la sociedad; de ahí la importancia de los liderazgos sociales para organizar y encausar la participación ciudadana hacía objetivos claros en beneficio de la población y en defensa de los intereses de la sociedad, ante este deber de responsabilidad cívica, nadie tiene derecho a ser indiferente ante conductas irregulares de servidores públicos a quienes en su caso, como dice el Presidente, se les debe denunciar y castigar en caso de robar, de mentir o de traicionar.