De los hermanos Flores Magón a las redes sociales. Las luchas por hacer efectivo el derecho a la libertad de expresión.
En opinión de Aura Hernández
“En el origen de nuestra lucha está el sueño de todas las libertades”.
Walter Benjamin
La defensa de la libertad de expresión en México ha tenido muchos matices a lo largo del siglo XX y lo que va del siglo XXI. Como precursores del ejercicio de la libertad de expresión en el México prerevolucionario puede considerarse a los hermanos Flores Magón y su periódico Regeneración que se convirtió a la postre en un arma de lucha contra el régimen porfirista. Regeneración fue antes que todo una herramienta muy poderosa para derrocar a la dictadura de Porfirio Díaz.
Los hermanos Ricardo y Enrique Flores Magón fueron periodistas a los cuales la censura y la represión los llevó a la militancia política. Su lucha fue en principio por la libertad de expresión, primero con el Hijo del Ahuizote y posteriormente con Regeneración.
En el México contemporáneo, en 1976 para ser precisos, la expulsión de don Julio Scherer y su grupo de la cooperativa Excélsior, promovida por el gobierno en turno, al no poder controlar la línea editorial impulsada por la dirección del periódico, tuvo una salida no jurisdiccional que dio origen a una nueva generación de periodistas que ejercieron a cabalidad la función social de ser contrapeso del poder.
Nuevos proyectos periodísticos fueron surgiendo bajo el influjo de los trabajadores expulsados del viejo Excélsior, que sin duda influyeron en la democratización de los medios y también dieron un gran servicio a la transformación de la nación.
Con la alternancia política en el año 2000, hubo una efímera primavera democrática en los medios de comunicación que en principio parecía haber contagiado a la Televisión, concretamente a Televisa que inició un proceso de renovación que quienes fuimos testigos de ese proceso nos quedamos con una gran frustración.
De no ser en este contexto hubiera sido imposible, soñar por lo menos, con la eventualidad de ver a Don Julio Scherer entrevistando al Subcomandante Marcos en las pantallas del Canal de las Estrellas, como se identificaba en ese tiempo al canal de mayor audiencia de Televisa. Al final de cuentas, la vocación de poder triunfó sobre lo que muchos pensábamos que sería la transformación poderosísima televisión mexicana, personificada en el monopolio televisivo de la empresa Televisa.
Contrario a esa efímera tendencia, la televisora, no solo frustró su proceso democratizador, sino que concentró aún más poder al convertirse en el fiel de la balanza en muchas de las grandes decisiones nacionales, incluso la de construir un fenómeno mediático y tomar la Presidencia del país.
En este contexto de concentración mediática, aparece el “fenómeno Carmen Aristegui”, que dio a muchos ciudadanos la posibilidad de beneficiarse con un periodismo plural y diverso y que le apostó al periodismo de investigación.
El profesionalismo de la comunicadora y su equipo, expresado a través de sus trabajos de investigación periodística sobre corrupción, la inclusión en sus espacios noticiosos de temas o grupos sociales tradicionalmente ignoradas por la gran prensa, y su penetración en amplios sectores de la población mexicana, que en muchas ocasiones obligaron a autoridades de todos los niveles a modificar sus políticas públicas y dar marcha atrás a proyectos, originaron la confluencia de elementos que determinaron su salida del escaparate más poderoso con el que contaba la periodista en MVS radio.
La empresa se valió de un conflicto artificial que aparentemente originó un problema de índole mercantil y no de libertad de expresión y por tanto de derechos humanos de los diecinueve periodistas que integraban su equipo, sino también de los derechos de las audiencias. Derechos reconocidos en nuestra normatividad interna y también en los tratados internacionales de los que México es parte.
La salida de la periodista, no ha sido como la de los hermanos Flores Magón para participar en una Revolución y derrocar al régimen que encabezaba el envejecido Porfirio Díaz, o como la de los cooperativistas del Excélsior de don Julio Scherer para detonar un nueva manera de hacer periodismo, la vía que escogió Aristegui fue defender en los tribunales su derecho a la libertad de expresión y con ello los derechos de las audiencias.
Tuvo que haber un cambio de partido en el poder para que los agravios a esa libertad, fundamental en la construcción de ciudadanía, fuera reconocida en recientemente en los tribunales y en los hechos con su participación en un nuevo espacio en la radio abierta.
El derecho a la libertad de expresión, como bien lo apuntó José Ramón Cossío en su obra La libertad de expresión en las sentencias de la Suprema Corte, tiene una faceta social y se ha reconocido “que goza de una posición privilegiada en nuestro país con relación a los derechos de la personalidad en nuestro país, por ser un elemento funcional indispensable para la circulación de ideas y noticias en cualquier sociedad democrática”.