Breves de Abogados y Políticos - Indignación

En opinión de Alejandro Corona Markina

Breves de Abogados y Políticos - Indignación

Hace varios años conocimos al entonces recién egresado de la facultad de biología, Roberto Carlos Figueroa Bustos. Un muchacho bueno, con chispa, gracia y una sorprendente facilidad para hacer amigos.

Nunca nos sorprendió que cambiara de “giro” en lo que respecta a su actividad laboral y así se convirtiera en comunicador, pues aunque en ese entonces nos hablaba con mucho conocimiento y pasión de los arácnidos -y las diversas especies venenosas-, tenía una capacidad innata en la comunicación.

En la entrega anterior, hablamos de las “Carpetas de la Impunidad”, pues la Fiscalía General del Estado, había comenzado una operación para “limpiar” el tiradero y desastre que en general existe en la institución, archivando sin concluir las mismas, para simplemente colocarlas en el costal del olvido.

La carpeta de investigación que se abrió tras el asesinato del amigo Roberto Carlos (a quien cariñosamente llamábamos “el puerquito”), no puede quedar entre esas “carpetas de la impunidad”.

Nunca se aclararon las acusaciones que el presunto delincuente apodado “El Diablo”, hizo en contra del titular de la Fiscalía General del estado, en el sentido de que gente de la institución estaba coludida con el generador de violencia en Huitzilac, apodado “Erick Criminal”, esto tras el asesinado de tres jóvenes, dos de ellos trabajadores del Instituto Nacional de Salud Pública (INS), ocurrido precisamente en el mes de abril, pero del año pasado, en el municipio colindante con la Ciudad de México.

Y precisamente hace un año -como ocurre el día de hoy-, la indignación se generalizó ante la incapacidad de las autoridades por prevenir, procurar e impartir justicia. Investigadores, académicos y sindicalizados se unieron para movilizarse y protestar ante el artero crimen, pero a un año de que sucedió, no hay nadie en prisión. Impunidad pues.

Efectivamente, ante la presión de aquellos días, la Fiscalía se apresuró a detener a Luis Alberto Ibarra, apodado “El Diablo”, como presunto responsable de los arteros asesinatos, pero éste fue dejado en libertad inmediatamente por la juez Alejandra Trejo, lo que de inmediato provocó un enfrentamiento entre el titular de la Fiscalía General, Uriel Carmona Gándara y el titular del Tribunal Superior de Justicia, Luis Jorge Gamboa Olea. Este enfrentamiento subsiste hasta nuestros días y parece que día con día crece el encono.

Por su parte, el “Diablo” grabó un video en el que señaló que el tal “Érick Criminal” es intocable y acusó que tiene la protección del fiscal Carmona Gándara, señalamientos que por supuesto, éste negó.

Pero independientemente de eso, parece que sí hay intocables en Huitzilac. Se ha señalado que el tal “Diablo” es primo del “Neto”, acusado de feminicidio, pero éste también está en la impunidad, como el tal “Erick Criminal”. O es demasiada la incapacidad de la gente de la Fiscalía General o de plano sí están protegiendo a los asesinos que se han apoderado de dicho municipio.

En el asunto de Roberto Carlos Figueroa es la gota que derramará el vaso. Se les pasó la mano a quienes lo cometieron y por ello no pude haber más silencio e indolencia de quienes están al frente de las instituciones de prevención, procuración e impartición de justicia. Deben trabajar coordinadamente, aunque se lleven a mentadas de madre.

El asesinato del productor y periodista ha trascendido la frontera del estado de Morelos e incluso del país. Esto da la esperanza de que, ante los reflectores en que se encuentra el asunto, necesariamente deberá generar avances la investigación. Ojalá esto sirva para que de una vez por todas se proceda contra los grupos criminales que se han apoderado de Huitzilac.

¿En qué momento llegamos a esto? ¿Cómo puede un ser humano tomar la vida de otro con esa facilidad? Bien sabían los delincuentes que Roberto Carlos Figueroa no era millonario ni mucho menos; era simplemente un padre de familia, una persona trabajadora, preparado, gente de bien y que día a día se partía el alma para dar lo mejor a los suyos. Poco les importó: sin ningún miramiento decidieron acabar con su vida, dejar huérfanos a sus hijos (a quienes por última vez dejó en el Colegio de Bachilleres), convirtiendo en viuda a su esposa y enlutando a toda la familia, que hoy vive sumida en el dolor.